Imprimir
Visitas: 752

Cómo escribir cartas de amor¡Hola, amigos de Contigo! ¿Alguna vez le han escrito a alguien, declarándole su amor? O, ¿se han deleitado al ver sus virtudes ser halagadas sobre un papel? Aunque consideradas por muchos como pasadas de moda, las cartas de amor son una de las vías más románticas y honestas para comunicar nuestro sentir por otra persona.

Numerosas son las historias de quienes, valiéndose de misivas, han logrado vencer las barreras impuestas por el tiempo y la distancia, y a solo horas de celebrar el Día del Amor y la Amistad, compartimos algunas de ellas.

Mucho se habla en nuestro país de la vibrante relación entre Ignacio Agramonte, el Mayor, y su esposa Amalia Simoni. Su romance, aunque efímero, nos legó su correspondencia, como muestra del sentimiento que se profesaban.

"Y tú, adorada mía -le escribiría él, un 19 de noviembre, pero de 1872-, no dudes jamás que vivo pensando en ti, que mi más ardiente deseo se cifra en que volvamos a reunirnos para no separarnos nunca más (...); que solo por él me es grata la vida y que es inmutable la pasión, el delirio con que te idolatro".

Ella le respondería meses más tarde, en abril de 1873: "Recuerda que tu amor es mi bien, y tu existencia indispensable a la mía, que quiero que vivas y espero te esfuerces en complacer a tu esposa que te adora y delira incesantemente por ti".

A diferencia de lo que se piensa, las cartas de amor no son solo compartidas entre enamorados. En 1895, José Martí le escribiría a María Mantilla: "¿Y cómo no te querré yo, que te llevo siempre a mi lado, (...) que cuanto leo y veo te lo quiero decir, que no me levanto sin apoyarme en tu mano, ni me acuesto sin buscar y acariciar tu cabeza?".

Regino Eladio Boti, guantanamero por excelencia, escribiría 102 poemas y 42 cartas a Caridad León, con quien contraería matrimonio el 12 de marzo de 1922, unión que duraría 36 años y de la que verían la luz tres hijos.

"En vano hice por verla ayer, y con esa idea se deslizaron las horas, largas, lentas, aburridas, esperando, también en vano, la tarde", le escribiría Boti en agosto de 1920 a su amada, a lo que ella contestaría: "Sus versos, preciosos. Teme usted que no me agraden por apartarse su estilo de lo vulgar, y es eso precisamente lo que admiro en ellos".

Si bien es cierto que las tecnologías hacen ver las cartas como anticuadas, nunca es tarde para expresar lo que sentimos a través de un trozo de papel. Para ello, transcribimos del fragmento inicial de un poema del escritor portugués Fernando Pessoa.

Todas las cartas de amor son ridículas...

Todas las cartas de amor son

ridículas.

No serían cartas de amor si no fuesen

ridículas.

También escribí en mi tiempo cartas de amor,

como las demás,

ridículas.

Las cartas de amor, si hay amor,

tienen que ser

ridículas.

Pero, al fin y al cabo,

solo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor

sí que son

ridículas.

(...)