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Hace un año me dieron la tarea de entrevistar a Pablo Ramírez Barrientos, un paratleta de levantamiento de pesas que contaba con una prometedora carrera, pero que carecía aún de grandes resultados internacionales. En ese momento su sueño era estar en unos Juegos Paralímpicos, pero era solo eso, un sueño dibujado en el horizonte y al que solo con esfuerzo y sacrificio podría llegar.

2 Pablo y la famaPablo, que recibió la estatuilla de La Fama, símbolo de la ciudad de Guantánamo, en diciembre último, asegura que 2024 ha sido su mejor año.“Soy un guerrero de la vida”, me dijo Pablito, como lo conocen sus allegados y como me atrevo a llamarlo ya, y su campo de batalla principal fueron los ocho primeros meses del 2024, en los que destrozó marcas, se superó en más de una ocasión hasta llegar a París y subirse al podio paralímpico con la presea de plata al levantar 185 kg. Cuánto orgullo para este país, para esta provincia y para mí al verlo alcanzar su sueño.

Sentí mucha dicha al volver a tener la oportunidad de entrevistarlo, pero esta vez no como un prometedor atleta, sino como una figura consagrada.

Preparando la entrevista pensaba: “quizás ha cambiado su forma de ser o la fama se le ha subido a la cabeza”. Con la duda llegué a su casa, pero se encontraba al doblar de la esquina con unos vecinos, y cuando nos vemos me saluda y me dice: “Chico, que rico es andar descalzo”, me río y toda duda se despeja de mi mente, es el mismo Pablito que conocí.

¿Cómo fue tu preparación para los Juegos Paralímpicos?

Bueno, después del Parapanamericano -Santiago de Chile 2023-, en que quedé subcampeón, en enero de este año me integré al equipo nacional para prepararme para el año olímpico. En ese momento no tenía grandes expectativas, incluso no se esperaba ni que clasificara para los Juegos. Empecé a prepararme; mi primera base de entrenamiento fue en Colombia, allí rompí muchas marcas, de hecho levanté 175 kg, 16 más que en los Parapanamericanos.

Mi primera copa del mundo clasificatoria fue en Tailandia, donde fui subcampeón, con tres récords americanos. Así fue en los demás eventos que participé, fui rompiendo marcas y superándome hasta que llegué a París. En mi caso, fue por invitación, no clasifiqué directo a los Paralímpicos porque no tuve participación en todo el ciclo olímpico, empecé a competir a mediados de este.

Gracias al esfuerzo y el trabajo duro de todos se dio lo que queríamos y me invitaron. Quedaba de mi parte el resto y a finales de julio viajamos a Pamplona, España, a la última base de entrenamiento. Ahí fue donde rompí el hielo con los totales más altos que he tenido en mi carrera y dónde empecé a ver en mi cabeza la posibilidad de subirme al podio.

¿Estabas preparado para el nivel de exigencia de los Juegos?

Sí, ya salí de España listo a competir, a hacer lo que más me gusta a mí y a buscar un resultado. Hice un gran progreso en todo el año, en ocho meses logré ocho récords, dos copas mundiales, un subcampeonato y fue una competencia tras otra superándome. Tuve unos meses de esos con los que todos los atletas sueñan.

¿Existió alguna dificultad ya en París?

Desde que salí de Cuba sentí una gran molestia en el hombro izquierdo, pero a mí eso no me detuvo porque el más fuerte enemigo que puede tener uno es la mente y yo me acostumbré a aguantar dolor y el entrenador también nos enseña que no nos dejemos vencer tan fácil, que ante cualquier situación que estemos pasando, que aguantemos y la superemos. Eso fue lo que hice.

La idea de ser paraolímpico ya estaba en mi cabeza y me dije que eso no me iba a detener, que iba aguantar hasta que no pudiera más. Gracias a los médicos, a la doctora Noemí, al doctor Escalante, a los fisioterapeutas, a mis compañeros y al apoyo incondicional de mi familia, al llegar a la villa deportiva se me quitaron los dolores.

¿Cómo fue el día de la final?

Ese día no dormí, sinceramente, lo mismo pasó ya en el Parapanamericano. La mañana de la final me levanté, me bañé, desayuné y no fui a almorzar; me quedé acostado y ya dos o tres horas antes de la competencia me volví a bañar y salí para el área. El día antes de competir me entra la intranquilidad, pero en el que compito parece que no tengo ni sangre, serenito y salí con esa mentalidad de que sí, de que yo sí podía.

Por mi cabeza en ningún momento hubo dudas, este era mi momento, no podía hacer quedar mal a mi familia, a mi entrenador, ni a mi país. Mi primer peso fue 184 kilos, me lo dieron nulo; no me dejé llevar por eso y le dije a mi entrenador que tuviera calma, que fui a hacer lo que lo que me gusta y a tener resultados y nadie me iba a quitar eso. Salí en el segundo intento con más fuerza y firmeza y luché la medalla.

¿Qué se siente subirse en el podio paralímpico?

Imagínate tú, que ese era mi sueño desde que yo empecé. Es la meta que todo deportista quiere alcanzar. Sentí algo raro, pero a la vez muy contento porque sabía que esa era la forma de ayudar a mi familia, de aportar a mi país, de quedar para la historia. Hoy decimos que los recuerdos quedan para los hijos y para los nietos y que digan mi papá fue medallista paralímpico es lo más grande.

¿Cuándo miras atrás, cómo vez el proceso?

La carrera deportiva es muy difícil, de mucho sacrificio y más nosotros los atletas con discapacidad que lo tenemos más difícil, pero cuando se quiere, se puede. Siempre les digo a los compañeros que empiezan que nada es fácil, que lo fácil no tiene valor, cuando uno pasa trabajo de verdad y lucha, la satisfacción al vencer es mayor.

¿Cómo fue tu recibimiento de vuelta en Cuba?

El recibimiento fue una de las cosas que más me gustó, porque encontramos todo un pueblo emocionado por nosotros, tanto los que tuvimos resultados, como los que no. Cuba entera contenta por nuestro desempeño.

Lo mejor fue en mí casa, cuando llegué y vi a mi hija, a mi mujer, a mi papá, a esa vieja pequeña mía que luchó conmigo pasando mil trabajos y necesidades. Traje el resultado de tanto sacrificio. El tener a mi hijita me dio fuerzas para ser lo que soy. El apoyo de mi mujer, de mi hermana, de mis amigos, de los que confiaron en mí me dieron ese gran impulso de luchar para hacer realidad un sueño.

¿Ser subcampeón paralímpico ha cambiado a Pablito?

No, no que va. Si cambié algo, pienso que ha sido para bien. Si hoy tengo la posibilidad de mejorar mi casa y mi vida, es por ese gran resultado. Soy el Pablito de siempre, si tengo que vender un zapote como lo hacía antes, lo vendo, si tengo que seguir ayudando sigo ayudando igual, yo no tengo por qué cambiar ahora.

¿Cuáles son las próximas metas?

Voy a salir en enero con la meta de ser campeón mundial y voy a meterle duro y dar lo mejor de mí, esa va a ser mi meta nueva, ser campeón mundial. También tengo una motivación extra, porque viene otro niño en camino que ya me está emocionando.