Palabras del crítico Jorge Núñez Motes que acompañan a la exposición Permafrost, del artista visual santiaguero Carlos René Aguilera, abierta al público en la sala La Celosía, de la sede en Guantánamo de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba:
¿Osos polares en el trópico? También tardígrados y otros organismos casi desconocidos. Toda una peculiarísima fauna que se “libera” cuando el “permafrost”, o la capa del suelo en permanente congelación pierde ese estado y se licúa, gracias (¿...?) a algún agente externo que lo provoca.
Estos seres extremófilos que perviven e interactúan en hábitats diferentes a los suyos habituales, husmean y se regodean en los contextos tropicales. ¿O es al contrario? Será que nuestro hábitat ha trasmigrado a esas otras regiones ignotas en las que el permafrost se diluye. Cuestión de época.
Todo es posible por la magia creativa e imaginativa de Carlos René Aguilera, creador que desde la visualidad nos ha acostumbrado a lidiar con las metáforas de lo insólito, de lo impensable. Hoy son los osos polares y de agua; pero alguna vez fue la Torre de Tatlin, ejemplo inviable del pensamiento de la vanguardia y metáfora del deber ser del artista.
Más allá del signo (oso, torre, organismos invertebrados o bacterias), la obra de Carlos René en su complaciente gozo visual – innegable el paradójico disfrute de esos contrasentidos – es un inquietante reto intelectual: la fiereza del oso, opacada por la ingenua blancura del pelaje. Personajes albos, hermosos y hasta juguetones; cuidado.... son osos, bacterias y organismos desconocidos para la ciencia.
Así, Permafrost opera como una suerte de liberación autorreferencial para CR. La pulpa de papel en tanto doble soporte, se esparce sobre la tela para crear el universo visual que guarda el alma del creador, como la historia del mítico pintor chino.
En este diluirse del suelo congelado en el que como espectadores nos asentamos, seguro lograremos la transmigración con esos seres extremófilos que pueblan el permafrost. También cuestión de época.