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 AJE5534Susan, a sus 25 años, ha trabajado como fotógrafa en espectáculos de varios artistas del país, entre ellos, el grupo Buena Fe.Ver su rostro entre las noches de concierto del Festival Chocolate con Café era bastante común. Con agilidad y cuidado se movía entre el espacio que mediaba entre la tarima y el público, explorando los distintos ángulos, buscando el mejor encuadre.

Con su cámara al hombro recorría los escenarios hacia donde el Festival la llevara, siempre a la espera del momento justo para presionar el obturador. Su juventud impresiona, sus ansias de trabajo también.

Para quienes asisten regularmente al Festival guantanamero de principios de diciembre, el rostro de Susan Leal Yanes es bastante conocido. Su amor por la fotografía, admiración por la música e inminente talento la han conducido -en tres ocasiones- a la más Oriental de las provincias de Cuba.

A sus 25 años, cursa la carrera de Comunicación Social en la Universidad de La Habana y trabaja como fotógrafa. Sin embargo, su amor por capturar instantes a través de un lente la acompaña desde mucho antes.

"Cuando terminé el preuniversitario, no alcancé la carrera universitaria que quería. Por aquel entonces, apareció una convocatoria de la Escuela de Fotografía Creativa de La Habana y fue el inicio de todo. Mi primera motivación era puro entretenimiento; luego, por el camino, me fui enamorando de cada clase, de cada detalle, de cada experiencia".

Su devoción por la cultura, además de la fotografía, viene de su madre. "Siempre me inculcó mucho amor por el arte, íbamos a todo espectáculo infantil, humorístico o concierto que surgiera. De ella, también, heredé el gusto musical. Todos los días escuchaba al grupo Buena Fe, y tanto dio hasta que me empezaron a gustar dos canciones desde pequeña: Volar Sin Ti y Acompáñame", expresa

Los hilos invisibles del destino la conducirían a trabajar con quiénes hasta ese momento, eran ídolos musicales: Yoel e Israel, de Buena Fe. Cuenta que aun siendo estudiante, gustaba de salir con su madre, acompañada siempre de la cámara. En una de esas salidas, su vida profesional cambió para siempre.

 AJE5380"Muchas personas dicen que mi manera de ver a Buena Fe es distinta, por el afecto que les tengo. Es parte del secreto de cómo llegué a trabajar con ellos", confiesa."Una de las primeras fotos que les hice fue en el estreno de un disco, en el teatro Karl Marx. Adquirieron tal relevancia que se convirtieron en las imágenes de una de sus giras internacionales. Se interesaron en mi trabajo y comenzaron a llamarme para distintos eventos.

"He crecido, paso a paso, al lado del grupo. Me abrieron los brazos de una manera muy especial e inesperada, me daban muchos consejos, me apoyaban. Me enseñaron a contenerme, a reaccionar en distintas situaciones. También de valores, de respeto. Hay cosas que se aprenden a emoción y llanto, como dicen en su canción Mar Adentro, y esta es una de ellas.

"Muchas personas me dicen que mi manera de verlos es distinta a la de cualquier otro fotógrafo, por el afecto que les tengo. Es mi forma de expresarlo, a través de las fotos que les hago. Es parte del secreto de cómo llegué a trabajar con ellos", confiesa.

A pesar de su amor incondicional por el dúo guantanamero, sus horizontes de trabajo son más amplios. "Durante la pandemia, aproveché para pasar cursos online de manejo de redes sociales. Su actual uso, sobre todo en el sector artístico, para lograr presencia y visibilidad en el mundo digital, es muy importante. Esto dio paso a mi llegada al Centro Promotor del Humor, trabajando en las relaciones públicas y la producción.

"A menudo me preguntan si practico algún otro género, además de la fotografía de espectáculos. Todos son fascinantes, pero las energías, la adrenalina que se siente en un concierto en vivo y en directo, no tienen comparación. No obstante, disfruto de hacer fotografías callejeras, documentales, de paisajes. Gracias a mi trabajo, he conocido gran parte del país, y en las giras, aprovecho los viajes a sitios desconocidos y con riquezas naturales, para explorar esos otros géneros", comenta.

Susan cuenta que no toda su experiencia en el mundo artístico ha sido positiva. "Es un poco desagradable que, a día de hoy, tengamos que vivir en una sociedad que se torna machista algunas veces. Duele ver cómo ciertas profesiones tienen estereotipos de género, que sean solo hombres quiénes la trabajen. Una de ellas es la fotografía.

"Para algunos es difícil aceptar que las mujeres podemos ser tan buenas profesionales o mejores, incluso. He vivido, en lugares de toda índole social, las miradas o tratos despectivos cuando te ven llegar como mujer, con tacones y cámara en mano, dispuesta a hacer lo necesario por lograr una buena toma.

"A veces olvidan que la fotografía se trata de sentimientos, de esperar el momento "caliente" para disparar el obturador en el instante más excitante del espectáculo. Saber captar el éxtasis de una risa, la delicadeza de un gesto, el significado de una mirada... ¡Ese sentimiento es también de las mujeres!", exclama.

Fantaseaba con su visita a Guantánamo antes de materializarla. "Es la tierra natal de ellos a quiénes les debo lo que soy y gran parte del reconocimiento de mi carrera. La primera vez que vine, me impactó la humildad y la transparencia, el cariño sincero y desinteresado de su gente.

"Esta edición del 2024 es mi tercera vez participando, de forma consecutiva, en el Chocolate con Café. Waldo Mendoza me invitó a trabajar junto a él y su grupo maravilloso, y por eso le estaré eternamente agradecida, por confiar ciegamente y sin titubeos en lo que hago.

"Es tan gratificante saber que tu trabajo puede transmitirle emoción a las personas, a través de imágenes, de fotografías. Muchas veces, quienes capturamos esos momentos, somos invisibles muchas veces para el público que luego las consume y es muy conmovedor llegar a lugares desconocidos y que las personas se acerquen a saludarte y felicitarte, especialmente en este lado de la isla", concluye.