Ernesto Llewellyn de la Hera siente pasión por crear, desde la danza, un nicho de defensa de la cultura.Suenan los tambores y te sientes en otra dimensión. El aroma a tabaco y los ancestros que suben por tu piel, claman un rol protagónico, danzan al ritmo de los cantos rítmicos, voces y movimientos que, si bien te estremecen, son, per se, una muestra de la idiosincrasia nativa del cubano, del guantanamero: este el Ballet Folclórico Babul.
Para Ernesto Llewellyn de la Hera, maestro, coreógrafo y director de la compañía, no es más que un día de trabajo donde todos sudan sobre el tabloncillo y llevan al espectador, y al oyente, una muestra de su quehacer cotidiano, pero con más sacrificio a día de hoy, cuando están celebrando su 30 aniversario.
Babul, como es conocida por todos aquí en La Aldea, es una compañía enraizada en el saber y el gusto popular. Su espacio habitual, Bajo la Ceiba, concede mensualmente el deleite de aquellos afortunados de verlos danzar con su orquesta de músicos versátiles y la africanía, o negritud, característica de esta Isla, de esta nación. Nunca habrá mejor enfoque visual que los bailarines danzando bajo la bandera con una estrella expectante: la cubana.
En diálogo ameno, Llewellyn de la Hera sostiene que, en motivo a su próxima temporada, cercana ya, tienen un repertorio preparado, con invitados locales y foráneos, para satisfacer lo que el público demanda, ya que a ellos se deben como servidores y como artistas.
Significación
Para mí es un orgullo inmenso ver hasta dónde hemos sido capaces de llegar. Nosotros comenzamos con mucho trabajo, no teníamos sede, y ese intenso peregrinar nos forjó el amor por lo que tenemos ahora, que es esta sede, sita en Prado y el 8 Este, en la barriada de San Justo, que cuidamos como si fuera nuestra casa, y lo es.
Ya son treinta años cumplidos, con aciertos, caídas, retos que se nos imponen y hemos logrado salir y vencer gracias al apoyo de nuestro más fiel seguidor: el público. A ellos nos debemos y para ellos trabajamos. ¿Cómo se concibe a una compañía que danza para sí sola o para la evaluación de críticos especializados, si no tiene quién le aplauda o valore su trabajo? Entonces, aprovecho el espacio para AGRADECER eternamente al público que nos ha visto danzar.
¿Qué es Babul?
Babul somos nosotros, pero es un toque de la Tumba Francesa. Un poema de Regino Eladio Boti lleva el nombre y también es un baile que ya está casi olvidado en la población, pero que nosotros tenemos ahí, a manera de salvaguarda. En la compañía decimos que es un canto a los abuelos, a esos que nos legaron tanta riqueza cultural.
Aquí defendemos los elementos de la danza folclórica cubana y del Caribe. Trabajamos en la preservación de esa cultura. Hoy en día lo hacemos con más ahínco porque la mayoría de nosotros descendemos directamente de haitianos, jamaiquinos, africanos en sí.
Actualmente la compañía está conformada por 21 bailarines: siete mujeres, nueve hombres y cinco estudiantes en proceso de formación. A eso, sumarle los 17 músicos y el equipo técnico (regisseurs, ensayadoras y maestros) que conforman la fragua de nuestras obras.
Sobre la Temporada
A la escena llevaremos tres coreografías en las que hemos trabajado hasta el cansancio: Africanía y Yolanda, ambas del maestro español John Midolo; y Magia, cuerpo y corazón, creada en conjunto con la maestra Marvellys, directora de Danza Libre; uno de nuestros bailarines, Andrés Lorenzo; y yo. El diseño del vestuario será de corte contemporáneo, más sugerente y práctico a la hora de llevar a la escena los movimientos requeridos.
Todos aquellos que asistieron el pasado sábado 14 al Teatro Guaso, donde se hizo la presentación, pudieron presenciar la salud de la compañía y, sobre todo, emitir un criterio de cómo van nuestros pasos en la danza. Tenemos bailarines muy jóvenes y, repito, el reto ha sido mucho mayor con ellos, pero confío en su talento y ganas de crear.
Nuestra temporada está enmarcada en la Fiesta a la Guantanamera, y son treinta años de la compañía, pero también mis cuarenta y siete de vida artística dedicados enteramente a la Danza en todo su esplendor. Haremos también la evaluación profesional de los bailarines, cantantes y músicos, ligada al personal de la compañía Danza Fragmentada, dirigida por el maestro Ladislao Navarro Tomasén.
Considero que como compañía siempre buscamos, y si no, lo hacemos, un camino, una ruta que nos guíe y sirva de referencia a los que vendrán después de nosotros. Así, cuando no estemos, ellos podrán mirar hacia atrás y mejorar lo que hicimos, superarlo y lograr un arte más elaborado y enriquecido. Forma parte de nuestro pensamiento.
Un día en la vida de Llewelyn
Para mí los días son muy largos y, aun así, considero que no me alcanza el tiempo para darlo todo, para crear. Yo me levanto diariamente a las cinco de la mañana y me pongo en función de las labores domésticas. Cocino cuando me lo permite el fluído eléctrico y, cuando no puedo, lo dejo para después.
Voy para la Escuela de Danza, de ahí para Babul y empezamos los ensayos entre las nueve o diez de la mañana. Corregir movimientos, la música, las coreografías, los vestuarios, escuchar a los bailarines, darle atención a todo el personal…es algo que a veces agota, pero que no puedo dejar de hacer.
Yo soy, y me defino, como alguien alegre. Me paso el día entero cantando, inventando melodías y siempre con una sonrisa en el rostro. La vida me dio el don de heredar las tradiciones de este pueblo que es igual que yo, con seres magníficos y alegres. Soy músico profesional además, y cuando no estoy en Babul, estoy componiendo. Mi vida se basa en eso, en entregarme de manera total al arte, y ser feliz así.