guantanamo Final-play-isla ciego

NUEVA GERONA.— El béisbol es un deporte que permite analizar con suficiente tiempo las estrategias a poner en práctica, pero en ocasiones solo un segundo basta para torcer los destinos de un choque, y lo pudimos constatar al detalle en el cuarto juego de la final cubana entre Isla de la Juventud y Ciego de Ávila.

En varios instantes que se van como agua se movió el partido, definido en esos pequeños momentos que incluyeron swines poderosos, errores, lanzamientos puntuales y una polémica decisión arbitral, con la que se decretó el fin del pleito, a la altura del inning 11, favorable a los pineros.

Para tener una idea, el guion del desafío cambió justo en el instante que Roger Machado y su cuerpo de dirección decidieron mandar a la lomita a Dachel Duquesne, quien no figuraba entre los candidatos el día anterior. El derecho, aunque tiró casi la misma cantidad de bolas (47) y strikes (49), caminó seis entradas sin carreras, suficiente para mantener a los Tigres con grandes opciones de poner la final a punto de mate.

Otro segundo, este fatídico para los Piratas, había dado ventaja a los avileños, cuando Michel Enríquez pifió un roletazo sencillo que costó tres anotaciones, aunque después los dioses del deporte le dieron la oportunidad de redimirse, y con un solo swing metió de lleno a su equipo en el choque.

“El error me mantuvo todo el tiempo pensando que podía costar el partido y la final, pero se nos dio la posibilidad de empatar y Luis Felipe Rivera decidió, una prueba de que somos un colectivo en el cual todos cumplen su rol y cada uno puede convertirse en héroe”, señaló a Gran­ma el antesalista pinero.

En estas palabras se ve que el valor de Michel va más allá del diamante, de la tercera base, de un turno al bate o de una impulsada. Es el líder, el alma de los Piratas, el ídolo por excelencia en la Isla encantada y más allá de sus fronteras también.

Los motivos son evidentes. El antesalista fue moldeado a la usanza de la vieja guardia, de los que salían al terreno con dolor de muelas, fiebre, un dedo partido o la muñeca inflamada. No hay dolencia que sirva de excusa, la cuestión es mantenerse en pie de lucha y predicar con el ejemplo ante una afición exigente, pero muy conocedora, capaz de valorar todos esos detalles.

Durante buena parte de la postemporada lo hemos visto con un recio dolor en la muñeca izquierda que casi le impide apretar el bate, aunque no ha querido enfocar la atención en el asunto, como nos demostró al preguntarle sobre el tema.

“¡Bien, bien! Ahora ya se acabaron las lesiones. Todo está bien. Mi­chel Enríquez va a dar lo mejor, si no puedo rendir al bate, pues aportaré a la defensa o corriendo, justo la mentalidad que queremos transmitirles a los atletas. Si no logramos hacer bien las tres cosas, tenemos el chance de rendir en al menos uno de esos as­pectos para el bien del equipo”, expresó el pinero, quien ha mostrado, por encima de todo, su disposición y ganas de materializar un sueño personal y de más de 80 000 pineros: ser campeones de Cuba.

“No podemos menospreciar a los avileños, ni decir que vamos a ganar, aunque sí te puedo asegurar que tenemos confianza, estamos relajados y creemos en nuestras posibilidades. Sí podemos”, añadió Michel.

Lo cierto es que con su sencillo en el séptimo se abrió el grifo del júbilo para los aficionados presentes en el parque Cristóbal Labra, que explotó después de mantenerse en silencio casi toda la tarde. Ante el timorato relevo de los Tigres (Vladimir García descontrolado y sin ápice de confianza, y Yunier Cano abusando de su recta), Rivera y Jorge Tartabull despacharon cohetes impulsores que parecían definitivos.

guantanamo Final anotaciones

Pero Yeniet Pérez, también en fracciones de segundos, empató el choque con vuelacercas frente a Héctor Mendoza, y el duelo de ceros se prolongó hasta el episodio 11, cuando Rivera despachó sencillo al derecho que remolcó a Julio Pablo Martínez.

La jugada en el plato, tras un descomunal tiro de José Adolis García, fue muy polémica, pero se siguieron las reglas al reclamarse el video y los piratas empataron la final.

Por tanto, no hubo vuelta atrás, y la pura realidad es que después del éxito Pirata no terminamos en la Isla de Juventud. La historia sigue, y la definición llegará en el José Ra­món Cepero avileño, no sin antes dirimir un capítulo de suspenso este miércoles en el Labra, donde seguro habrá muchos menos espacios en el graderío

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