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Alfonso IlivanisNo es la talla del hombre la que importa, importa la talla de su corazón.

 

Con la pérdida de Alfonso Ilivanes (para muchos El Mulo), se fue uno de los imprescindibles del beisbol guantanamero y de aquellos antológicos Orientales.

Apoyado en la recta rápida y su valor se ganó un puesto en el seleccionado nacional que intervino en los Juegos Centroamericanos de 1982, junto a otro guantanamero: Wilfredo Hernández -ese segunda base de primera- que se ganó el puesto a fuerza de conectar imparables.

 

Volvamos a Ilivanes, quien encaró a pie firme en los últimos tiempos problemas de salud, sin sacar bandera blanca NUNCA.

 

La verdad, justo es decirla, no era Alfonso un hombre de muchas palabras, poco amigo de hacer amigos. Para él lo primordial era el respeto, ese que supo ganarse en todas partes.

 

El beisbol era su religión, algo que amaba y al que entregaba lo mejor. Viajamos juntos a la capital de la isla con el equipo grande; a Jiguaní y Ciego de Ávila como parte del plantel juvenil bajo las indicaciones de Rolando 'Gallo' Cervera, al lado de Andrés Telemaco, José 'Chivo' García y el carismático Clinton Maynard.

 

Las estadísticas del número 2 de los guantanameros no dicen a las claras lo que significó Ilivanes para la afición del Guaso y de Oriente. Ganar 87 desafíos en una pelota difícil, con planteles muy parejos (cuajados de estrellas), dobles juegos dominicales, condiciones de vida muy lejos de lo que debe ser... signaron la época en que le tocó lanzar, como abridor y relevista, sin reparar jamás en el bateador en turno, ni el escenario, mostraba su garra en el Latinoamericano, el Guillermón Moncada o el Van Troi.

Podía ganar o perder (entonces hablaba menos), sin embargo las piernas no le temblaban, y el corazón no flaqueaba.

 

Retirado, transmitió sus conocimientos a generaciones de lanzadores guantanameros, esos a los que enseñó el amor al beisbol y el respeto al deporte, a la afición, a crecerse ante las adversidades.

 

Gracias Alfonso por todo lo que entregaste, por aquella frase que decías a coro con Maynard: 'Tinto en sangre'. Agradecido por tu amistad.