“Los campesinos estamos en el deber de retribuir a la Revolución los múltiples beneficios recibidos de ella”, declaró Magalis Rodríguez Guerra.
Magalis Rodríguez Guerra se convirtió en la primera mujer de la provincia de Guantánamo en pagar el impuesto sobre los ingresos personales para los productores agropecuarios individuales del sector no cañero, establecido en la Ley Tributaria vigente en el país.
La usufructuaria de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Enrique Campos, de la Jabilla, en el municipio de Guantánamo, expresó a Venceremos satisfacción luego de presentar su declaración jurada y depositar dos mil 383 pesos en correspondencia con los cerca de 129 mil devengados en 2018.
“Nunca imaginé que sería la primera en liquidar el impuesto. Fui el 16 de enero, inmediatamente después que se dio el aviso, para aprovechar la oportunidad de acogerme al beneficio del cinco por ciento concedido por la Ley a quienes lo hicieran antes del 28 de febrero.
“Pero más que por esa posibilidad, lo hice porque es un deber social para los contribuyentes y la manera más efectiva que tenemos los campesinos de agradecer a la Revolución todo lo hecho por nosotros, y en primerísimo lugar entregarnos la tierra para producir alimentos”.
Afirmó que al Estado le debe la formación de sus hijos, quienes se hicieron profesionales sin que sus padres pagaran ni un centavo por los estudios; la pensión de un hermano enfermo y la asistencia social de su madre, mayor de edad, entre otros beneficios.
“No puedo pedir más, ahora me corresponde aportar cuanto sea necesario”, afirmó. Con humildad consideró que el monto pagado en el impuesto es una cifra simbólica, insignificante cuando la compara con lo que ganó y los beneficios recibidos por la familia.
“El Estado depende, en parte, de nuestros tributos para cubrir los gastos de muchas entidades y subsidiar a personas necesitadas y productos como la leche, por la cual paga al campesino cuatro y cinco pesos y luego la vende a sus propios hijos, a 25 centavos.
“Debemos entender esas realidades y cuánto cuesta, por ejemplo, la formación de un médico o de cualquier otro profesional, muchos de los cuales estudian carreras universitarias, maestrías y doctorados fuera de nuestro país, sin que les cueste un centavo”, apuntó.
“Es cierto que no estamos habituados a pagar impuestos y algunos productores, sobre todo los que perciben mayores ingresos, se quejan porque tienen que abonar más, pero sin esas contribuciones sería imposible disfrutar de gratuidades en la Salud, Educación, Deporte, Cultura y de otros servicios, por cuya calidad también nos corresponde velar y exigir”.
La campesina, feliz por el progreso y los resultados económicos de la familia, recomienda a los colegas llevar en sus fincas, como hace ella diariamente, el control contable de gastos e ingresos. “Esa práctica evita desajustes y malentendidos al realizar la declaración jurada”, aseguró.
Magalis, quien obtuvo 2,10 hectáreas de tierra mediante el Decreto Ley 259 en el año 2011, cuenta que al principio fue difícil por la falta de experiencia: “Eran suelos áridos y salinizados, cubiertos de marabú, plantaciones que tuvimos que desmontar con mucho sacrificio.
“Sembramos plátano burro en la mayor parte de la finca y en las periferias guayaba, guanábana, coco, marañón y otros árboles frutales y maderables, pero los rendimientos eran muy bajos.
“Recurrimos a la Ciencia y la Técnica, con introducción de efectivas prácticas agroecológicas y de conservación, aprovechando desechos de cosechas y excretas de animales, y las producciones se multiplicaron”, enfatiza.
Los resultados permitieron que el Grupo Nacional de Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar declarara Agroecológica la finca de Magalis, quien ha participado en tres eventos internacionales relacionados con la actividad.
Además de cultivar la tierra junto a su esposo, la laboriosa usufructuaria dedica tiempo a la crianza de ovejos, pollos, patos, guanajos y 100 cerdos en un convenio porcino. De estos últimos tiene también cinco reproductoras propias con las que ha logrado medio centenar de precebas.
Pero el activismo de nuestra entrevistada sobrepasa las fronteras de su finca. Preside la brigada FMC-ANAP de la CCS, auspiciada por la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y Asociación de Agricultores Pequeños (Anap), que aglutina y atiende socialmente a las féminas.
Por su fecunda trayectoria y sobrados méritos Magalis fue electa delgada al Congreso de la FMC, celebrado entre el 6 y 8 de marzo del presente año en la capital cubana.