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Máscota de los indios

A lo largo de Cuba se realizan múltiples eventos culturales con la calidad para congregar multitudes, a tono con la idiosincrasia del cubano, alegre, fiestero y bailador por excelencia.

 

El cubano es además apasionado, y presa de la intensidad emocional que le provoca la rivalidad entre equipos o atletas, convierte el deporte, en uno de sus pasatiempos preferidos.

 

Indudablemente el beisbol acapara la atención de muchos. Miles de aficionados se congregan para disfrutar de un juego de pelota, espectáculo declarado Patrimonio Cultural de la Nación.

 

En un estadio de pelota puedes encontrar el panorama más variopinto. El Nguyen Van Troi de Guantánamo se convierte en ese espacio donde lo descabellado cobra sentido, como la más animada de las fiestas carnavalescas.

 

La experiencia adquiere mayor dimensión cuando el rival de turno para los Indios del Guaso es Industriales, elenco que cuenta con numerosos fanáticos por este lado de la Isla, lo cual se hizo evidente en el primer duelo de la actual subserie de la 63 Serie Nacional, cuando los occidentales se impusieron con marcador 10-5.

 

En los espectáculos de este tipo suele acudir la afición acompañada de familiares, amistades y compañeros de trabajo, que si bien no conocen mucho de beisbol, optan por vivir el momento, bailar al ritmo de la conga, o sencillamente apoyar a su equipo, independientemente de cuál sea.

 

No falta el creativo pregonero de la “chupadera pelotera” con los chupa chupa de moda, o el clásico “maní wifi”, como tentempié para el público y sostén de su economía. El que grita a viva voz y sobresale en el bullicio, el que aplaude y reconoce, el que castiga y desaprueba.

 

El simpático Indio del Guaso, una de las mascotas más vistosas del país, bendice a su equipo con cuanto “gajo” encuentra, pero también se mueve a ritmo de los tambores. ¡Cuánto se extraña a la icónica India del Guaso, con sus harapos típicos y la pluma en el cabello!

 

Como contraste, desluce la festividad aquel que acude a la captura de las Teammate para lucrar con ella, inclusive dentro del mismo estadio ante la mirada indiferente de las autoridades. Por ese concepto se pierden por juego un promedio de 15 esféricas, de 20 asignadas para cada desafío.

 

Restan belleza al espectáculo y laceran la dignidad humana, las ofensas a los árbitros, jugadores y colectivo técnico de uno u otro conjunto, al igual que la ingestión indiscriminada de bebidas que conducen en no pocas ocasiones a indisciplinas y reyertas.

 

El Van Troi en estos días vibra porque sus Indios están peleando y la afición tiene esperanza, confía. Hay fiesta. Queda seguir luchando hasta el out 27. El terreno tiene la última palabra.