Niños de todos los años de vida del círculo infantil Los Moncadistas se insertaron al proyecto de familiarización con el juego ciencia.Las 64 casillas en el cartón, las ideas y los motivos, ya se cocinaban en el proyecto con que la Licenciada en Cultura Física Milagros Olivares Merencio llegaba al círculo infantil Los Moncadistas, en la ciudad de Guantánamo, hace un año, para cumplir lo que se volvería un ritual en su vida todas las semanas.
Fue así como los peones, alfiles torres y el resto del elenco del tablero se colaron como acompañantes de la tarde de un grupo de pequeños en este centro, y cuando te dicen que un niño logró taparse un jaque más de una vez frente al Maestro Internacional Lennis Martínez, las razones son suficientes para decidir explorar el resto de la historia.
El paso antes de la jugada
El interés por comenzar la familiarización de los niños de círculo infantil con el juego ciencia nació como parte de las tareas del Grupo de Investigaciones para el Desarrollo del Ajedrez (GIDA), el cual lidera el Doctor en Ciencias de la Cultura Física Dorge Heredia Guilarte, quien reflexionaba sobre el germen de esta historia.
El ingenio y las formas más originales fueron un desafío para Milagros por presentar a los niños los personajes del tablero de una manera singular, que los pequeños ahora conocen de memoria.
“El estudio de los programas curriculares de los círculos infantiles fue esencial, permitió vincularlos con el ajedrez sin violar los niveles de desarrollo, en correspondencia con los años de vida con que se iba a trabajar”, así detalla Milagros Olivares la preparación para asumir el reto.
Diversión y conocimiento fue la fórmula con que 24 pequeños de cuarto a sexto año de vida disfrutaban una oportunidad lúdica llena de encantos al interior de este centro, ubicado en la calle Donato Mármol entre 2 y 3 Oeste. Musicalidad y reglas se insertaron a una combinación auténtica para describir movimientos de las fichas.
Salón adentro
Conocer a la niña de cuatro años Evanyline Aira Olivares fue palpar con los ojos una realidad que demuestra la forma en que las fichas han dejado en la memoria de algunos pequeños recuerdos perdurables.
Cuando alguien puede pensar que colocar las fichas correctamente no es algo tan admirable a su edad, la pequeña demuestra que el ajedrez ha logrado colarse mucho más en su mente al punto de invocar las reglas con cada movimiento.
Más allá del asombro con que cualquiera pudiera ver cómo el juego ciencia se ha mezclado con la vida de los infantes, las educadoras del centro reconocen el impacto que ha tenido en las actividades que normalmente desarrollan.
“Mientras avanzaba el curso los niños vinculados al proyecto identificaban con mayor facilidad el color blanco, negro y verde, que son los más relacionados con el ajedrez, y eso en cuarto año de vida es un logro”, así explica la Licenciada en Cultura Física Ariulkenia Cutiño Veranes, educadora del centro.
Milagros tapa los ojos de Caleb, él toca algunas piezas y va adivinando los nombres, el resto de los niños intranquilos esperan su turno, para demostrar que ellos también pueden, ese juego les gusta y lo disfrutan:
Hoy algunos de los niños muestran resultados que sorprenden por el dominio de los movimientos y jugadas.
“Este es un método que desarrolla la motricidad fina, porque a través del tacto ellos deben reconocer qué fichas tienen en la mano” explica Cutiño Veranes.
Las acciones del proyecto favorecieron el conocimiento del mundo de los objetos con otros resultados apreciables por las educadoras, así comenta Gertrudis Córdova Gómez.
“Los niños fueron capaces de establecer relaciones de tamaño entre las propias fichas a partir del razonamiento de que una era más grande que la otra”.
La dosis de ingenio de esta iniciativa no ha quedado en metodologías, otros aportes de la licenciada Milagros Olivares superaron las limitaciones de quienes no podían ver el ajedrez, sino sentirlo para ser parte de la historia.
Para Milagros Olivares Merencio, hay mucha satisfacción por los resultados alcanzados con su iniciativa.
“El tablero braille fue una necesidad crearlo porque en el círculo había una niña débil visual, asumí esa tarea y lo confeccioné a base de recortes de PVC con casillas a relieve, y un soporte para fijar las fichas. Fue una alternativa para el trabajo, pues este implemento el país tiene que importarlo a un alto costo”, explica Olivares, acreedora dos veces del sello Forjadores del Futuro.
Revelación
Marlon Iván Labaceno Rodríguez sabe más de lo que alguien pudiera imaginar en un niño que apenas lleva unos meses en primer grado. Los pequeños espejuelos delatan su prematura madurez confirmada en la seguridad con que habla, las pausas y la serenidad en sus palabras. Para alimentar los asombros por las cosas que ya he escuchado, me dice que ya sabe contar hasta 100.
El pequeño, que formó parte de este proyecto de ajedrez en el círculo infantil, es un protagonista con historias que han sacado sonrisas y sorpresas no solo al periodista que decidió ir en su búsqueda hasta el seminternado de primaria Conrado Benítez.
Cuentan que el Maestro Internacional de ajedrez Lennis Martínez tuvo que reírse en aquella simultánea cuando le impuso un jaque al niño sobre el tablero y este fue capaz de esquivarlo dos veces, entonces el propio Lennis, todavía sorprendido por la creatividad del pequeño, expresó al comisionado de ajedrez allí presente que en Marlón tenían a un futuro Gran Maestro de Guantánamo.
El pequeño, logró su encuentro por primera vez con el juego, hijo de la curiosidad, vio el tablero en una gaveta de la casa y preguntó a su abuelo qué era, entonces junto a este comenzó los primeros recorridos sobre las casillas, por eso en nuestra primera plática ya me decía que sabía mover las fichas antes de entrar el círculo.
Marlon Labaceno Rodríguez, es una de las grandes revelaciones del proyecto de Milagros.
Milagros Olivares afirma que lo de Marlon fue algo diferente, ya domina el jaque mate con dos torres, la apertura del Ruy López y desde que estaba en el círculo se proponía tareas difíciles, aunque desde el temor de ella por la prematura edad, le aconsejaba al intrépido jugador ir despacio.
A sus seis años el niño resume en sí un conjunto de ironías, se castiga él mismo en ocasiones para no salir a jugar a la calle cuando los muchachos del barrio tocan a la puerta de la casa, es su forma de seguir concentrado en cualquier actividad que lo atrape al interior del hogar.
Comenta la familia que no hay golosina ni otro motivo que desvíe la atención de su principal pasatiempo, la TV. Solo el queso logra efecto para cualquier distracción. Hay historias de asombro en la familia de las que Marlon ha sido protagonista.
Hoy el niño perfila sus habilidades en el seminternado, explica con extrema claridad la diferencia entre un jaque mate y un jaque, cualquiera que converse con él advierte las singularidades de quien, con tan corta edad, prefiere en la computadora los juegos que motivan al análisis para conseguir una victoria.
La iniciativa desarrollada por Milagros Olivares ha sido el primer trabajo sistemático en la provincia de llevar el ajedrez a los círculos infantiles, y en un futuro cercano prevé ramificarse a otros centros de su tipo con una propuesta metodológica.
Probablemente habrá principios para otras historias, 64 casillas y 16 piezas multiplicadas entre más pequeños, el camino está labrado para nuevas aventuras junto a los personajes del tablero.