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JagueyEl grupo Jagüey surgió el 5 de octubre de 1975.El toque sobre los tambores le impone órdenes al cuerpo, desde los más bruscos hasta los más lentos movimientos dan vida a la danza, al mensaje hecho cultura y tradición, así el grupo músico danzario Jagüey alimenta su existencia sin que los 45 años cumplidos recientemente pesen sobre esos deseos de bailar, comunicar, sumar aniversarios.

Definido hoy como un ícono de la Universidad de Guantánamo su origen está ligado al contexto estudiantil, del cual nació el 5 de octubre de 1975 y cada año bebe energía.

“Jagüey surge cuando en la provincia funcionaba una filial de la Universidad de Oriente, y por la necesidad de tener una representación juvenil en el Movimiento de Artistas Aficionados de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) para participar en las actividades de las facultades y sobre todo en los eventos competitivos de esta organización.

“Como en nuestro territorio resaltan los elementos religiosos de la cultura francohaitiana y afrocaribeña, la agrupación asumió la preservación de estos a través del arte”, así cuenta Omar Vega Garzón, actual director del conjunto.

Sobre la escena

Con la danza hecha discurso el grupo llega a cada presentación, comunicar es el reto, sin más palabras que la complicidad del cuerpo y la música para conectar con el público, aunque tras ese objetivo hay mucho más de lo que se ve sobre la escena.

“Buscamos las esencias de situaciones reales, históricas, por ejemplo indagamos cómo bailaban nuestros ancestros en un cañaveral durante las manifestaciones de devoción por sus deidades, las características de sus ritos, le añadimos un toque contemporáneo a las representaciones, siempre con la intención de que exista un mensaje claro a través del baile.

“La presencia en el grupo de integrantes cuyas familias conservan las herencias de estas tradiciones religiosas nos ayuda, hemos visitado además centros2 Jagüey Omar Vega Garzón, director de Jagüey, grupo más longevo del movimiento de artistas aficionados de la FEU en el país. espirituales en localidades guantanameras como Honduras y ello nutre la investigación sobre la santería en las obras que presentamos, para lograr que las personas sientan el hecho folclórico”, añade Vega Garzón.

Actualmente 44 miembros conforman el conjunto, múltiples tareas se combinan en los esfuerzos por cada pieza, se trata de algo más que horas de ensayo.

“Hay personas en la agrupación que se dedican a los estudios mediante el trabajo de campo, otros asumen la parte creativa relacionada con la selección musical y las alternativas que le imprimen variedad al trabajo, mientras que algunos laboran en el diseño, a partir de las coreografías, el vestuario y la escenografía”, explica el director del conjunto.

Los 45 años que alimentan la historia de Jagüey hablan de una evolución marcada por el intercambio con otros grupos de reconocido prestigio que cultivan el arte danzario en el país tales como el Ballet Lizt Alfonso, el Folclórico Nacional, el de la Televisión Cubana, además del permanente vínculo con conjuntos locales como Babul, Danza Libre y Danza Fragmentada.

Con casi medio siglo a cuestas, el grupo perdura por un fuerte sentido de pertenencia, y por el compromiso de su director que apuesta por renovar energías todo el tiempo.

“Al iniciar cada curso intercambiamos con los estudiantes de nuevo ingreso a la UG, exponemos lo que hacemos y el significado del grupo en la vida cultural universitaria para posibilitar la inserción de nuevos integrantes”.

Profesores, estudiantes y trabajadores del centro de altos estudios guantanameros conforman el conjunto, que celebra más de media decena de lauros en los festivales nacionales de artistas aficionados de la FEU. Además han merecido el Premio Guamo y la reconocida réplica del machete del Generalísimo Máximo Gómez, entre otras distinciones.

Hasta naciones de Europa y América ha llegado el arte de esta agrupación, pero fue durante una presentación en Cuba donde se puso a prueba la capacidad del conjunto para mantener la conexión con el público.

1 JagüeyElementos de la cultura francohaitiana y afrocaribeña se mezclan en el quehacer artístico del grupo.

“En 1999 participábamos en un festival en el teatro Camilo Cienfuegos de Villa Clara, presentábamos la obra La Rebelión de Agaú, en la cual un negro esclavo se subleva contra el mayoral y lo mata, en ese momento se rompió una parte del escenario y pese a eso Jaguey siguió bailando y quedó como parte del espectáculo ante la sorpresa de los espectadores que se llevaron las manos a la cabeza”.

Nuevos retos mueven las aspiraciones del grupo: fomentar el trabajo en las comunidades, la interacción con el público infantil y de necesidades educativas especiales, así como con los adultos mayores y lograr un espacio fijo, ideas que nutren y fortalecen su arte singular como catalizador de la vida universitaria.