Más de 300 títulos se han publicado bajo el sello El Mar y la Montaña
Fue cuestión de principios, la cultura era lo primero que se debía salvar. El Comandante en Jefe Fidel Castro, con ese espíritu irredento que tanto nos asombra, decidió (en medio de las restricciones derivadas del Periodo Especial) crear el Sistema de Ediciones Territoriales (SET): cada provincia merecía tener la posibilidad de que los escritores publicaran sus libros.
A 20 años del suceso, aún parece un sueño aquella noble idea, ¡cuántos autores cubanos con talento, por el mundo, y sin la oportunidad de sostener el difícil oficio de escribir! Desde aquel histórico año 2000, la realidad es otra. Las primeras tiradas en forma de folletos marcaron el debut de pequeñas casas consagradas a promover la mejor literatura cubana de ayer y de hoy.
Fue así cuando el 13 de agosto surgió en Guantánamo la editorial El Mar y la Montaña, en saludo al cumpleaños del Comandante en Jefe. Por entonces, bastaron para echar a andar los equipos de impresión (las famosas Risograph), computadoras, guillotinas, presilladoras, papel; además, se capacitó a los operarios, editores y diseñadores que trabajarían en esas entidades.
“¿Nuestro primer texto? La necrópolis de los vivos. Diccionario de autores guantanameros, de Rissell Parra Fontanilles y Margarita Canseco Aparicio -rememora Cecilia Elías Guerra, actual especialista principal de la editorial del Guaso-, como no teníamos toda la experiencia, se hizo en blanco y negro, sin mucha belleza, mas perdura en la memoria, y muchos autores se vieron reflejados. Ese libro ya tiene tres ediciones, porque cada año ampliamos el catálogo autoral”.
Más de 300 títulos se han publicado desde aquella primigenia iniciativa, el campo de géneros tradicionales creció a tal punto que hoy existen cinco colecciones Polymita (infantil), Narratium (cuentos, novelas y ensayos para adultos), Managüí (investigaciones históricas), La Fama (poesía para adultos) y La Torre, para el mejor libro del año.
En estas dos décadas de arduo bregar y constantes carencias, jamás han faltado ánimos para crear, y gracias al quehacer de personalidades como Rissell Parra, Mercedes Rodríguez, Mireya Piñeiro, Yaimara Diéguez… contamos con una prestigiosa editorial. Así lo ha reconocido el Instituto Cubano del Libro, al entregarle varios premios La puerta de papel, a publicaciones de la casa editora.
“Obras como Baracoa, más allá de La Farola de Ariel Soler Costafreda; Guiño travieso, de Gregoria Bollé Pineda; La canción de la noria, de Rissell Parra, y Odessa, de José Ángel Ibáñez Moncada, merecieron La puerta de papel, que premia al autor, al editor y al diseñador, y le asegura al libro la reedición si no está disponible en la red de librerías”, agrega Elías Guerra.
Cecilia Elías, líder de la casa editorial.
Un trabajo de cuidado
La industria editorial es una faena de extrema exquisitez. Requiere habilidades, cultura del detalle, conocimiento del idioma, sensibilidad, capacidad para jerarquizar y seleccionar lo mejor, lo nuevo, lo atractivo… sin obviar los intereses del lector. Pareciera obra de centenares de personas, sin embargo, en el Mar y la Montaña, siete especialistas son los responsables principales del proceso:
Cecilia Elías, especialista principal; José Raúl Fraguela, editor de la revista El Mar y la Montaña; Marcial López Romero, encuadernador e impresor; Marisol Ojeda Cumbá, mecacopista (responsable de la corrección, transcripción y composición del libro), Mireya Piñeiro, editora, Víctor Enrique Sánchez Silveira, diseñador, y Sonia Quintana, colaboradora del taller de producción para la encuadernación y el acabado de las creaciones.
Todo se hace manualmente, pero gestionar una editorial implica más que la revisión e impresión, así lo hace notar la especialista principal.
“Desde principios de año abrimos puertas para recibir las propuestas de los escritores, de ahí esas obras pasan a un grupo de lectores expertos (generalmente autores selectos con alto dominio en cada género), ellos emiten valoraciones y se procede a elaborar un plan, que se debate y aprueba en el Consejo Editorial provincial, que preside el director de Cultura”.
