El Gobierno de Jair Bolsonaro ha empezado una especie de ‘caza de brujas’ contra los funcionarios públicos con ideas “comunistas y socialistas” en su segundo día al frente del Brasil. La decisión fue una de las conclusiones de la primera reunión que el nuevo presidente mantuvo con sus 22 ministros, según explicó Onyx Lorenzoni, ministro de la Presidencia.
Aparentemente asimilando la metodología de regímenes fascistas desparecidos (Mussolini, Hitler, Franco) se comenzará a revisar buena parte del funcionariado público, empezando por más de 300 cargos de confianza con contratos temporales en el mismo Palacio del Planalto y serán despedidos en los próximos días.
Lo que ocurrirá después, una “limpieza” en rigor en todas las instituciones públicas , bajo la expresa prohibición de pertenecer al Partido del Trabajo y otros de izquierda, es de pensar, en toda lógica, que se inscriba en lo que partidarios gubernamentales aclaman orondos como “la era Bolsonaro”.
Por obvio y evidente, me excuso en abundar innecesariamente en la previsible suerte de miembros del LGBT que formen parte del funcionariado aunque sean de carrera, en estos anunciados tiempos oficiales brasileños de homofobias y de niños con ropas color azul y niñas en atuendos rosados.
A todo lo que viene a corto plazo, le llama la mano derecha de Bolsonaro limpiar la casa, “ porque es la única forma de hacer las cosas con nuestras ideas y nuestros conceptos”. Vaya cuáles.