La Escuela de Arte constituye una cantera segura para el Centro de la Música al formar las nuevas generaciones de intérpretes.
El año 1962 marcó un momento clave en la historia de la Revolución. Siguiendo las ideas del Comandante en jefe Fidel Castro y como resultado directo del encuentro con los intelectuales, se funda en La Habana, durante el mes de marzo, la Escuela Nacional de Arte, centro clave para la transformación y crecimiento espiritual de los cubanos.
Miles de niños, adolescentes y jóvenes con aspiraciones artísticas, talento innato y sin distinciones de raza, origen social, lugar de proveniencia o credo, hallaron cobijo en las aulas de la naciente enseñanza.
Mientras la capital era un hervidero de pasiones y se preparaban los claustros para la nueva meta del pujante estado socialista, en Oriente, específicamente en Guantánamo, una señora de fe inquebrantable apostó todo de sí para cumplir, aquí también, el sueño fidelista.
Antonia Luisa Cabal Salis (Tusy) fue fiel promotora del derecho del pueblo a acceder a la cultura, para aprender a apreciarla, disfrutarla y marcar improntas. Por eso, tempranamente junto a su colega Rafael Inciarte Brioso, se dio a la tarea de crear una escuela en el Guaso.
“Ya Tusy tenía una academia, al igual que Inciarte, pero el sueño de ambos era más grande y había que unirse -explica a Venceremos Andrés Sayú Quiala, veterano pedagogo del campo artístico-. Comenzaron con cinco especializaciones: Piano, Clarinete y Saxofón, Contrabajo, y Violonchelo. Todo fue en enero y febrero de 1962, con alrededor de 30 alumnos como matrícula.
“En abril, oficialmente Tusy es nombrada directora; Inciarte, subdirector, y el resto del colectivo lo integrarían Luz Julia Devesa, Carmen Coloma, Walkiria Camps, Ana Irigoyen, Antonio Puig y Manuel Martí. El nombre inicial del centro fue Luis Artemio Carbó Ricardo, en homenaje a un combatiente, estudiante de Saxofón, que cayó en las arenas de Playa Girón”, detalla mi interlocutor.
Con la música germinó la formación artística en Guantánamo, esa que prosperó bajo el celo constante de Cabal Salis, considerada por ello como la Madre de la manifestación. Paso a paso se amplió la familia y hoy se enseñan 15 instrumentos de viento, cuerdas y hasta percusión.
“A partir de 1969 la escuela siguió creciendo. En los 70, con Raquel Agüero se oficializa la enseñanza de Ballet, acompañada por Mayra Nodas, la pianista Aimee Cisneros y Sara López San Martín, que impartía Francés.
“Tras conversaciones con el maestro Luis Díaz Mauricet, se incorpora la especialidad de Artes Plásticas, con profesores como Oscar Nelson, George Pérez, Dibb Augusto Pichardo y Elio Martínez. En el 79 empieza Danza, con un tabloncillo que hasta la propia Alicia Alonso elogió, y en el claustro: Ada García, Mercedes Licea, Miguel Paján y Aisa Rodríguez”, rememora Sayú Quiala.
Los estudiantes de danza guantanamera en 2019 sobresalieron en el III Encuentro Internacional de Intercambio entre Academias de la manifestación.
La constitución de la Escuela Vocacional de Arte Regino Eladio Boti, el 7 de septiembre de 1981, marcó el punto culminante de los esfuerzos del Gobierno en pos del progreso cultural de la provincia. Desde allí se estimularía el conocimiento integral de cada materia, mientras especialidades como la Danza se perfeccionaban con elementos de ballet, técnica contemporánea y folklórica.
“Tusy acompañó los cambios en cada etapa -significa Andrés- inculcando ese sentido de pertenencia con el arte y los valores de laboriosidad y responsabilidad. La unidad en torno a ella fue la clave de muchos éxitos, porque exigía sentirnos artistas de excelencia en el aula y fuera. La maestra era primera al actuar en la Brigada de la Frontera, los albergues cañeros...
“La cultura guantanamera tiene una deuda eterna con Antonia Luisa Cabal -sentencia Dagnelis Cardosa Díaz, profesora y pupila de Tusy- como los miles de artistas graduados aquí, cuyas creaciones han enriquecido el panorama local, nacional y universal, e incluso retornaron a las aulas para impartir sus conocimientos a nuevos profesionales”.
Tras el empeño, más frutos
Hace 41 años abrió la EVA Regino Boti con una matrícula superior a los 300 estudiantes, entre la Enseñanza Primaria y Secundaria Básica de las especialidades de Música, Ballet, Artes Plásticas y Danza.
El colectivo docente se prestigiaba con profesores como Elfriede Mahler, Ángel Laborde, Ladislao Navarro, Ernesto Johnston, Ángel Rodríguez, Francisco Speck, Hilda Barba Melián, Sara Parúas, Sara López, Clarisa Creagh, Rolando Fernández, Olga Favier, entre otros.
