Josue verticalPara Josué Oliva Matos, la música es parte indisoluble de su existencia. Más que una profesión, encuentra en ella una conexión con su pasado, un pilar fundamental en su presente y un camino hacia el futuro. Es, sin dudas, su motor impulsor.

 

Tiene cerca su guitarra, como si no existiera Josué sin el instrumento y viceversa. El blanco de su cabello muestra su experiencia, y su expresión afable, la felicidad de alguien que ama lo que hace y se nutre cada día de ello. Habla con cariño de su tierra, familia, infancia; pero cuando surge la trova en la conversación es que todo, momentáneamente, cobra sentido.

 

De su padre, quién "tocaba un tres auténtico" heredó Matos Oliva la pasión desenfrenada por la trova, que corre por sus venas como la sangre misma. Fue en aquellas interminables reuniones con los amigos del barrio, donde forjó, a ritmo de changüí, su alma de músico enamorado de la identidad cubana.

 

Con un nivel medio de estudios musicales e influenciado por el auge de la canción inteligente en los años 70, Josué realiza su primera incursión musical con el Grupo Frontera. Siempre primó en él la fascinación por el nuevo género que en aquel entonces surgía.

 

“Era una manera novedosa de defender el folclore latinoamericano, de usar sus instrumentos autóctonos. Nacía por aquellos tiempos el grupo Moncada, además de grandes artistas establecidos: Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Sara González, Amaury Pérez... Los escuchábamos tanto que queríamos parecernos a ellos”.

 

Ama la composición más que a nada. A pesar del paso del tiempo, continúa fiel a sus métodos tradicionales de creación. “Sigo escribiendo a mano y haciendo borrotones como el primer día. Un tema por aquí, otro por allá. Al principio es algo loco, pero después va tomando forma. Siempre tengo la musa presente. A veces nacen muchas canciones en un momento, a veces se demora un poco más, pero lo que más me gusta es crear”.

 

Su destacada labor en la defensa de géneros como el nengón, el kiribá, el changüí, sirvió de impulso para ir al frente de la delegación cubana en el Festival de la Canción Roja de Berlín, años atrás. De esa experiencia, recuerda el honor que supuso “compartir con artistas de todos los continentes, algunos de la talla de Pete Seeger, y exponerles la música identitaria de nuestras raíces”.

 

A pesar de su notable talento e indiscutible experiencia, solo cuenta con un fonograma para inmortalizar su obra. Realizado de forma independiente, de conjunto con el también trovador Mario Zamora y bajo el título Alma y Paisaje, en esta propuesta se musicalizó la obra del poeta guantanamero Regino E. Boti, como muestra del profundo amor que siente Oliva Matos por su terruño y la cultura del mismo.

 

Y es este sentido de pertenencia, entre otras cosas, lo que lo hace permanecer en el territorio. “Yo amo mi cuidad, y sin salir permanentemente de ella he podido viajar por toda Cuba y el mundo. Mucho se habla de un fatalismo geográfico, pues es bien sabido que la mayor promoción en cuanto a medios está en la capital; pero eso no me detiene.

 

“Ya mi familia se ha ido mudando. Gran parte vive en la Habana. Me quieren arrastrar porque dicen que ya he crecido un poco en edad, y es cierto, pero aún tengo el alma joven, por eso sigo creando”.

 

Muchos son los logros que acumula Josué durante sus 40 años de vida artística profesional; sin embargo, es de sus hijos de quién se siente más orgulloso. “Los dos son músicos muy buenos”, me dice, y el brillo en sus ojos lo confirma. “Alejandro se graduó de violín y es un pianista muy bueno. Ernesto, en su obra, ha fusionado la música clásica con lo popular, sobre todo con el changüí, identitario de su provincia.

 

“Ambos son encantadores y no porque sean mis hijos –bromea-. Tienen una nobleza enorme. Son agradables, estudiosos y muy queridos por sus alumnos. A principios de año, di un concierto en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en Guantánamo, celebrando mis 40 años de vida artística. Ambos vinieron de La Habana y compartimos escenario. Fue un momento precioso”.

 

La grabación de dos vídeos clips se encuentra entre sus más recientes proyectos. Estos fueron ideados por el Ministerio de Cultura para visibilizar la obra del trovador guantanamero.

 

“Barrio infancia, uno de los videos, ya se encuentra listo. Se estrenó en Entre Manos, espacio televisivo habanero dedicado a la trova. El otro, No me ha salido el sol, no resultó como esperaba, pero es posible grabarlo nuevamente este mes de agosto”, aseveró el entrevistado.

 

A la figura de Josué está dedicada la presente edición de la Jornada de la Canción Política 4 de Agosto, fecha que recuerda “la efervescencia de los jóvenes de aquel momento y del amor a la Patria, en búsqueda de una forma de defenderla”.

 

“Esta es una canción que no solo abraza al amor en todas sus manifestaciones. También habla de problemas de la sociedad, de inquietudes, inconformidades... y justo ahí están los que sienten por esto y quieren mantener esa manera de decir.

 

“Este evento reúne a trovadores de casi todo el país, y es una manera de conocer qué está haciendo cada cual. Crea lazos de cooperación, hermandad y desarrollo entre los artistas. Necesita fortalecerse, y la Asociación Hermanos Saíz lo sigue logrando año tras año”.

 

Hay orgullo en las palabras de este bardo, quién sabe de la trova como esencia de lo nacional, de lo cubano. Consciente está del reto que supone mantener la tradición, y encamina su esfuerzo a “lograr que los jóvenes, desde su perspectiva, se enamoren de esta música, que afianza el prestigio que tenemos a nivel internacional, porque la trova es identidad, y por ahí está la cosa”, concluye.

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