Raidel terminadoRaidel Santana opta ahora por ser miembro de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas.Con regla milimétrica chequea los detalles con exactitud; en papel tiene moldeadas las formas que necesita, pieza a pieza; en la mente ya está definida la estructura como una fotografía, solo resta llevar a cabo la obra.

Es una rutina de horas, de días, así Raidel Santana Moreno ensambla cada uno de los miniautos contemporáneos y modernos que adornan la sala de su casa y la de muchos amigos.

Construidos a partir de materiales desechables como trozos de PVC (un tipo de plástico), esas manualidades son su forma de hacer y ver el arte, con el mismo rigor y precisión de cualquier profesional.

“Trato de no cometer errores, porque iría en detrimento de la imagen y el esfuerzo que pongo en todo”, apunta este joven que durante cuatro años se ha consagrado a la creación de más de una decena de vehículos en pequeño formato, incursionando de forma poco convencional en la artesanía.

“Desde pequeño me gustó el arte. En alguna ocasión visitamos una vivienda donde quedé hechizado por la réplica de un auto que adornaba la sala. Entonces me dije que debía aprender a hacerlo, y me puse en ello. Los primeros ejemplares no fueron los mejores, pero sirvieron para seguir adelante y perfeccionarme”, apunta Raidel, quien tiene 22 años.

“Decidí trabajar con PVC, que se usa en carteles, por ejemplo, porque me era más fácil de moldear. Compré recortes y desechos en las empresas, busqué latas, pedazos de aluminio, madera, plásticos y me puse a trabajar por más de 30 días. Confeccioné un solo auto, pero valió la pena”, afirma el novel artesano quien por tradición recoge mediante fotografías la totalidad del proceso de gestación y acabado de las creaciones.

Jeeps, autobuses escolares amarillos americanos, carros transportadores de carga, camionetas... figuran en el catálogo de Raidel, quien aclara que el tamaño de las obras no es proporcional al trabajo arduo que demandan.

“Llevan una exquisita preparación: primero diseño la plantilla, yo mismo dibujo el proyecto en la escala de 21 centímetros (cm) de largo x 7 cm de alto. Luego tomo el material y lo recorto, con sumo cuidado, usando como principal equipamiento cuchillas, porque carezco de otros utensilios más avanzados. También me valgo de pinzas pequeñas (hasta de cejas) para colocar cada pieza en su sitio y así voy dando forma al objeto”, devela.

El proceso creativo completo tiene lugar en la cocina del hogar, allí de 8:00 am a 6:00 pm Raidel monta su taller alternativo, donde pensamiento y acción confluyen para generar nuevas obras, a partir del pedido de algún conocido o simplemente resultado de la observación del entorno circundante.

“Quienes ven lo que hago se sorprenden por el nivel de detalle en la composición -explica el entrevistado-: invento los asientos, las piezas del motor, el timón, las ventanas, el limpiaparabrisas, las llantas, las ruedas, por eso me tomo tanto tiempo, pues confeccionar un componente puede durar de una a dos horas”.

Raidel es un creador autodidacta. Si bien en su formación ha sido de gran utilidad la integración al proyecto sociocultural del artista Roger Alba, en el oeste de la ciudad, el mayor mérito lo tiene él mismo, un joven que ha sabido pulir el talento, con esmero y preocupación.

“Reviso Internet para ver videos tutoriales y aprender más técnicas, pido consejos a los más avezados en el gremio, pero prefiero nutrirme de la realidad inmediata y experimentar -significa-. En el futuro me gustaría incluirles a los autos otras funcionalidades, quizá darles más vida, también quisiera montar maquetas, edificaciones, motos, motorinas...

Un universo en miniaturas, ese parece ser el propósito final de este guantanamero, quien domina, además, la pintura, el dibujo, la cerámica e incluso la restauración, pero prefiere dedicar su vida a la artesanía, esa que aún hoy le despierta la misma emoción y curiosidad que de niño le llevó a armar su primer auto de juguete.

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