Tengo que hacer un esfuerzo para tomar fotos. Pedir permiso, ladear el cuerpo para no chocar con la madre que hace “topis” con su pequeña hija, o la anciana que desde que llegamos no ha dejado de sonreír, cuidar de que entre el gentío no se me vaya a caer el celular o se mueva demasiado y se desenfoque…
No hay de otra. En Sabana de Maisí, se graba el programa Entre Vecinos del multimedio Solvisión y todos “quieren salir” en la pantalla mágica, “verse” y que “los vean” con sus mejores galas.
Entre vecinos promueve la música local, sus artistas, y visibiliza, además, cómo viven y atesoran expresiones culturales propias la gente del barrio.Es sábado en la mañana, casi mediodía, pero el pequeño parque de la comunidad, el ambiente “pinta” domingo. Hay niños. Muchos. Reconozco a Leonor y su muñeca negra, a Elpidio, a la Bailarina española, a Pilar. Veo a unas artistas con vestidos de colores más allá.
Los más, empero, vienen a mirar. De la mano de padres, abuelos, tíos. Familias enteras que ocupan sitio en el pequeño parque que en otros tiempos fue un jardín de los apellidos más ricos de la zona.
¿Es siempre así?, pregunto cuando puedo a Manuel Romero Mauri, productor -casi fundador- del programa. “Siempre. No importa dónde estemos. El día que se graba, es una fiesta. Empieza con las cámaras encendidas, y sigue mucho después de que nos hayamos ido”.
La idea
Cada grabación se convierte en una fiesta y convocatoria para más intervenciones comunitarias.Nacido como parte de la programación de verano del 2016, Entre vecinos, ya de la parrilla habitual, sigue siendo el espacio para “mostrar las comunidades y sus transformaciones” y “promocionar todas las manifestaciones socioculturales” que concibió el especialista Osmel Estrada Quiala en su proyecto original.
También, intacta, está la idea de convocar a las principales autoridades del Partido y el Gobierno locales, en particular los presidentes de Consejos y delegados, y a las personas que viven y aportan a la comunidad, donadores de sangre, agricultores, médicos, científicos, cuentapropistas…
“La gente que vemos todos los días, el dulcero, la costurera, el hombre que tiene un huerto de plantas medicinales y las vende, el campesino, el cuentapropista, los deportistas, las personalidades… esos son nuestros protagonistas. Y es lo más bonito del programa”, dice Raisa Martín Lobo, su directora desde hace un año y medio.
Defiende, como sello y orgullo, la idea de visibilizar las costumbres, los modos de ser, la cultura de los lugares donde se graba. “Encontramos el talento de la comunidad, ese que puede no ser músico, actor o bailarín profesional, pero es el que ameniza los sábados, los feriados, las fiestas vecinales”.
Mientras “camina”, Entre vecinos en sus más de 350 emisiones se ha hecho acompañar por las principales políticas y programas de la nación, como hace notar Dailie Tablada Ramírez, su asesora desde hace casi un año.
“Nos vinculamos con los programas del Gobierno, y buscamos sus expresiones en los barrios, el Adelanto de la Mujer, la Soberanía Alimentaria…, a través de la gente que vive, que trabaja, de quien siembra un pedacito de tierra y con eso ayuda a la comunidad”, precisa.
Sin poses, sin “importaciones” innecesarias, tomando de la comunidad lo mejor y lo más auténtico, sean rodeos, corridas de caballos, juegos típicos de quien corta más leña, o se lleva la cuerda.
Con un equipo enamorado y fiel, que ha cambiado lo justo. De Fernando Salazar a Raisa Martín, y desde Elo Carnet a Daniel Leyva Campuzano: Así transcurre el programa que se emite cada viernes, a las 5:00 pm por Solvisión y se retransmite los martes a las 7:00 pm por el Canal de la Ciudad, en la frecuencia digital 40.6 MHz.
Luces, cámaras…
Raisa: “Nuestros protagonistas son los habitantes de las comunidades, y eso es lo mejor del programa”.De pasar, les ha pasado de todo, “pero cuando el programa está en la parrilla no dejamos de grabar, pase lo que pase”, me dice Martín Lobo y me lo repite el equipo, cada quien en su turno.