La institución se convirtió en un baluarte de la cultura local, acreedora del Diploma de Mejor Centro a Nivel Nacional, la Placa 50 Aniversario de la Fundación de la Central de Trabajadores de Cuba, la Bandera de Honor de la Unión de Jóvenes Comunistas, así como cartas de felicitación del General de Ejército Raúl Castro Ruz, y de Armando Hart Dávalos. Igualmente, por sus pasillos anduvieron famosos artistas cubanos y extranjeros.
En el año 2001 se separa de la escuela la rama de las Artes Plásticas para fundar su Academia, con unos 25 talentos de todos los municipios, bajo la dirección de Evelio Pérez Rodríguez y una treintena de catedráticos, muchos de ellos miembros de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y la Asociación Hermanos Saíz, como fortaleza para el sistema de educación en la provincia.
De la Academia egresaron grabadores, pintores, escultores, ceramistas… muchos de los cuales hoy forman parte de la vanguardia artística joven.
Sin embargo, las escuelas de arte, como la sociedad, se transformaron con el tiempo. Especialidades como Ballet y Artes Plásticas dejaron de impartirse en nuestro territorio y en la búsqueda de la optimización de los pocos recursos disponibles, a partir del 2013 la enseñanza se sometió a una reestructuración.
Debido a la solidez de la provincia en materia musical y danzaria, Guantánamo hoy cuenta con dos entes formadores: la Escuela de Música Antonia Luisa Cabal y la Profesional de Danza Alfredo Velázquez, esta última con carácter territorial, pues forma a jóvenes bailarines de la zona oriental, o sea, de Holguín, Granma, Santiago de Cuba y nuestra tierra.
Continuadores del legado de Tusy, pero también de figuras legendarias como el propio Alfredo Velázquez (impulsor de la inclusión del nivel medio de danza aquí), los colectivos de los aún jóvenes colegios asumieron con rigor la intensa preparación metodológica y profesional que demandaba el Alto Oriente, como resultado no solo sobresalieron en encuentros y talleres nacionalmente, sino que contribuyen a la concreción de diversos proyectos artísticos locales.
La Enseñanza Artística aquí ha merecido elogios de figuras de renombre como Pachito Alonso, quien compartió con los talentos guantanameros.
El hoy de las escuelas, y el mañana
El ingreso a los centros formativos artísticos se realiza según las condiciones anátomo-fisiológicas necesarias para cada profesión. Es un proceso riguroso, selectivo, en el que prima la vocación y la aptitud antes que la masividad. Por eso suelen ser pocos los educandos, aunque mantenerlos resulta altamente costoso: más de 90 millones de pesos del presupuesto nacional.
Evelio Pérez Rodríguez, director de la Escuela de Música, resalta cómo en medio de las limitaciones económicas la provincia no ha paralizado el proceso docente. Al contrario, se mantiene un claustro de alto nivel y los egresados de acá están diseminados por Cuba, tributando con su saber a diversos formatos y estilos.
Ni siquiera la COVID-19 detuvo la enseñanza, incluso cuando ambas sedes (la de Danza y la de Música) se convirtieron en Centros de Aislamiento, con profesores que apoyaron a los servicios de Salud como refuerzo. En ninguno de los sitios hubo eventos de transmisión institucional, lo que habla del compromiso con que se asumió esa otra tarea, también prioritaria para músicos, bailarines, coreógrafos, titiriteros que jugaron su rol en ese escenario.
Clases por Whatsapp, consultas a través de llamadas telefónicas, el control del aprendizaje y la visualización de las teleclases casa a casa, por Consejos Populares, y finalmente la sistematización de conocimientos, al regresar a las aulas y la presencialidad, fueron algunas fórmulas usadas para continuar la formación de los futuros artistas, siempre incentivando la autorresponsabilidad.
“Los artistas son, casi por norma, introvertidos. Por eso la atención es más individualizada y compleja, normalmente. Un buen maestro sabe cómo moldear esa gema que se lleva dentro y acá eso tratamos de hacer y lo hemos logrado, pese a cualquier dificultad”, apunta la profesora Zuleika Nelson Matos, responsable de las asignaturas teóricas.
“Uno aprende mucho con estos muchachos. De cómo el arte se vuelve el único lenguaje para canalizar esas pasiones, tormentos, aflicciones, deseos, traumas –confiesa la psicopedagoga Miriam Ramos Rodríguez, quien también trabajó en la antigua Academia de Plástica- yo digo que viven enamorados, y yo estoy enamorada de cuanto hacen, solo así puedo educar y ellos aprender”.
En 60 años de existencia por y para los guantanameros (y cubanos en general), el sistema de la Enseñanza Artística tiene muchos más logros, nombres, historias que contar, también son múltiples los obstáculos, cuya solución dependerá de una más efectiva correlación entre las escuelas, la institucionalidad y la sociedad, para que en lo adelante sigamos disfrutando del placer que brinda cada compás danzario, trazo, pincelada y nota musical.