Llevar puestos nasobucos durante años en el desempeño de su función le facilitó a Celina confeccionarlos.La enfermera jubilada Celina Fabré Lamothe, vecina del reparto Caribe, en la ciudad de Guantánamo, tiene un concepto muy alto de la solidaridad. Tal vez sea -comenta- por la educación de sus padres, el oficio estudiado o la sensibilidad desarrollada con el paso de los años.
Sin que nadie se lo propusiera cuando se dieron a conocer los primeros casos de la COVID-19 en Cuba, inmediatamente agarró la máquina de coser y se puso a confeccionar nasobucos para regalar a quienes los necesiten.
“Siendo enfermera y conociendo la alta letalidad de la enfermedad no podía cruzarme de brazos, además constituye mi modesto aporte al esfuerzo del Estado por evitar su expansión y posibles catastróficos daños como ha ocurrido en muchos países”.
Hasta el domingo 22 de marzo, día de la visita a la casa de Celina, había fabricado más de 70 nasobucos, los cuales regaló a vecinos y personas que solicitaron el aditamento.
“Estoy esperando a la jefa de enfermeras de mi área de Salud, quien prometió traer recortes de tela para confeccionar algunos para repartir a trabajadores y pacientes.
“Otras costureras debieran incorporarse a esta actividad ya que los fabricados por instituciones del Estado, fundamentalmente las textileras, no cubren la demanda de la población.
“Yo los fabrico con medios propios, recojo retazos de tela guardados y los vecinos hacen sus aportes”, precisó.
Cuando imaginó que le preguntaría respondió que sería injusto y oportunistas de su parte aprovechar las circunstancias que vive el pueblo para cobrar por los nasobucos.
“La Revolución nos ha enseñado a ser solidarios y compartir lo que tenemos sobre todo en momentos de mayores dificultades”, manifestó.
Amargas experiencias
Celina formó parte de la primera brigada que fue a Haití a cooperar cuando el brote de cólera en 2010. En ese hermano país permaneció ocho meses durante los cuales vio fallecer a muchas personas a la vez.
“Allá trabajamos en condiciones muy difíciles, en grandes centros para la atención de la enfermedad apartados de la ciudad –contó. Por las noches teníamos que alumbrarnos con velas o mechones para canalizar las venas a pacientes.
“Sin embargo, esas dificultades no amilanaron a los cubanos de la brigada médica, ninguno enfermó y todos regresamos sanos y salvos, gracias a la disciplina y cumplimiento estricto de las medidas establecidas en los protocolos del tratamiento, algo indispensable para salir airosos de cualquier enfermedad”, alertó.
Un mes después del regreso de Haití la ejemplar enfermera viajó a Venezuela, también a cumplir misión médica por dos años y medio.
“También sufrí muchísimo, sobre todo porque mi estancia en la nación bolivariana coincidió con la muerte del presidente Hugo Chávez Frías, pérdida irreparable que conmovió al mundo y especialmente a los cubanos”.
Pero esas amargas experiencias no menguaron la disposición de la guantanamera. “Si me dieran la oportunidad de ir a cualesquiera de los países afectados ahora por la mortífera pandemia a salvar vidas, lo haría con orgullo, pues todavía me siento útil y fuerte.
“Admiro a los que cumplen con la sagrada tarea, como hicieron muchos cubanos que, exponiendo sus propias vidas, combatieron el ébola en otras partes del mundo, con ética y profesionalidad”, apuntó.
Por lo pronto Celina hace lo que puede, con amor y dedicación. “A todo el que viene en busca de nasobuco, primero le doy una charla, como hicieron en el CDR, sobre las medidas preventivas orientadas por el Ministerio de Salud Pública: lavarse bien las manos con jabón, cuidar la higiene personal y de la casa, estar atentos a las informaciones de los medios de comunicación…
“Precisamente mi máquina de coser está frente al televisor en la sala para, al tiempo que avanzo en el trabajo, mirar y escuchar las noticias, tengo a mano plegables para instruir a los visitantes y el teléfono por si alguien llama solicitando nasobucos”.
Celina: voluntad y sacrificio
Tras agradecer el gesto de Celina, Plácido Pulsán, uno de los vecinos beneficiados, instó a la incorporación de más personas a esta actividad.
Elena Leyva Proenza, vecina de Celina en el edificio 196, ubicado en la calle 1 Oeste entre 16 y 17 Norte, comentó que lo aportado por ella resulta insignificante ante la voluntad y sacrificio de Celina.
“Ella prácticamente lo hace todo, permanece cosiendo hasta altas horas de la madrugada con tal de ayudar a todo el que se acerca, los vecinos contribuimos en lo que podemos para evitar que la enfermedad llegue a Guantánamo.
“En lo particular le agradezco mucho por los nasobucos confeccionados para mí y la familia de mi hijo que vive en Santa Cruz del Norte, Camagüey. Esos fueron los primeros fabricados por ella y tuvieron muy buena calidad”, aseguró.
“Aunque ahora se ha hecho sentir mucho con la COVID-19, ella siempre es solidaria con los demás, en el momento que cualquier vecino u otra persona necesite de sus servicios ella está dispuesta a ofrecerlos, con la sensibilidad y humildad que la caracterizan.
De acuerdo con Plácido Pulsán Divó, también vecino del edificio196, confeccionar nasobucos parece tarea sencilla, sin embargo es muy importante, precisamente en momentos en que las personas deben protegerse para evitar contagios.
“Se necesitan más personas que aporten recortes de tela o se incorporen como ella a esta actividad y, entre todos, aportar ideas, iniciativas creadoras para salir rápidamente de esta pesadilla que vivimos los cubanos”.
Llamó a respetar las medidas preventivas orientadas por la máxima dirección del país y sobre todo limitar las aglomeraciones y salidas a la calle de adolescentes y jóvenes fundamentalmente, muchos de los cuales tal vez desconozcan que al enfermar ellos, pueden contagiar y acelerar la muerte de sus padres.
El gesto solidario y generoso de Celina demuestra los valores humanos de los hijos de esta tierra que, en circunstancias difíciles como la que nos impone la vida, no solo marchan a otras tierras a salvar vidas poniendo en peligro las suyas, sino se unen y aplican alternativas para frenar la pandemia, en apoyo al reconocido internacionalmente Sistema de Salud Pública cubano.