Fue hace 20 años, durante un concierto de la orquesta de Elito Revé y su Charangón, en Manzanillo, cuando Gianluca Tramontana tuvo el primer contacto con el changüí. Quedó fascinado, porque nunca había escuchado una secuencia armónica sincopada tan rica, comparable con la del jazz y el funk.
“Desde 2017 vengo a todos los festivales. Me he propuesto, mediante audios y entrevistas, documentar y mostrarle al mundo lo que es esta música”, comentó Tramontana, quien hizo más de 200 grabaciones de campo a lo largo de su viaje iniciático y que le demostró que aún queda muchísimo por explorar en Cuba.
Narra con entusiasmo de sus andanzas por las zonas alejadas de la ciudad, “ahí donde reside el verdadero sonido tradicional del changüí”, fueron memorables: “A veces me levantaba temprano para coger un camión e ir a un poblado que está a no más de 30 kilómetros y me demoraba casi toda una mañana, pero logré recopilar todos esos sonidos maravillosos y conocí mucha gente encantadora”.
Sobre el Festival
“Lo considero sin igual. Reunir a tantas personas y bailar al compás de un ritmo tradicional y endémico de esta tierra, me provoca admiración por este pueblo y el calor que me transmite.
“He asistido a conciertos de Los Van Van y La Original de Manzanillo, pero no es lo mismo. Cuando suena el tres, columna vertebral de una agrupación changüisera, junto a la marímbula y los bongoes, el ritmo que te infunde en el cuerpo te obliga a bailar, compartir, incluso improvisar junto a los músicos en la tarima. Se dice y no se cree.
“La gente de aquí me ha acogido como a uno más. Participo en sus actividades diarias, degusto la misma comida y hasta he aprendido a bailar. Lo único a lo que no me adapto es al calor extremo durante todo el año, es como si no existiera el invierno”, dice mientras ríe y saca un pañuelo para secarse el sudor.