emperatrizEmperatriz es desde hace 16 años entrenadora en el combinado deportivo Fe del Valle, en La Habana del Este.

Cuenta que desde niña hacía cada encomienda corriendo. No podía caminar tranquila. Para ella correr era algo innato y quizás por eso ahora, luego de tanto tiempo, dice que disfruta siempre la maratón.

Cubrir 42 kilómetros y 195 metros es desde cualquier punto de vista un esfuerzo extraordinario, aunque para Emperatriz Wilson Traba –según confiesa- nada más lejos de la realidad. La actual recordista nacional de la distancia (2:36.35 horas) asegura que devoraba cada centímetro con la mente puesta en llegar a la meta y puede que haya sido por eso que lo sentía menos.

 

Nacida en Guantánamo hace 52 años y con apenas nueve de edad trasladada al reparto capitalino de Alamar, Emperatriz le hizo honor a su nombre en las calles cubanas y de varias ciudades del mundo.

Guarda premios de 30 de las 46 carreras que completó en su vida. En 36 ocasiones hizo en menos de tres horas el agotador recorrido y 16 veces bajó de las 2 horas y 50 minutos.

 

Bailadora por excelencia y enamorada del emblemático Marabana con el que creció como atleta, Emperatriz es sobre todo una cubana que elegiría una y otra vez el atletismo.

 

Al principio fueron carreras más cortas ¿Cuándo haces la primera larga?

 

En 1986, antes de los Panamericanos de Indianápolis, intenté los 30 kilómetros y no lo logré. La primera carrera larga que conseguí fue precisamente el 25 de enero de 1987 -día de mi cumpleaños- desde el hotel Tritón al Capitolio, tramo de 21 kilómetros.

 

¿Qué se necesita para ser maratonista?

 

Voluntad, mucha voluntad. Si no tienes eso no logras nada. Yo trabajaba siempre con los hombres, esos eran los que me exigían más, tenía que esforzarme mucho y les agradezco todo lo que logré. Alberto Cuba, Radamés González, Andrés Chávez… ese era el “piquete” con el que yo entrenaba.

 

En Caracas, en 1992, marcas el todavía récord nacional, ¿cómo lo recuerdas?

 

Recuerdo que un perro dóberman me hizo correr más. Ese día se me “pegó” un muchacho y le dije “no me des conversación que tu compañera no me va a ganar”, pero pasamos por un punto en el que estaba su esposa con el perro, de los carmelitas que son los más malos, y veo que se desprende a correr y yo pensaba que iba para arriba de mí. Ese día hice el récord nacional. Horas después cuando el muchacho ya pasó la meta vino a saludarme y decirme que el perro no iba para arriba de mí, que iba a saludarlo a él. Que va, en ese momento yo no lo pensé.

 

¿Solitaria o no la carrera de maratón?

 

Es muy solitaria, eres tu propia rival, incluso en muchos tramos tienes que correr sola y cuando te ves así te preguntas “qué hago ahora” y a eso tienes que sobreponerte y seguir para adelante. Siempre tener mente positiva es la solución.

 

Lo peor es cuando llegas al kilómetro 40-41, tienes que planificarte para llegar bien a ese momento. Si llegas al 35 mal no logras cubrir los últimos siete kilómetros porque tiendes a pararte, a pensar en que no lo vas a lograr y no llegas.

 

Prepararse para una maratón es difícil, hacer la carrera completa es lo máximo. Cuando pasas la meta sientes una alegría inmensa.

 

Corriste en muchas de las grandes maratones del mundo ¿qué te faltó?

 

Me faltó una Olimpiada. Había clasificado para Barcelona 1992, pero el Comandante en Jefe me llamó un día y me dijo que yo era la elegida para ir a la carrera de Nueva York y eso me iba a impedir ir a los Juegos Olímpicos. Le respondí “no se preocupe yo voy a donde más falta haga”.

 

¿Cómo es Emperatriz más allá de los kilómetros y las carreras?

 

Fuera del deporte soy original, yo no cambio, soy la misma Emperatriz de siempre, en el deporte y para el deporte.

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