Cuando pensamos en Juegos Olímpicos y Paralímpicos, nos vienen a la mente deportistas, medallas, podios, grandes instalaciones, eventos múltiples, medios de comunicación y cálculos o previsiones en términos de balance entre costo y beneficio económico; sensaciones de alegría, recompensa e incluso de tristeza cuando no se cumplen las metas perseguidas durante cuatro años.

Pocas veces, al desglosar el concepto desde la imaginación, lo relacionamos con el componente ambiental, necesario para la realización óptima de la fiesta multideportiva más esperada en todo el planeta.

La Olimpiada de Tokio nos invita, de nuevo, a reflexionar. Al hacerlo, el nuevo coronavirus nos provoca una imagen fija y, unida a ella, la disyuntiva entre la celebración o no de los Juegos. En menor medida, pensamos que la cita será la primera con neutralización de carbono y amplio uso de tecnologías verdes, que han estado en el centro de la propaganda de sus organizadores.

Desde el mismo anuncio de Tokio como sede de los Juegos, el comité organizador se trazó entre sus objetivos la sostenibilidad con el eslogan “Ser mejores, juntos. Para el planeta y la gente”.

La idea es cumplir con la responsabilidad de ofrecer una olimpiada sostenible, como forma de concienciar y preservar el entorno donde se compite e introducir criterios ambientales en los productos y servicios, que posibiliten mejores condiciones para los atletas.

Dichas precauciones en el desarrollo de los Juegos surgen de los efectos del calentamiento global. El cambio climático, la pérdida de recursos naturales y la contaminación atmosférica y de los mares tienen impactos económicos, sociales y ambientales, que se deben reducir al máximo también durante las competiciones.

La dimensión ambiental en la historia de los Juegos Olímpicos

La patinadora ucraniana Oksana Baiul en los Juegos Olímpicos de Invierno de 1994. Con solo 17 años, ganó la modalidad individual femenina. Foto: AP.

Japón no es el único país que se ha planteado entre sus prioridades la responsabilidad ambiental de los Juegos. Ya son varias las ediciones en las que se ha introducido esa dimensión.

La concienciación de la sociedad en hábitos sostenibles, el uso de diseños ecológicos en la construcción, la elección de medidas de eficiencia energética o las compras con criterios ambientales han centrado los esfuerzos, que tuvieron su punto de partida en Noruega,1994, durante los Juegos Olímpicos de Invierno.

En la justa se comenzó a entender la cuestión ambiental como una necesidad en el desarrollo de los Juegos, y se establecieron estándares para venideros certámenes, que incluían medidas ambientales.

En 1996, el comité organizador de Atlanta incorporó tres factores para el desarrollo del evento: el deporte, la cultura y el medioambiente.

Más tarde, en Sídney 2000, se crearon directrices medioambientales para que las instalaciones de las sedes olímpicas se construyeran con criterios de sostenibilidad.

Los Juegos de Invierno de 2006, en Turín, recibieron el sello verde de aprobación otorgado por Naciones Unidas por ser los primeros en certificarse bajo la implementación de un sistema de gestión medioambiental y actuar bajo el reglamento europeo de Ecogestión y Ecoauditoría.

La edición de Pekín (2008) se caracterizó por la implementacion de controles temporales de contaminación del aire, sustentados en un programa de descontaminación de 2003 hasta 2007.

Teniendo en cuenta que los problemas ambientales de la capital china estaban relacionados con la contaminación atmosférica, se intentó desde la organización de los Juegos contrarrestar esta realidad y lograr un “parque verde” para que después fuera disfrutado por los habitantes de la ciudad. No obstante, los altos niveles de contaminación atmosférica y la mala movilidad provocaron críticas constantes.

En los Juegos de Vancouver 2010 se usó gas recapturado en las instalaciones deportivas y en la construcción de una autopista, con un sistema de producción y abastecimiento de hidrógeno, para vehículos propulsados por pilas de combustible. Por las medidas implementadas, fueron considerados “los más verdes de la historia”.

Londres 2012 contó desde su inicio con un plan ecológico que incluyó transporte sostenible, fomentar la inclusión social a través de la creación de nuevas infraestructuras, el desarrollo de empleo y programas educativos, así como planes de movilidad, compras con criterios ambientales y consumo de productos de proximidad.

En la estrategia se utilizaron, también, criterios ambientales en la construcción de edificios con materiales reutilizables y reciclables, de fácil desmontaje, e instalaciones eficientes energéticamente, calculando siempre la huella de carbono.

