"Indigna, inmoral y mentirosa", así calificó el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel, a la acusación del Departamento de Estado norteamericano contra Cuba. En su cuenta de Twitter, el Jefe de Estado enfatizó, además, en que "acuden a la infame retórica de siempre para calumniar a una isla heroica", que sufre bloqueo criminal impuesto por ese mismo gobierno.

En la misma plataforma se expresó el canciller Bruno Rodríguez Parrilla, quien rechazó, por "engañoso y politizado", el documento publicado el martes pasado, que sirve de guía al Congreso estadounidense para mantener las sanciones contra Cuba.

Añadió que Estados Unidos "no podrá empañar el desempeño mundialmente reconocido de Cuba y sus indicadores de justicia social, respeto y protección a los derechos humanos de nuestra población".

Resultaría recomendable que el secretario de Estado, Antony Blinken, en vez de elaborar y rubricar informes mentirosos contra Cuba, se esfuerce, al menos, por eliminar ese discurso, y se acoja a las reglas elementales de la diplomacia, más cuando representa a una administración, de la que la comunidad internacional, mayoritariamente, espera una posición de diálogo y respeto mutuo, que supere a las amenazas y las sanciones propias de una conducta fracasada durante más de 60 años; más aún cuando el actual gobierno tiene el precedente de una administración demócrata que dio pasos favorables para la existencia de una relación civilizada. Mantener la política de bloqueo y sanciones, de amenazas y de mentiras, para justificarlas, tiene el agravante, en la actualidad, en época de una letal pandemia, de sumar dificultades y carencias a nuestros pueblos.

Tomado de Granma

Escribir un comentario


Código de seguridad
Refescar

feed-image RSS