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278098342 7141442685930531 1265146009222392149 n1Kerton siente felicidad al regresar a su lugar de orígen. Quien lo conoce de antaño afirma que es un gran defensor de la cultura y tradición guantanamera. Mientras camina rumbo al sur de la ciudad, observa con detenimiento la rectitud de sus calles y parquedad catalana, el derroche de eclecticismo que desborda en sus fachadas, La Fama que se alza en la cúpula del Palacio Salcines y, por un instante en su mirada, se nota una mezcla de nostalgia y regocijo al regresar a su “villa iris amada”.

“Es un orgullo estar en cualquier parte del mundo y decir de donde soy: de Guantánamo”, afirma Guillermo Kerton Contreras, director del Centro de Danza de La Habana, bailarín, coreógrafo, realizador audiovisual con una interesante obra tanto en la provincia, como en la capital y recientemente invitado del IX Encuentro de Jóvenes Coreógrafos.

“Yo nací en la barriada del Sur y a temprana edad me metí en un grupo de teatro donde estaba expuesto a una intensa preparación física e intelectual. Era algo bien curioso porque todo eso lo proyectábamos en la escena. El grupo utilizaba la técnica del teatro antropológico, en que la expresión corporal es fundamental. De ahí fue que decidí realizar entrenamientos con la Compañía Danza Libre, en ese entonces el director era el desaparecido maestro Alfredo Velázquez Carcassés.

“Luego de un tiempo, y al ver mi evolución como bailarín, el propio maestro me ofreció entrar a la compañía, a pesar de mi formación empírica. Estuve en ella durante quince años y escalé puestos poco a poco hasta llegar a ser primer bailarín. Fueron quince años dedicados a Danza Libre”.

Formación como realizador audiovisual…

Resulta que un día una bailarina de la compañía se presenta a las pruebas del Instituto Superior de Arte (ISA) y me anima hacer las pruebas al año siguiente. En efecto, me presenté y aprobé. Le agradezco mucho al maestro Alfredo por hacerle ver a las demás personas lo necesario que era mi formación en un área que no estaba netamente relacionada con la danza. Todo ello decantó en que mi trabajo de defensa fuera un documental que tenía a la danza como eje central.

¿Cómo surge el proyecto Moviendo?

En un inicio la idea surge como un festival en el que convocábamos a la realización de videoclips, que era el certamen principal en el que dábamos lugares y premios. Nos dimos la tarea de localizar a la mayoría de los realizadores guantanameros, recorrer toda su obra, valorarla…

Luego de tres años se da la oportunidad de crear un programa televisivo que comenzó con cinco minutos y luego se fue extendiendo hasta llegar a una hora. Creo que en diez años que estuvo el programa, se cimentaron buenas relaciones con programas similares como Lucas, Piso 6, 23 y M, y de alguna manera los realizadores se interesaron en participar en un festival fuera de la capital.

Creo que fue la primera vez que un evento del interior del país alcanzaba tal magnitud. Aun cuando estaba Lucas, nunca hubo recelo ni reticencia a apadrinar a ese “hijo pequeño” que se venía gestando desde aquí. De alguna manera me hizo crecer como realizador audiovisual y organizador de eventos. Ver a Guantánamo como foco de cultura en el país es algo que te sobrecoge.

¿Cómo llegas a dirigir el Centro de Danza de La Habana (CDH)?

Yo conocía la institución previamente porque fue el lugar donde defendí mi tesis. Pero todo surge por mi tutor en la maestría que me propuso a raíz de la jubilación de la anterior directora y estaban buscando a una persona joven, con experiencia en la dirección…

Yo había sido presidente de la AHS de aquí, además de mi experiencia como primer bailarín de Danza Libre, y eso influyó porque en el CDH hay que lidiar con muchas compañías, técnicas, diversas maneras de trabajar.

Al llegar y ocupar el puesto, la primera tarea fue enfrentarme, no negativamente, a la heterogeneidad de los movimientos danzarios, el temperamento de los directores y el trabajo para poder homologar la presencia de las compañías en los diferentes espacios comunitarios que tiene la capital y que posibilita también presentarlos para el resto del país y el extranjero. Es un trabajo bastante arduo, tiene que ser en equipo para obtener los resultados esperados.

Sobre el Encuentro de Jóvenes Coreógrafos…

Siempre he dicho que es necesaria la realización de espacios de esta índole en la provincia. Aquí abunda un movimiento y tradición danzaria enorme, esta es una ciudad de bailarines. Creo que fue un momento clave cuando la Asociación Hermanos Saíz (AHS) decide crear este evento que consiste no solo en los talleres, las clases magistrales…, sino en la apreciación, crítica y desmontaje de las obras presentadas por los maestros que asisten como invitados.

El evento le la posibilidad a los futuros coreógrafos de interactuar con especialistas que los guiarán, mediante pautas, técnicas y mecanismos, a superarse como artistas que le aporten a la cultura guantanamera y también a la nacional, porque hay invitados de otras provincias como Las Tunas, Camagüey, Matanzas y La Habana.

Creo que lo mejor del evento ha sido como logró aunar energías, resolver inquietudes y al mismo tiempo ganar en resultados. Para próximas ediciones esperamos que puedan asistir compañías extranjeras y fomentar más a profundidad el intercambio entre nosotros. Considero que el evento tiene mucho potencial y conmigo pueden contar para, desde mi posición, apoyar en todo lo que sea posible a mi ciudad, a mi gente.

¿Qué se siente regresar?

Guantánamo es y será siempre mi hogar, mi cuna, donde me forjé. Siempre que regreso por la autopista y veo el cartel que anuncia la entrada a la provincia, les digo a mis acompañantes -Mira, de aquí soy-. Esto es como respirar un aire nuevo. Compartir con tu familia, ver a los amigos, dormir en tu antigua cama, los recuerdos de la niñez…eso nunca se pierde; y perdura porque siguen los recuerdos, las personas que mantienen viva tu impronta, tus antiguos proyectos, el trabajo que uno dejó.

Entre los valores a inculcar a nuestros coterráneos, está la fidelidad a tu tierra, a tu historia, cultura, tradición. El hecho de ser de acá debería presentar un orgullo aun cuando no permanezcamos, cuando estemos lejos, en otras tierras. Nunca dejaré de gritar a los cuatro vientos, en cualquier lugar del mundo en que me encuentre, que soy guantanamero, compay.