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Esperanto¿Puede una lengua decidir el destino del mundo? ¿Garantizar la paz, la tolerancia, la comprensión…? L. L. Zamenhof, un oftalmólogo polaco de finales del siglo XIX, creyó que sí era posible, y en parte tenía razón, por eso cuando sentó las bases del Esperanto, como idioma universal muchos se sumaron a esa noble iniciativa que ponderaba la comunicación como esperanza de un futuro mejor.

Tal fue el impacto de aquella innovación que actualmente millones de personas hablan esperanto, en más de 120 países, principalmente en Europa Central, Europa del Este, Brasil, China y Asia del Este, donde sirve como una herramienta de suma utilidad para el entendimiento entre hombres y mujeres de diversas regiones; la expansión, más allá de límites geográficos y temporales, permitió que dicho fenómeno llegara también hasta Cuba.

Desde principios del siglo XX los cubanos abrazaron la nueva lengua, bajo la tutela de personalidades como el etnólogo, antropólogo, jurista, arqueólogo y periodista Don Fernando Ortiz. Asociaciones, revistas y actividades culturales se realizaron en el país, desde 1900, hasta que el 16 de junio de 1979 se funda oficialmente la Asociación Cubana de Esperanto (Kuba Esperanto-Asocio, KEA), afiliada a la Asociación Universal de Esperanto (UEA) desde 1983.

Guantánamo no se quedó atrás en ese movimiento intelectual y en 1981 empiezan las primeras clases esperantistas a cargo del doctor Héctor Salgado, un veterinario que escogió la Secundaria Rafael Orejón para instruir gratuitamente a los interesados.

Salgado es muy conocido por su participación en los experimentos para el uso medicinal del veneno del alacrán, pero también fue clave en la masificación del idioma artificial; incluso se impartían clases en Caimanera; así se formaron discípulos como el doctor Roberto Cutiño, quien luego continuó la labor de enseñar el esperanto, como primer derecho y deber de quienes deseaban formar parte de la actual organización no gubernamental.

En febrero 1992 la “fiebre” esperantista toma nuevamente al Alto Oriente Cubano, sobre todo los sábados en la Escuela de Idioma, pero también en otros municipios surgieron seguidores, de modo que el 19 de febrero de 1993, se crea el grupo municipal, que hasta hoy funciona como filial provincial pues opera como asesor de todo el territorio.

Los esperantistas venían de todas partes, de las ciencias, la cultura, el deporte… porque lejos de ser una condición de élites como se creyó inicialmente, se trataba de un espacio abierto a todos los ciudadanos que deseaban incrementar su cultura aprendiendo y usando el idioma.

El principio de cero discriminación, respeto y tolerancia entre las personas, hizo que la organización ganara adeptos por doquier, bajo el principio de la voluntariedad. El único requisito indispensable era tener noveno grado, porque se deben poseer conocimientos elementales de gramática española.

Hasta la fecha suman más de una treintena los miembros de la filial guantanamera, de distintas profesiones y oficios, sobre todo, radioaficionados, médicos y profesores, aunque también hay grupos nacionales de periodistas, ingenieros arquitectos, personas con discapacidad, deportistas, fanáticos de la numismática… quienes se unen para debatir temas comunes, intercambiar experiencias cada martes, jueves y sábado en la Biblioteca Policarpo Pineda.

La asociación, creada sin ánimos de lucro, cada 15 de diciembre en saludo al natalicio de L. L. Zamenhof, y desde 1994 realiza además el único evento del país dedicado a fomentar el uso del esperanto, con participantes de toda Cuba y del exterior; un espacio de lujo, de alto valor académico por la trascendencia local, regional y mundial de los temas que aborda.

Pasado casi siglo y medio del surgimiento de aquel idioma esperanzador, el mundo aun no logra conciliar las múltiples diferencias que motivan conflictos y males por doquier, sin embargo los esperantistas mantienen la fe en el cambio de paradigma de las relaciones internacionales, defienden el diálogo como pieza clave, aquí y en muchas otras partes del planeta, confiados en el poder de las palabras para la salvación del hombre.