mario zamora entrevista

Guajiro guantanamero, de convicción profundamente revolucionaria, trovador humilde, fundador del movimiento de la nueva trova junto a Lorenzo Cisneros, Raúl Ariel Piñeiro, Noel Nicot… Mario Zamora es un trovador de la vieja escuela; 40 años de vida artística lo confirman.

De hecho, su trayectoria le valió la réplica del machete de Máximo Gómez que se otorga a personalidades por su servicio a la Patria; y ahora la Canción Política, uno de los evento de los más antiguos de Cuba, le rinde homenaje: al guitarrista y amigo.

 

Paso, a paso

 

En Zamora confluye Guantánamo todo: el monte y la ciudad convergen no solo en su obra, sino también en la sangre. La madre, natural del Valle de Caujerí, en el municipio de San Antonio del Sur; el padre de la Villa del Guaso, descendiente de españoles, quien de vez en vez entonaba unas canciones como solista: “españoladas” decía, e incluso cantaba tango.

 

El abuelo materno Benito Velázquez, era un reconocido tresero, de trascendencia mambisa; así que el amor por la música y la patria le venían de origen. Por eso no es de extrañar que cuando el padre, a los ocho años le consiguió la primera guitarra, el niño y el instrumento de cuerdas, se volvieran uno solo, hasta el punto de dormir lado a lado como hermanos.

 

Mario, lo recuerda todo, el calor, las buenas enseñanzas, el respeto que su familia les inculcó a los cinco hermanos. También rememora a un tío, quien desde casa le incentivó las ansias de leer, de escribir. No pasó mucho tiempo para que iniciara la escuela de música, y hasta estudió en la academia de artes plásticas, donde dio riendas sueltas a otra pasión: la pintura y la escultura.

 

“Sentía gran atracción por los ritmos populares, pero me identificaba más con la trova. Eran los tiempos del Cuarteto Remembranza, Mario Granguet, del grupo Changüí Guantánamo, Chito Latamblet… todos esos grandes del panorama sonoro local se citaban en la antigua sede de la Casa de la Trova, hoy Patio de Artex, en Máximo Gómez entre Bernabé Varona y Donato Mármol.

 

“Pasé mucho tiempo en ese sitio, allí incluso de la mano del señor Lutier Guardiola, quien había creado una escuela con instrumentos para enseñar a los niños de la comunidad, toqué mis primeros acordes.

 

“Al cumplir 15 años matriculé la escuela de instructores de arte en El Caney de las Mercedes; pero justo en el último año me llamaron para el Servicio Militar, no pude ni graduarme porque fue un pedido especial, extraordinario. Destino: La Habana”.

 

Canción hecha y derecha

 

Todo lo que sucede conviene, dice Zamora con una sonrisa que solo puede ser fruto de la experiencia. La Habana de entonces era cuna para exponentes de la nueva trova: Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Sara González

 

Fue en la unidad militar donde estaba Mario, que se encontró al cantautor Noel Nicola, que era allí reservista. De inmediato hubo entendimiento entre ambos y juntos recorrieron escenarios, festivales de la canción protesta, obteniendo premios de significativo valor.

 

“Durante ese periodo Lorenzo Cisneros (Topete) me propuso la creación del movimiento de la nueva trova en Guantánamo y yo encantado acepté.

 

"De 1974 a 1975 nos evaluamos profesionalmente con el conjunto Fronteras, que tuvo muy buena acogida entre la población, además arrasábamos en los activos de la canción política, en competencia con otras agrupaciones importantes como Manguaré, Mayohuacán, Guaicán, Moncada y otros provenientes de Santiago de Cuba, Granma, Santi Espíritus, Ciego de Ávila...

 

“En aquel entonces estaba muy latente el formato latinoamericano, que exigía usar instrumentos autóctonos, reflejo del folclore propio de cada zona del archipiélago y América. Los cubanos aprendimos a tocar charango, cuadro, zampoña, kena, cuatro venezolano... fue una época dorada, de lujo diría yo.

 

“Con el grupo Fronteras trabajé 14 años y hasta fuimos a Berlín en el 1986 para representar a Cuba en el Festival de la Música Roja, el más importante evento de la canción política en ese momento.

 

“De vuelta a casa vivimos tiempos de efervescencia trovadoresca, en los que mientras Ángel Iñigo (artífice del Zoológico de Piedra) esculpía la obra homenaje a El trovador en pleno boulevard de Aguilera, los cantautores entonábamos junto al pueblo las más hermosas melodías, sin importar que las piedrecillas que salpicaban de la pieza escultórica cayeran sobre los cantores”.

 

Cuatro décadas ¿y la obra?

 

Zamora ha desarrollado su vida en Guantánamo, entre jornadas de la canción política, Fiestas a la guantanamera, Semanas de la cultura, Festivales, actos... porque es un artista que se debe al Guaso, a su cultura, su gente.

 

“Aun cuando se desintegró Fronteras, yo seguí trabajando de trovador, esa fue mi inquietud de niño y la viviré siempre.

 

“Tengo más de 150 canciones cargadas de lirismo, así lo aprendí al escuchar a Sindo Garay, Pepe Sánchez, Matamoros, María Teresa Vera… todo inspira, la vida, la guerra, el hombre y sus ambiciones, la mujer, la explotación, el amor, el paisaje, los símbolos patrios, la cubanía.

 

“También he musicalizado poemas del gran intelectual Regino Eladio Boti, por quien siento gran afinidad. Yo casi me crié en su casa, con Flora (hija y albacea de Boti) sabia mujer, ya desaparecida, quien me guió en la escritura de mis versos.

 

“La idea de musicalizar poemas de Boti junto al amigo y hermano Josué Oliva no fue fácil, porque se trata de textos complejos en la forma y el léxico. Fruto de arduo trabajo e investigación hicimos un disco, en el que cada uno interpretó 16 poemas. El álbum se llamó Mi paisaje y rápidamente se agotó.

 

“También me mantuve produciendo en la pintura y participé con mis cuadros en la primera bienal de arte contemporáneo de la Habana. Además estuve entre los pioneros gestores del Fondo de Bienes Culturales.

 

“Actualmente voy donde me llamen, pero para quienes me aman y siguen la trova, los miércoles a partir de las 10 am, realizo el espacio fijo Guitarra esperanza, donde junto a cantautores de varias generaciones, compartimos, debatimos e interpretamos temas clásicos como La guantanamera y otros míos, como Guajira Luz, Hombre sol mujer luna, Para tu piel sensual, esta última una poesía erótica escrita por Boti.”

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