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José 1José Ramón Sánchez Leyva. Resuena el nombre entre los literatos de la ciudad, y te percatas de que existe un respeto, una admiración que va más allá de lo profesional. Un nombre. Un hombre consciente de su tiempo, historia y de lo que quiere transmitir mediante su verso potente, político y, a veces, erótico.

Mucho se ha tocado su figura. Ya es casi un foco mediático tanto a nivel nacional como en el exterior de nuestras fronteras, las mismas de las que él escribe en sus libros y plasma una Isla habitada por derrumbes, marabú y noches aisladas. Por eso mi empeño en “refrescar” su obra, sobre todo, mediante un bosquejo en sus inspiraciones y las musas que lo conllevaron a escribir de esa manera.

“Yo nunca pensé ser escritor. Por lo menos esa proyección de dedicarme a ello no la tenía presente. Ni nadie en mi familia. Era un estudiante bastante malo. Vago. De pésimo rendimiento. Pero me gustaba leer. Leía mucho. Parece que eso, sumado a mis experiencias de años atrás, sedimentaron las bases de mi carácter escritural.

“Mi primer libro fue Aislada noche, publicado en 2002 por la editorial Letras Cubanas. Solo ha tenido una edición. Anteriormente había publicado varios poemas en antologías de Cuba y Latinoamérica. Muchos de esos textos conformaron el libro.

“Yo había ‘dado a luz’ a los poemas del libro desde unos cuantos años antes. Creo que desde el 97. Para ese entonces el libro no tenía forma ni título, solo los poemas, en los que también demoré en el proceso de revisión, corrección…

“Estaba aislado, creo que de ahí es donde viene el título. No conocía a nadie en Guantánamo que me instruyera, y yo solo tuve que procesar todo aquello. No comprendía tampoco el tipo de poesía que había escrito: una exploración de temas herméticos, internos, intimistas y con un lenguaje denso. Para mí fue una especie de inspiración muy profunda que sobrepasaba mi capacidad de raciocinio. Yo en frío no era capaz de asumir lo que había escrito.

“Considero que no es mi mejor libro, porque tiene defectos de composición, sobre todo, algunos poemas que no deberían estar ahí, lo admito, pero en este libro están mis mejores poemas, al menos, cuatro o cinco de ellos y no creo que pueda superar alguna vez el nivel al que llegué en Aislada noche, por la intensidad, la pureza de emoción y complejidad del lenguaje que logré.

Mis siguientes libros empecé a escribirlos mucho después. Pasé cerca de 10 años sin poder escribir algo nuevo, porque me estaba repitiendo pobremente. No tenía voz. Ninguna capacidad de escritura nueva, hasta que me doy cuenta de que tengo que hacer lo contrario a lo que había hecho: si mi poesía era compleja, densa y muy cerrada en lo interior como es la noche, aquí tenía que hacer lo contrario. Una poesía seca, muy escueta. Dirigida hacia lo realista. Con un lenguaje de lo cotidiano, incluso, con pequeñas escenas de lo que sucede, de lo real, pero también de lo soñado y de lo imaginado.

Marabú me sirvió como la metáfora nacional a la instauración de la crisis en Cuba. Me di cuenta de que ese arbusto dominaba, en parte, el paisaje cubano y podía ser la figura literaria perfecta para lo que estaba ocurriendo en sí.

Fue publicado en 2012 por la editorial Torre de Letras, y encuentro el lugar perfecto para explayar el sentir cotidiano, la crítica de lo que nos sucede a diario y vemos como ‘normal’. Es un libro con un contenido reflexivo y, quizás, un tanto mediático por las palabras que suelo utilizar para quienes hacen mal uso de sus responsabilidades.

“Al terminar con Marabú, me veo inmerso en el proceso de escritura de El derrumbe, publicado en 2012 también, pero en la editorial Letras Cubanas. Este libro sigue algunas pautas del anterior, pero con un cambio en el estilo y el verso deja de ser tan prosaico. Adquiere ritmo, musicalidad. La columna vertebral de este libro es su poema homónimo, mi experimento de escritura más ambicioso, y que tiene más de 3 mil 400 palabras que funcionan como una rapsodia donde muchas voces se van sustituyendo unas a otras.

“Esta es una especie de burla que hago. A mí me resultó divertido. Fui recopilando voces, diálogos externos de las personas y los internos míos. Todo eso lo grabé en mi cabeza de un modo inconsciente. Mujeres, hombres, ancianos, niños. Todos me aportaron de alguna manera. Mi objetivo inicial no era ese, pero las voces se impusieron por sí mismas, y desde el inicio del poema es un contrapunto formulado.

“Mi cuarto libro se titula 22, y es una antología publicada en 2017 por Letras Cubanas. Como cada proyecto editorial que yo hacía demoraba en salir a la luz, opté por preparar una compilación de los mejores poemas que tenía hasta ese momento.

“¿Por qué 22 por título? Es simple. Son 22 poemas, yo había empezado a escribir a esa edad, y también porque llevaba la misma cantidad de años en el oficio. No tenía otra manera de titularlo mejor que con esa cifra.

Talibán es mi quinto libro, y lo publiqué en 2018 por la editorial Casa Vacía, de Virginia, Estados Unidos. Este es bastante parecido, en cuanto a estructura, al libro anterior. Es una antología con 50 poemas míos, y cuenta además con una entrevista que me hace el profesor Don E. Wallicek, de la Universidad de Puerto Rico. Ahí detallo los elementos que me inspiraron a crear los poemas que conforman esa recopilación.

“Y La flecha negra es mi última publicación. Recientemente el año pasado fue que salió a la luz por Linkgua Ediciones. Esta, por algunos motivos que desconozco, decidió publicarlo en el idioma inglés. Es algo raro para mí. Nunca me lo esperé. Este libro es la primera parte de una trilogía con la temática principal de la ilegal Base naval de Guantánamo y de las violaciones que allí se cometen. Todos los años de experiencia, escritura y lecturas que he ido acumulando, me han llevado a esta situación de cerrar la poesía puramente personal, e incursionar en tema político.

“Me di cuenta de que cuando tratas de inventar las cosas en exceso, estás forzando la escritura, y de ahí solo salen tonterías. Debes estar bien cargado internamente para poder escribir la poesía de manera fluida”.

José Ramón guarda sus libros y se despide de mí. Camina hacia la Casa de Cultura Rubén López Sabariego, lugar donde impartirá su taller literario. Mirándolo bien, su mochila se me parece a un carcaj, pero en vez de flechas, es poesía lo que carga. Él es un arquero, un Febo que dispara hacia los cielos, a su ciudad, a una Base naval, y hasta a La Meca misma. Esperemos que pueda complacernos pronto con otro título.