El estudio reveló que las emisiones totales fueron de 3.6 millones de toneladas de  CO2, correspondiendo el 67% del impacto a la construcción de edificios e infraestructuras, el 20% lo generaron los espectadores y el 13% restante era propio de la realización de los Juegos.

Cuatro años después, los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro se enfocaron en el medioambiente, en la riqueza natural de Brasil y en la preservación de sus zonas vírgenes.

Como en anteriores ediciones, se contó con un proyecto para minimizar la huella de carbono mediante la reducción y mitigación de emisiones  equivalentes a dos millones de toneladas de CO2. Por ello, prevaleció el uso de materiales de construcción con diseño inteligente y de fuentes de energía renovable en sustitución de los combustibles fósiles.

Además, el Gobierno brasileño se propuso compensar 1.6 millones de toneladas con la plantación de árboles en programas de reforestación del Bosque Atlántico.

Tokio 2021 y la huella de carbono

El estadio olímpico, terminado en diciembre de 2019, acogerá las ceremonias de inauguración y de clausura, así como las pruebas de atletismo y algunos partidos de fútbol. Foto: EFE.

Los Juegos de Tokio se centran en el ahorro en el consumo energético y el uso de energías renovables y tecnologías de baja huella de carbono para reducir al máximo las emisiones de ese gas de efecto invernadero.

Asimismo, una gestión de recursos que pretende poner fin a la deforestación y al deterioro de los suelos, y eliminar el impacto medioambiental provocado por los desechos de la actividad humana.

Con la participación de trabajadores, directivos empresariales y de la ciudadanía, el comité organizador de Tokio ha implementado iniciativas de sostenibilidad que continuarán durante los Juegos, con la cooperación de los espectadores que asistan.

La base de estas medidas estuvo en la primera versión del plan de sostenibilidad, formulada en enero de 2017. En el documento se pautaron la dirección general y los objetivos cualitativos para lograr unos Juegos sostenibles, que fueron ampliados en junio de 2018, cuando fue aprobada la versión dos.

Se establecieron cinco temas de sostenibilidad: cambio climático, gestión de recursos, medioambiente natural y biodiversidad, derechos humanos, trabajo y prácticas empresariales justas, y participación, cooperación y comunicación.

En estos asuntos trabajan el Gobierno metropolitano de Tokio y el central. Además, se formuló un código de abastecimiento como herramienta para garantizar la sostenibilidad y racionalidad económica en la cadena de suministro de productos y servicios, adquiridos por el comité organizador durante las fases de preparación y operación de los Juegos.

Tokio 2021 también se lleva a cabo de acuerdo con las directrices de Naciones Unidas sobre empresas y derechos humanos.

Como resultado, alrededor del 60% de las sedes están en instalaciones ya existentes, lo que disminuirá el impacto medioambiental al reducir la actividad de construcción, mientras que los nuevos espacios se han edificado con tecnologías amigables con el medioambiente y aseguran un uso bajo en huella de carbono.

La electricidad utilizada en las sedes de las competiciones, el IBC/MPC y la Villa Olímpica/Paralímpica será ciento por ciento renovable. Esta última instalación fue construida esencialmente con madera japonesa a través de la Operación Baton.

Se aspira a la reutilización o reciclaje del 99% de los artículos y bienes adquiridos o alquilados, así como del 65% de los residuos generados por los Juegos.

A largo plazo, Tokio 2020 creará una red ecológica a través de los Juegos y contribuirá al nacimiento de un nuevo sistema urbano que mejorará el confort y la resiliencia ambiental.

Canchas de hockey, medallas, podios, antorcha olímpica y autos de hidrógeno

Se usa un 66% menos de agua que en las canchas de ediciones anteriores de los Juegos. Foto: Español.

La empresa alemana Polytan, proveedora de campos de hockey de primera línea y aliada global de la Federación Internacional de Hockey, estuvo a cargo del desarrollo del césped sintético Poligras Tokyo GT (un acrónimo de Green Technology).

El 60% de sus filamentos fue producido a partir de la tecnología renovable de polietileno verde, y se utiliza un plástico del mismo color para agregar una dimensión sostenible al campo de fibras de monofilamento.

Una capa hecha de base elástica garantiza la absorción ideal y le confiere al césped un equilibrio ambiental mayor, logrando la neutralización de carbono. Además, se usa un 66% menos de agua que en las canchas de ediciones anteriores de los Juegos Olímpicos.

