Daniel Barrera asegura que su personaje de Henry en la telenovela Regreso al corazón le ofreció un verdadero ejercicio actoral y que aun con varios giros por descubrir, tiene sorpresas reservadas para el público.
Daniel Barrera llega con la frescura de una generación de actores que apuesta por la pasión y la constancia. Sonríe cuando recuerda cómo se abrió camino en la televisión, y lo hace con la misma naturalidad con la que habla de sus sueños, opina Juventud Rebelde.
Su historia con la telenovela Regreso al corazón comenzó, como suele ocurrir, con una mezcla de intuición y oportunidad.
«Llegué a ella a través de un casting», comenta. El proceso, como él mismo lo describe, fue intenso y revelador: «Participé en dos pruebas: la primera fue bastante masiva, con muchos actores, y luego pasamos a una segunda ronda, más reducida. En esa etapa interpreté escenas para los personajes de Emmanuel y Henry. Al cabo de unos días, Loysis Inclán me llamó para confirmarme que el papel sería Henry».
—Para mí, lo que más me motivó y divirtió de interpretar al personaje fue precisamente la cantidad de facetas por las que atraviesa. Como actor, eso resulta muy estimulante. Henry me ofrecía un verdadero ejercicio actoral: tuve que pasar por el transformismo, hacer de payaso, asumir la experiencia de un hombre que sale de prisión… en fin, varios condicionantes que lo convierten en muchos personajes dentro de uno solo.
«Ese tránsito constante de un registro a otro no solo lo hace divertido de interpretar, sino que también me exigió estar en un estado de reinvención permanente. Cada faceta de Henry implicaba un código distinto, una energía distinta, y eso me permitió explorar matices que a veces no se logran en un único papel».
—El tema del control de la ira fue una propuesta mía para enriquecer al personaje. Se lo planteé tanto a Loysis como a Eduardo Eimil, porque necesitábamos justificar ese episodio violento del pasado que lo llevó a prisión tras agredir físicamente a Emmanuel (Alejandro Aguirre).
«En el guion los ataques de ira no estaban tan definidos; no se marcaba con claridad que Henry fuera violento. Y en realidad, él no es un personaje violento en esencia, sino un buen muchacho con un problema de control de la ira que, en determinadas circunstancias, lo desborda.
«Lo que hicimos fue trabajar ese rasgo de manera puntual, en escenas muy específicas, para que se reflejara cómo Henry se ciega en momentos de tensión. Decidimos potenciarlo sobre todo después del conflicto con la madre, porque esa situación lo desestabiliza emocionalmente y explica su comportamiento posterior.
«Esa construcción también nos permitió darle al personaje una dualidad interesante: por un lado, Henry es noble, sensible, incluso entrañable; por otro, arrastra un problema serio con el manejo de su ira. Esa contradicción le da matices, lo aleja de ser un personaje plano, totalmente bueno o totalmente malo, y creo que lo hace mucho más humano y atractivo para el público», afirma el diario.
Tomado de ACN