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Ana Chely Matos ToiracAna en su papel como maestra, en una presentación de Komotú y payasita, en TV.

El teatro como profesión requiere gran habilidad de interpretación y un profundo conocimiento del entorno, solo así se puede asumir un papel que despierte en la audiencia el asombro o las gustosas carcajadas. 

 

¡Cómo no emocionarse cuando se apagan las luces y empieza a acontecer la magia de cada escena! Esa que te ayuda a liberar las tensiones del día y alivia el estrés del trabajo o la escuela.

La dramaturgia es una rama del arte escénico que no debe morir jamás, aunque solo sea para tener un motivo para hacernos salir de casa.

Hay que agradecerles a esos artistas que lo dan todo en el escenario, que se consagran desde jóvenes para dar ánimo, valor y hasta esperanza, con su performance.

Sorprende saber que incluso fuera de escena también son capaces de envolverte con las palabras y hacerte reír. Ana Chelys Matos Toirac es de esas actrices guantanameras que logran calar el alma cuando dialogan contigo.

Venceremos la entrevistó a propósito de su más reciente estreno y en unos asientos del teatro de la emisora (justo después de grabar su programa radial Los Pinos Nuevos) conocimos detalles interesantes de la trayectoria de la actual directora del grupo Títeres Corpus y miembro del humorístico Komotú.

Llegada a las tablas

Nacida en Maisí con un talento innato, "ese que cada persona lleva consigo, aunque no lo desarrolle o no se dé cuenta que lo tiene", Ana revela que fue gracias a la Casa de la Cultura de su tierra que se acerca al mundo de la actuación.

 

"Yo quería ser otras personas, mostrar las problemáticas de la gente, claro, desde el pensamiento de un niño y con cuentos infantiles. Estaba decidida a ser actriz".

Entonces supo de la cruzada teatral Guantánamo-Baracoa y fue de los primeros pequeños que se adentraron en el mundo artístico, inspirados en ese proyecto sociocultural.

"Me presenté a las pruebas de la Escuela de Arte de Nivel Medio -continúa- y aprobé. Ese año había un montón de niños y yo la única de Maisí. Empecé a estudiar en la escuela Manuel Muñoz Cedeño, en la provincia de Granma, aun cuando se me hacía difícil el trayecto, porque Bayamo y Maisí están bien distantes. La mayoría del tiempo la pasaba en la institución, pero nunca fue problema para mí.

"No rendirme fue la clave, debemos avanzar sin miedo entre los obstáculos, proponernos metas, experimentar... por eso cuando me gradué quise hacer teatro dramático (algo poco común aquí entonces), pero por cuestiones de la vida terminé en el Guiñol Guantánamo, donde hice las prácticas preprofesionales por un año.

"Recuerdo que le dije a la directora: gradúame nada más, que yo voy a hacer arte dramático, títeres NO. Mas cuando probé la experiencia con los niños, me enamoré", confiesa.

Sin embargo, Ana ha demostrado que puede trabajar con otros públicos y asumir roles con la misma audacia y perspicacia que frente a los infantes.

"Sí, -afirma la joven- la vida me ha puesto buenas cosas en el camino. Llegó el humor un día y ahora no puedo vivir sin él. Es una tarea igual de difícil, porque hacer reír es cosa seria. Miguel Moreno, Alexis Ayala y Yasnay Ricardo me dieron la posibilidad de unirme a Komotú. La asumí y es una de mis pasiones.

"Entre los grupos de humor que hay en el país, Komotú es el único que tiene dos mujeres, o sea, que yo tuve como referente solo a Yasnay. He tenido que construir mi estilo en la marcha, pero al menos no he estado sola. Agradezco tener una compañera de viaje que enfrente conmigo todas esas adversidades".

En el arte no hay imposibles

Ana goza hoy de la aceptación de los guantanameros, varios premios bien merecidos, puestas en escena aplaudidas, sonrisas sinceras, y el orgullo de integrar la fila de la vanguardia artística joven: la Asociación Hermanos Saíz.

Sorprende su modestia cuando le preguntan si tiene alguna obra preferida y explica que las adora a todas, porque le aportan algún valor, enseñanza, experiencia.

"Cada pieza me ha servido para cerrar un ciclo determinado de mi vida artística.

"Ahora, por ejemplo, como directora estrené Una para todas, algo nuevo tanto para mí como para el resto de los actores, porque me salgo un poco del confort del trabajo para niños y entramos al teatro para adolescentes.

"La protagonista tiene múltiples personalidades, porque padece de esquizofrenia, y realmente hubo que pensar todo muy bien para que la audiencia entienda eso, y además llevar un mensaje de apoyo a las familias que lidian con tal situación".

Ana tiene una agenda muy apretada. Escribe Los Pinos, programa radial para los niños mañaneros. En las tardes la podemos encontrar en el Teatro Guiñol con su grupo Títeres Corpus y a las 5:00 pm ensaya con Komotú.

"Llego a la casa para escribir porque tengo que entregar programas a la emisora. Trabajo tanto que tengo que programar por horarios, para que nada quede pendiente.

"Además, soy madre, una condición que me ha cambiado la vida en lo humano y lo profesional. Tengo que atender a mi hijo, que es lo primero, pero sin renunciar al teatro. De la experiencia maternal han florecido hasta ideas para el tabloncillo como la obra Una para todas”.

Ana también es amante de los animales (principalmente de su perra Linda y su gata), a quienes cuida con esmero, sin dejar de lado ninguna de sus responsabilidades.

Es toda ternura, como aquella muñequita Lolita, personaje interpretado por la actriz, y a quien muchos recordarán en El rincón de los amigos, un programa de la televisión que se ganó el corazón de los guantanameros.

"Aprecio enormemente la candidez de la gente que me sigue, hubo hasta quién se preocupó por mí cuando viví la triste experiencia de padecer COVID-19 con mi hijo.

"Fue difícil. Cuando uno pasa por eso se da cuenta de que la vida es muy corta y que tienes que aprovecharla al máximo, porque estás hoy, pero mañana puede que no.

"Entonces hay que darle valor a todo, en especial a las personas. Nosotros salimos bien, pero la persona que me contagió falleció. Por eso hay que cuidarse para no volver a caer.

"El camino ha sido largo, duro, y uno debe saber levantarse siempre. Todavía tengo juventud -dice y una leve sonrisa asoma en su rostro-, espero que todo lo que queda en mi trayecto incluya cosas agradables en materia artística. Mientras tanto prefiero crear a diario, obrar para la satisfacción del público, no estoy conforme con lo que he hecho, por eso con seguridad, voy a por más".