Otro ejemplo que convierte a los Juegos Olímpicos de 2021 en una referencia de evento sostenible es la producción de medallas a partir del reciclaje de dispositivos electrónicos y elementos domésticos plásticos.

Millones de teléfonos móviles, computadores portátiles y pequeños dispositivos electrónicos usados han sido recolectados, gracias a la cadena de tiendas NTT Docomo y al Proyecto Medalla, un programa de recolección implementado en Japón desde el 1 abril de 2017 hasta el 31 de marzo de 2019.

Como resultado, más de cinco millones de celulares fueron donados en todo el país y se recogieron 32 kilogramos de oro, 3 500 de plata y 2 200 de bronce, para la creación de las 5 000 medallas que serán entregadas a los deportistas.

Esto reduce el impacto ambiental que tendría el extraer metales de la tierra y a la vez disminuye la contaminación por basura electrónica. Además, busca concienciar al público y a las empresas sobre el impacto medioambiental de la fabricación y desecho de móviles, toda vez que, según la ONU, estos generan al año 50 000 000 de toneladas de basura.

Pero para completar la idea del triunfo, las autoridades japonesas se propusieron producir los podios. La iniciativa partió de llevar desechos de envases domésticos de plástico a cajas de recogida colocadas en tiendas minoristas.

Así, los podios se fabricaron con plástico reciclado y desechos obtenidos del océano.

Antorcha olímpica de Tokio. Foto: AFP.

El Comité Olímpico nipón se ha propuesto, además, que tras apagar la llama olímpica no quede ni un resquicio, ni un residuo de más. La antorcha olímpica se fabricó con desechos de aluminio y el hidrógeno será usado por primera vez para alimentarla durante su viaje a través de Japón.

Como los organizadores tienen el objetivo de compensar las emisiones de carbono generadas durante los Juegos, en ciertas etapas del relevo de la antorcha se utilizará hidrógeno, que no emite dióxido de carbono cuando se quema. Ese gas también alimentará el pebetero para las ceremonias de apertura y clausura de los Juegos.

El relevo de la  antorcha, que tuvo que posponerse un año debido a la COVID-19, comenzará el próximo 25 de marzo en la región de  Fukushima. Recorrerá las otras 46 prefecturas de Japón en manos de los relevistas durante 121 días hasta encender el pebetero en el Estadio Olímpico de Tokio, el 23 de julio.

En el certamen, previsto hasta el 8 de agosto, se usarán unos 500 vehículos impulsados por hidrógeno para el transporte entre sedes y aeropuertos.

La compañía Toyota pondrá a disposición de los Juegos una flota de unos 3 700 vehículos, formada en un 90% por carros eléctricos o híbridos.

Otras iniciativas para reducir el impacto medioambiental de los Juegos son los muebles que decorarán las habitaciones de los deportistas, fabricados con cartón o materiales ecológicos.

A partir de cartón reciclado, capaz de soportar hasta 200 kilos de peso, fueron construidas 18 000 camas en la villa olímpica y 8 000 en la paralímpica, más fuertes que las de madera.

La estructura de cartón de alta densidad es resistente a impactos e impermeable al fuego. Los colchones fueron hechos de poliéster (100%), con una dureza personalizable y adaptable a cada deportista.

Una vez concluida la cita multideportiva, el cartón se reutilizará en productos de papel y los colchones en artículos de plástico. El reciclaje forma parte de la tecnología más actualizada y los Juegos Olímpicos de Tokio quieren marcar pauta en la historia de estas justas por su innovación.

Asimismo, el vestuario de los atletas nipones se elaboró con ropa usada. Mientras, los uniformes de las glorias deportivas que conducirán la antorcha se confeccionaron con botellas de plástico.

Gracias a Toyota, se podrá contar con robots que ayuden en las traducciones, además de otros usos, y carreteras solares que harán confortable la estancia en la capital japonesa.

Robot inspirado en la animación clásica de “Gundam”, mide 20 metros de alto y tiene capacidad para moverse. Foto: La República.

Habrá 500 vehículos impulsados por hidrógeno para el transporte entre sedes y aeropuertos. Foto: EFE.

Las camas donde dormirán los deportistas pueden soportar hasta 440 libras. Foto: Forbes Life.

Las medallas de los Juegos Olímpicos de Tokio 2021 serán ecológicas. Foto: Hipertextual.

En video, preparación de Japón para los Juegos Paralímpicos

 

Tomado de Cubadebate

 

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