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Oscar nelsonDice el maestro Oscar Nelson que seguirá con el pincel y el lienzo en la mano hasta el último momento.
Oscar Nelson Álvarez es un hombre sencillo y de carácter jovial. Sus ojos se mueven constantemente, como buscando algo para inmortalizarlo sobre un lienzo. Tiene muchas historias que contar y su expresión sincera, la manera desenfadada en la que todavía habla de la vida, lo hacen aparentar menos de los 82 años que ya atesora.
 

"Mis primeros años fueron buenísimos, porque comencé a vincularme con compañeros que tenían aspiraciones parecidas a las mías. Ese intercambio me fue enriqueciendo, tanto artística como metodológicamente", recuerda el entrevistado.

Muy joven, comenzó a trabajar en Baracoa, en la delegación regional de Cultura, para dirigir un claustro de instructores de arte y fomentar la creación de talleres de Artes Plásticas en la zona. A lo largo de su trayectoria ocupó diversos puestos que, como este, demostraban que la pedagogía, al igual que el arte, es una parte esencial de su vida.

"Fui alfabetizador en 1961, cerca de mi casa y en el poblado de Casisey Abajo. Los primeros años de mi vida estudié en una escuela privada. Por eso, yo tenía un cierto conocimiento y quería que la gente a mi alrededor supiera lo mismo que yo. Así lo necesitaba, porque vi la situación de las personas, y fue la mejor manera que encontré para ayudar".

Este espíritu solidario lo llevó a cumplir una misión en la República Popular de Angola, de 1977 a 1979: "Me mandó la Revolución y para allá fui. Quería ser internacionalista por el honor que supone. Mi familia lo aceptó y me apoyó en su momento. Fue una experiencia positiva, y estoy satisfecho de tenerlo entre mis memorias", asegura.

A pesar de sus viajes al extranjero, mantiene presente sus raíces, sus inicios: "Nací en la Loma del Chivo y siempre me nutrí de su folclor cultural. También jugaba balinas, empinaba papalotes y me bañaba en el río Guaso. Mi papá es extranjero, pero yo soy cubano, y a mucha honra. Puedo decir, entonces, que no hay Oscar Nelson sin su Loma y eso es hasta la muerte".

Este amor inconmesurable que siente Oscar Nelson por su terruño es apreciable en su obra. Los colores cálidos, los lugares representativos de su ciudad, los papalotes al vuelo, los niños y su inocencia: todo forma parte de su sello identitario, de su estilo.

"Quería verme reflejado en mis trabajos como persona, creador y artista, y veía que la academia no me satisfacía por completo. Por eso elegí el arte naif, que se caracteriza por la ingenuidad, la espontaneidad, el autodidactismo, la libre interpretación de la perspectiva y los colores brillantes y contrastados.

"Mucha gente pregunta por qué teniendo formación académica, me dedico al arte naif, pero es mi sello. Las manifestaciones propias de los niños y también la forma en la que el mundo, en ocasiones, se distorsiona para ellos, es algo que me apasiona representar. No es la estructura anatómica habitual, ni los rasgos a los que estamos acostumbrados, pero eso me identifica. Es parte de quien soy", confiesa.

Ha recibido varias condecoraciones y distinciones. Recuerda con mucho orgullo haber sido Vanguardia Nacional de Cultura en 1998, la Distinción por la Cultura Nacional en 2003 y la condición de Educador Destacado del siglo XX en Cuba, entregada por la Asociación de Pedagogos de Cuba, en 2009.

Asimismo, ha participado en más de 70 exposiciones, entre personales y colectivas, pero como él mismo dice: "No hay mayor logro que el que la gente, desde el más niño hasta el más grande, me vea en la calle y me diga profe, y eso me lo he ganado con mi esfuerzo y experiencia.

"Estoy metido en todos los rincones, con toda la disposición de enseñar. ¿Quieren formar un taller? Ayudo, colaboro y eso queda impregnado en la gente. Cada vez que veo un salón de clases y me invitan, voy. Lo he hecho hasta ahora, y lo voy a seguir haciendo", afirma.

El profe está claro del paso del tiempo y de que la vida, poco a poco va dando paso a futuras generaciones. "He vivido con satisfacción, pero no soy eterno. Soy instructor de arte y he cumplido mi propósito de enseñar, y dejar un legado a la continuidad. Solo quisiera ser recordado como el pintor de la Loma del Chivo, que seguirá con el pincel y el lienzo en la mano hasta el último momento", admite finalmente.