De conjunto con la Asociación Hermanos Saíz, la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, el Sistema de Casas de Cultura, la Unión de Historiadores de Cuba, las universidades… se seleccionan los textos a publicar en el año y entonces comienza la otra cadena productiva, donde la trilogía autor-editor-diseñador desempeñan un rol fundamental para concebir esos tesoros que van a los estantes de librerías y bibliotecas.
En más de una ocasión, los impresos de Guantánamo han sido comparados con los de editoriales nacionales, y es que ello obedece al esfuerzo y esmero de personajes únicos, cuyos nombres solo aparecen en letras pequeñas, allí donde pocos suelen leer. Marisol Ojeda es de esas obreras imprescindibles en la industria editorial guantanamera.
“Estos 20 años han sido de constante aprendizaje y crecimiento, cambiando de una tecnología a otra, velando por la redacción y estructura coherente de los libros. Soy egresada de un curso en La Habana y llegar acá pues fue una sorpresa, pero hoy estoy encantada con lo que hago”, asegura Marisol.
Marcial López también agradece ser parte de la historia editorial del oriente cubano. Junto a Víctor E. Sánchez y Marisol inició en 2000 esta aventura; ya había colaborado en la impresión de la revista El Mar y la Montaña y el periódico Venceremos, pero la nueva tarea era diferente.
¡Imprimir más de 600 ejemplares de un libro en una semana!, pero Marcial disfruta como nadie hacerlo. Él se toma su tiempo, organiza los pliegos, los pasa por la guillotina, les pone pegamento y luego los presilla, así va de uno en uno. Luego toca colocar la cubierta (en ese momento todos le apoyan, especialmente Sonia Quintana), terminada esta última parte, se procede a cortar otra vez en la guillotina: cabeza, pie, frente y ¡listo!
“Siempre cumplimos con los encargos, incluso si hay que quedarse horas extras -afirma Marcial, el as de la impresión- es un compromiso con lectores y escritores, a quienes conozco y aprecio, además, siento el orgullo de ver cómo muchos han crecido y son hoy reconocidos nacionalmente como Ana Luz García Calzada, José Sánchez Guerra y Eldys Baratute por mencionar algunos”.
La mayor satisfacción
Los libros que se editan en el Mar… tienen asegurado el código ISBN como reconocimiento legal, así nadie puede plagiar las creaciones guantanameras. Esa garantía es importantísima para los autores, pues se conoce de obras que han llegado a ser famosas en Estados Unidos, Canadá, Colombia; fue el caso del manual Aprender a tocar changüí, de Ramón Gómez Blanco.
Aunque los libros más vendidos suelen ser los de historia, como Mambisas del Alto Oriente, de José Sánchez Guerra, e Historia de Guantánamo 1494-1898, de Ismael Alonso Coma, la editorial cada vez tiene más ofertas, tal es el caso de las investigaciones socioculturales Guantánamo tiene su changüí, de Yaremi Estonel, y La Loma del Chivo. Una historia contada por su gente, también de Estonel, esta vez con el pintor Oscar Nelson.
Actualmente apuestan por ampliar el catálogo de publicaciones con autores nacionales, como parte de un plan especial para rescatar clásicos de las letras antillanas. Forman parte del proyecto: Las viejitas de las sombrillas, de Manuel Cofiño; Llena eres de gracia, de Rogelio Riverón; Mañas y patrañas del beato Sebastián de Mulas, de Luis Cabrera Delgado, y Panchito, cacique de montaña, de José Barreiro, este último en coedición con Casa de las Américas.
Otras novedades son: Música de las palmas, antología poética de José Raúl Fraguela, sobre poetas que han escrito a la palma real, desde el siglo XIX hasta acá, y Cáncer de páncreas ¿prevenible?, del doctor Ángel Piriz Momblant, que seguro serán del agrado del público, principal razón que motiva cada año a cultivar tesoros literarios entre el Mar y la Montaña.
Marcial López, operador de la impresora Risograf, que impulsa con calidad y rapidez la industria editorial