La reacción producida cuando el compuesto orgánico interactúa con la saliva genera una débil corriente eléctrica detectable para el sensor. Al ser medidas las señalas captadas, estas revelan niveles de glucosa muy precisos, mismos que podrán ser almacenados y compartidos a través de una aplicación para teléfonos inteligentes.
Asimismo, los científicos aseguraron que su tecnología podría utilizarse para medir al menos otros 130 indicadores, como marcadores tumorales, hormonales y alérgenos, "lo que significa que será ampliamente aplicable para detectar una variedad de sustancias que identifican una serie de enfermedades", por lo que ya se encuentran colaborando con la Universidad de Harvard para desarrollar una prueba no invasiva de covid-19.
Los biosensores, de un tamaño similar al de una barra de goma de mascar, son producidos a baja escala en la universidad con ayuda de una antigua impresora de etiquetas de vino que fue transformada para producir dispositivos electrónicos o "funcionales". No obstante, el proyecto ha recibido un financiamiento estatal de unos 4,6 millones de dólares estadounidenses para establecer la primera fábrica del dispositivo, cuya construcción comenzará en los próximos meses.
Una vez la prueba esté al alcance del público, se estima que el primer lote comercial estará listo en el año 2023, los académicos calculan que cerca de 460 millones de diabéticos alrededor del mundo podrían verse beneficiados con el dispositivo.