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Umiliana Daisy Durruthy Wilson cuando siente un tambor no puede evitar dejarse llevar, como si lo tuviera dentro de ella, en la sangre.

"Mis ancestros africanos y haitianos me donaron ese don, sentir el tambor y simplemente bailar, sin importar el lugar, ni mis condiciones físicas, solo danzar al ritmo de sus toques", declara a Venceremos, “Machuli” como conocen sus allegados a esta mujer, fundadora del grupo danzario Los Orishas, que por años formó parte de los desfiles de los carnavales guantanameros.

 

"Dicen que desde chiquita era un poco graciosa; nadie me enseñó a bailar, sinceramente descubrí mi talento sola y no me pudieron detener. Mis bisabuelos bailaban muchísimo y tenía una abuela que formaba parte de la Tumba Francesa, la conocí ya viejita.

 

“Siempre me gustó el folclor. Me pasé los años 70 del pasado siglo por La Habana, quería formar parte del grupo de Guanabacoa, pero como no tenía casa y donde estaba hospedada era muy lejos, no pude integrar el proyecto. Trabajé en unos cuantos lugares, pero no necesariamente se dirigían al camino del arte", afirma Umiliana.

 

Regresó a Guantánamo y visitó El Cabildo, en la barriada de San Justo, donde realizó la prueba para teatro en 1982, y terminó aprobada, aunque eso no era lo que verdaderamente quería; deseaba bailar, moverse, sentir la música.

 

"Me informaron de un grupo en San justo que buscaban bailarinas, me aceptaron y entré a Las Mercedes. Era de la cultura africana y me encantaba estar ahí, pero mi hijo era muy pequeño y tenía que llevarlo conmigo para todos los lugares, así que se me hacían muy difíciles los ensayos. Me comentaron del surgimiento de un nuevo grupo de folclor, exactamente era lo que yo buscaba, ahí empecé con los Los Orishas”, explica.

 

No tiene un título universitario, empezó en cursos de Enfermería, de Estadísticas y los dejó, pasó dos años en el magisterio, renunció, nada la retenía, hasta que llegó a la Fábrica de Tabacos, donde trabajó muchos años hasta que se enfermó, fue una tabacalera con gran talento.

 

El grupo que me vio crecer

 

"Crean el grupo Los Orishas en 1983 y me incorporé ese mismo año, hasta el 2019, y luego vino la pandemia. Me pasé 32 años formando parte de ese gran equipo, que lo digo con orgullo, todo ese tiempo bailé en los carnavales, una experiencia increíble, ver cómo las personas disfrutaban verme mover.

 

“El grupo me ayudó a crecer como bailarina y persona. Me gustaba siempre estar al frente y hacer de todo, viajé a diferentes lugares, Santiago de Cuba, Baracoa... Guardo los vestuarios aún y me los pongo en ocasiones, recuerdo esos tiempos con mucho anhelo.

 

“Me retiré; los años no pasan por gusto, tengo problemas de salud, pero todavía hago mis cositas; no tengo miedo escénico, si tengo que bailar en la calle lo hago, levanto una pierna, me acuesto en el piso, el baile está en mí hace años y no hay quien me lo quite", asegura Machuli.

 

El tambor

 

Esta peculiar guantanamera ama el arte y, en especial, la danza y dice que "del tambor me gusta sentir como entra por mis pies y se apodera de mi cuerpo, es algo sobrenatural, donde sea que esté, lo escucho y tengo que bailar, es lo primero que identifico, si estoy sentada me levanto y ya cuando estoy de pie no hay quien me detenga. Es algo que está en mi cuerpo.

 

“Cuando bailo parece que estoy poseída, me lo han dicho y es que me adentro en el papel y me olvido de todo. No me siento vieja, incluso puedo ir arrollando por toda la calle, 20 o 30 cuadras o las que sean necesarias, no es problema para mí".

 

Para tener éxito, avanzar es la fórmula, descubrirse, entender, unirse y aunque se pase un poco de trabajo, nunca rendirse, recomienda la entrevistada. "Si quieres hacer algo hazlo, nunca te detengas, sentir lo que haces, hacerlo con pasión, que los demás vean que eso es lo que amas. Es la verdadera receta para triunfar en el baile.

 

“Es un poco difícil mantener la tradición, pero no imposible. Los jóvenes ya no buscan el folclor como en otros tiempos. Muchas compañías y agrupaciones danzarias todavía representan este género. Esto es nuestra raíz, cómo no mantener vivo algo tan bello, tan lleno de historia; pienso defender la tradición hasta el día que mis piernas se dejen de mover y mis ojos se cierren para siempre".