“Nos hemos ido a pie, cargando las cámaras y las luces por toda la calle; en coches tirados por caballos, en motos de todo tipo, carros destartalados…, cuando es en la ciudad; y en el campo, muchas veces nos tocó la ‘cama’ del camión, así sin techo sobre nuestras cabeza; cruzar ríos enormes”, relata el productor.
Como sea, se mueve. Casi siempre más por ganas que por recursos. Y cuando llegan a las comunidades, la voluntad de la televisora y los Gobiernos, comités del Partido…, se multiplica en coladas de café, en agua fría, en cobija, en ofrecimientos de la gente simple.
En algún momento, la mayor parte de los programas se quedaban en las comunidades de la ciudad, sobre todo las periféricas, las vulnerables. “Pero la voluntad, en estos últimos meses, es sacarlo al resto de la provincia. Ir a las zonas más alejadas, adonde casi nadie va”, explica Martín Lobo.
Con ese ánimo, llegaron hasta El Olimpo, en lo último de El Salvador. “Fue un trayecto complicado. Una parte del trayecto lo hicimos en jeeps, y de ahí se unieron todos los tractores de la zona. Así fuimos, desde el intendente del municipio, hasta el último miembro del equipo”, rememora la directora.
Son, recalca ella, experiencias que la alimentan en su primer proyecto como directora, que le “dan combustible” al barco que comanda con un método de construcción colectiva, que se queda siempre con las mejores ideas, vengan de donde vengan.
“Vamos construyendo el programa desde cero, aunque las ideas luego tomen forma en los guiones que, desde hace años, escriben el también cámara Abraham Gamboa Fontanal y la sonidista Gloria Despaigne Bory; y si ya en el terreno, hay que improvisar, lo hacemos también en colectivo”, recalca.
A veces, tampoco van solos. “Saben que vamos, y los gobiernos arman una intervención comunitaria. Nos acompañan médicos, estomatólogos, epidemiólogos, y mientras nosotros preparamos el set, ellos consultan pacientes que de otro modo tendrían que viajar kilómetros hasta los policlínicos, vacunan, pesquisan, hacen pruebas de glicemia…”, amplía.
¿Es muy difícil un programa así? ¿Cuál es el principal reto? ¿Ayuda la experiencia de la radio? Pregunto a su conductor desde finales del pasado año, Daniel Leyva, voz madrugadora de Alborada Campesina, espacio de la emisora CMKS.
“Lo más importante es la preparación previa, porque cada vez vamos a un sitio diferente y tratamos lo mismo con un proyecto cultural que entrevistamos a un dirigente del Gobierno… Lo mejor es que uno llega a conocer su provincia, su país de una manera diferente, más entrañable”, responde.
“Es linda la acogida de la gente. En Imías, en medio de una grabación una niña me haló por el pantalón y su mamá tuvo que ir a recogerla porque no me concentraba. Cuando se apagó la cámara, la pequeña regresó corriendo, me dijo ‘yo mañana, quiero ser locutora como usted’. Eso me llenó el alma”, cuenta.
Son, concuerdan, miles las historias. Ernesto Martínez, uno de los dos camarógrafos, relativamente nuevo en el proyecto, recuerda como uno de los momentos difíciles un día en que, con las iniciativas listas para ser guardadas en video, la cámara no encendía.
Y a Manuel, el productor, no se le quita de la cabeza aquella historia de cuando, en un camino empinado, estrecho y tortuoso, la carreta en que viajaban hasta una comunidad tuvo que ser halada por dos yuntas de bueyes, porque dos animales solos no podían.
Son muchas las historias, los contactos nuevos que se agregan en cada parada, con cada buena gente que te ayuda, que encuentras, que “adelantas” hasta el próximo poblado aunque el equipo tenga que apretarse un poco. Tantas que no alcanzan ni los 27 minutos del programa al aire, ni las 120 líneas de una página.
Tampoco podría. Estamos en Sabana, de Maisí, y se graba el programa Entre vecinos. Así que me conformo con las imágenes de gente alegre, los colores-consciente de que parte de las entrevistas quedarán para después- y trato de tirar un pasillo con la puntillita, el baile típico de la tierra más oriental de Cuba.