Vicente Rodríguez, El Pelú, vuelve a ser maltratado en Baracoa, la tierra a la que arribó con la dignidad de un caballero y eligió como segunda patria. Procedía de La Coruña, España y desandaba la ciudad ante la indiferencia de los pudientes, amparado por la gracia de los piadosos y convertido en blanco de las burlas de enajenados y hasta de pedradas de chiquillos malcriados, como las que un día de 1897 le impactaron la cabeza. Fue entonces que, mientras manaba sangre, profirió su maldición: “que este pueblo tenga grandes iniciativas y ninguna llegue a la realidad”.
En el boulevard de la Ciudad Primada una estatua perpetúa la memoria del desarrapado, pero el tiempo o indeseables han fracturado la pierna izquierda en la zona de la tibia y el peroné, y el dedo pulgar del pie derecho. No reclama un ortopédico, deberían asistirlos los artistas de la urbe y cuidarlo su población y las autoridades correspondientes. Él es leyenda e historia de La Primada.