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DalmauDalmau recorriendo parte de su exposición Catalejo, en la sede de Venceremos.La obra y vida de Miguel A. Dalmau Poveda ha ido cobrando notoriedad en los últimos tiempos por su sección de caricaturas Catalejo, en el Periódico Venceremos, y que ha sido el leit motiv de una corriente catártica dentro del público guantanamero.

Cada viernes es cotidiano recorrer la ciudad y encontrarse situaciones como la siguiente: ¿Ya viste la caricatura de hoy? La verdad es que yo he estado en situaciones como esas en las que el muchacho con quien salgo está más pendiente a sus músculos y peinado que a mí. Comenta una joven lectora sentada en un portal junto a su amiga.

Poseedor de una habilidad increíble para entablar una conversación, nos conocimos cuando ingresé a las filas venceremistas. En ese entonces, no tenía la menor idea de frente a quién estaba, pero pincel y cámara fotográfica a manera de armas, Dalmau impuso su carisma y soltura a la hora de trabajar juntos en varias coberturas, ganándose así mi respeto y amistad.

De mediana estatura, corte de pelo al estilo mullet, tez mestiza y ojos de intensa avellana, es muy sencillo conocerlo en su paso por la ciudad, siempre de mano de su novia, modelo y musa de inspiración; cargando con algún dibujo, boceto, o su inseparable cámara modelo Nikon, moviéndose de aquí para allá en un trajín inacabable

¿Cómo surge tu interés por las artes visuales?

Cuando era pequeño me vinculé a los talleres de plástica del profesor Valeriano Donatién. Ahí fue donde surgió el bichito. Luego de eso, entré a la Academia de Artes Plásticas y ahí me impartieron como asignatura la Fotografía, pero en sí no la llevé a la práctica. Me gradué en la especialidad plástica. Siempre me interesaron diversos temas, pero en lo particular me gusta retratar la fisonomía de las mujeres y los paisajes cubanos.

Tras graduarme me vinculé a un estudio fotográfico donde ejercí la fotografía comercial. Hacíamos fotos de quince años, bodas, ceremonias y cosas así. Siempre estuve vinculado a la Casa de Cultura porque también hacía de instructor de plástica y me gustaba llevar las dos cosas: tanto la vida cultural de las instituciones, como lo comercial de un estudio.

El humor gráfico…

Resulta que en el 2014 un amigo me comenta sobre la Bienal de Humor Gráfico y empiezo a interesarme por enviar obras. Hice algunas caricaturas, mis primeras, y las envié. No escogieron a ninguna, pero la experiencia de haber participado queda en mi memoria como ejemplo de superación.

A raíz de ahí puse manos a la obra en perfeccionar mis dibujos y caricaturas, nunca dejando de lado a la fotografía. Empecé a estudiar la obra de artistas como Piedra, Ernesto Cuesta, George Pérez y Ares, que son referentes para mí y que en determinado momento fueron mis maestros, exceptuando a este último, que vive en La Habana y que es una especie de paradigma.

El Periódico Venceremos…

Empecé a trabajar aquí como fotorreportero. Un día se me acerca Adriel Bosch y me comenta acerca de su interés en una sección fija de humor gráfico, porque muchos artistas han estado vinculados al medio, pero nunca de una manera constante. Ahí es cuando surge Catalejo, sección en la que me he creado un espacio y nombre.

Ahora, para el aniversario 62 del periódico, organizamos una exposición con una muestra de obras de la sección Catalejo desde que se creó. Es otra oportunidad que me ha dado este colectivo. Además de la exposición Cámara en ristre, un homenaje a los fotógrafos activos del Venceremos y que está expuesta en la sede del Partido Provincial.

Además del periódico y tu trabajo como humorista gráfico, tienes otras labores. ¿Qué más haces?

Sí. Actualmente soy jefe del departamento de promoción del Centro Provincial del Libro y la Literatura. Es la ocupación que menos me conocen porque casi siempre estoy metido en una oficina trabajando. Ha sido un espacio para aprender y desarrollar habilidades. Me emociono cuando siento que me estoy superando.

Sobre tu familia…

Mi madre ha influido mucho en lo que es el Dalmau de hoy. Mi familia toda lo ha hecho. Cuando realizo una caricatura, ellos son el primer filtro. Les pregunto qué les transmite, si les gusta, si la entienden. Mi sobrino tiene un lugar especial. La visión de un niño sobre una obra siempre te aportará mucho. También está mi novia, que es mi musa e inspiración, mi modelo principal. Cuando nos sentamos a crear, la química que surge es algo incomparable.

¿Cómo te visualizas de aquí a un tiempo?

Siempre me guío por la filosofía que me implantó mi abuelo: uno nunca debe cansarse de aprender. Hay que ser ambicioso y buscar, investigar, ejercitar y practicar. En estos momentos en que estoy en tantas cosas y me siento realizado así, siento que no le he fallado a esa premisa.

¿Tienes alguna definición sobre ti?

Mis amigos me dicen que soy el hombre multioficio porque siempre me ven en el trajín de aquí para allá, pero yo sólo les respondo lo único que soy completamente: un artista.