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Eusebio enmis recuerdosFue en la década de los 80 del siglo pasado cuando lo conocí, coincidimos en el Instituto de Historia de Cuba. A todas luces era un intelectual inteligente, de alto vuelo, entregado a la defensa del Patrimonio de la capital cubana y a quien gustaba vestir su uniforme de las Milicias de Tropas Territoriales, cuyos hombros remarcaban los grados de teniente de la reserva.

Eusebio Leal Spengler, Doctor, Presidente de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba en la década de los 90, y también de la Comisión Nacional de Monumentos al iniciarse el nuevo siglo; patriota de primera fila, Historiador de La Habana al morir su mentor: Emilio Roig de Leuchsenring (23 de agosto de 1889-8 de agosto de 1964). Así lo recuerdo.

De su personalidad emanaba magisterio y de él aprendíamos, por sus proyecciones investigativas, capacidad organizativa, y talento para llevar un discurso histórico armónico y cargado de belleza estética. Cada encuentro con él, cada intercambio dejaba una lección de vida.

“Los pueblos le deben a su historia y la defienden cada día” repetía con agudeza profesional y espiritual es Habanero Mayor y en ocasión del centenario del deceso del Mayor general Pedro Agustín Pérez, en abril de 2014, a cuyo convite no pudo asistir escribió en carta a Henry Rodríguez, presidente de la Asamblea Municipal de Guantánamo: “A ese hombre, a Periquito Pérez, Cuba le debe mucho”

Múltiples fueron sus visitas a Guantánamo, y en 1987, después de recorrer las ruinas de San Ildefonso, las cuales calificó por sus valores históricos-culturales, como “un patrimonio único en el Caribe”; Florentina Boti, la hija y primera albacea del autor de Arabescos Mentales, fue su anfitriona en el hogar del Poeta, historiador y Jurisconsulto, donde admiró el valioso patrimonio documental del más grande intelectual guantanamero de todas las épocas (1878-1958).

También conoció otros sitios memorables de la ciudad del Guaso, y sostuvo una entrevista con periodistas de Venceremos y Solvisión; mientras Playita de Cajobabo se convirtió para él en sitio obligado, donde sintió gran satisfacción al recorrer la costa del levante cubano que acogió a Martí y Gómez en 1895.

Su paso por Guantánamo incluyó Maisí, a donde llegó con el mismo entusiasmo desbordante, y escaló los casi 40 metros de altura del Faro La Concha y recogió polímitas en uno de los cafetales de La Máquina, poblado principal del municipio más oriental de Cuba, colindante con Baracoa donde fue recibido por su amigo Alejandro Hartmann con quien recorrió la ciudad más antigua de Cuba.

El 15 de agosto del 2011, en la Misa por el quinto centenario de la fundación de la Villa de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa declaró al único vestigio del encuentro de dos culturas en el lejano 1492, la Santa Cruz de la Parra, conservada en la Iglesia parroquial de la Ciudad Primada, como Patrimonio de la Nación Cubana.

Si tenemos un Don Fernando Ortiz, también contamos, para gloria de la cultura y de la historia de la nación a Don Eusebio Leal. Los cubanos, conocedores de su transcendental obra, nunca podremos hablar en pasado del Sabio Caballero.

El Dr. Leal Spengler, Hombre excepcional de talento y cualidades extraordinarias será siempre voz imprescindible del devenir de la nación, uno de los hijos más ilustre de Cuba.