Desde que el nuevo coronavirus llegó a Cuba, transformó inevitablemente la vida de todos: los estudiantes se fueron a sus casas y muchos trabajadores también, otros siguen en sus puestos, pero readecuaron horarios y rutinas productivas, ya nadie sale a pasear o simplemente a sentarse en el parque, en fin, todos hemos sentido los cambios.
Y aunque muchas actividades están detenidas, otras se mantienen por su naturaleza indispensable, entre ellas los servicios sanitarios.
Pero no se trata solo de médicos y enfermeras, sino de todo el personal de la Salud, ellos arriesgan su bienestar por salvar vidas y en esa encomiable tarea hay un pequeño grupo de personas que también “le da la cara a la pandemia” y se enfrenta a sus miedos para hacer bien su trabajo: los ambulancieros.
Manos y vida al volante
Yorgenis Aguilera González listo para salir a cumplir con el deber.Yorgenis Aguilera González es chofer de la ambulancia 1009. Casado y con una hija de ocho años, se ha visto obligado a separase de ellas por cuestiones de trabajo, pues desde que inició el combate contra la COVID-19 en Guantánamo, está en la “línea de fuego”, manos al timón, trasladando a los pacientes sospechosos, confirmados con la enfermedad y los contactos.
“Su vehículo es de los cuatro que se destinaron especialmente para atender estos casos en la cuidad de Guantánamo, y trabajan en turnos de dos: cuando una pareja de ambulancias está de servicios, los otros dos equipos se encuentran en aislamiento por 14 días, ese es el protocolo”, explica Coralis Duverger Bandera, jefa provincial de urgencias y emergencias médicas.
A ellos se unen, además, dos carros en Manuel Tames, uno en San Antonio del Sur y dos en Baracoa.
Detalla Duverger Bandera que se escogieron los carros con los recursos necesarios y el personal mejor capacitado para situaciones de esta índole; tras los servicios, un equipo habilitado en el taller de ambulancias desinfecta el carro minuciosamente con hipoclorito.
En cada vehículo va el chofer y un licenciado en Enfermería, con todos los medios de protección: gorro, nasobuco, camisa, pantalón, bata, sobrebata, guantes, gafas y botas.
Yorgenis confiesa que a pesar de contar con todos los medios de protección y cumplir estrictamente las medidas de seguridad, es inevitable sentir temor, “los choferes no tenemos contacto directo con los pacientes, pero uno no deja de pensar que el virus puede estar en cualquier parte del carro, y el más pequeño descuido puede traer graves consecuencias”.
La casa de alojamiento La Guantanamera los alberga junto a un técnico epidemiólogo encargardo de la desinfección. Durante 14 días permanecen alejados de sus familias, mientras se someten a chequeos médicos y al test rápido para determinar si tienen o no la enfermedad, antes de regresar a casa.
Servicios que también se mantienen sobre ruedas
Agustín Romero Barreto es de los taxistas que trasladan a pacientes que requieren hemodiálisis.Readecuar consultas y paralizar algunas fue necesario, como también crear alternativas para atender a quienes no pueden esperar en casa la extinción de la pandemia para recibir inaplazables tratamiento, entre ellos los pacientes oncológicos.
Yolirma Illas Bornot, coordinadora provincial del Programa de Atención Integral al Paciente con Cáncer, precisa que luego de paralizado totalmente el transporte como parte de las medidas de enfrentamiento a la COVID-19, el traslado de los enfermos de cáncer hacia el hospital general Dr. Agostinho Neto o a Santiago de Cuba se tornó complejo.
“Por eso de conjunto con el Gobierno, Transporte Urbano y Ómnibus Nacionales, establecimos un recorrido por la ciudad de Guantánamo para los pacientes oncológicos que tienen tratamientos citostáticos (fármacos anticancerosos) o requieren chequeos en el centro asistencial.
Sendas guaguas (Diana y Yutong) se emplean en la tarea; la primera en la capital provincial y la segunda se utiliza en los viajes hasta Santiago de Cuba para la radioterapia de los pacientes. En los municipios también se implementaron alternativas para hacer llegar a los pacientes hasta el Agostinho Neto, refiere Illas Bornot.
A las siete de la mañana inicia el recorrido en Guantánamo con listados hechos por los trabajadores de la Atención Primaria de Salud, quienes en cada territorio desempeñaron una encomiable labor para organizar de forma diferenciada la atención a cada paciente.
María Antonia Hernández Alba es de los casi 200 beneficiados, y agradece -en una carta al periódico Venceremos- el cariño y apoyo, tanto de las enfermeras que los acompañan en el viaje a la Ciudad Héroe, como del chofer del ómnibus, ellos con su amor y eterna alegría les dan “la radiación más profunda”, aseguró.
También los pacientes de Nefrología mantuvieron la protección transportista, pues el servicio de hemodiálisis desde hace años cuenta con la colaboración de taxis que trasladan los pacientes hacia y desde el hospital.
La doctora María Victoria Vega De La Torre, jefa del servicio de Nefrología en el Agostinho Neto, explica que ante la COVID-19 se implementaron estrategias para mantener la transportación de quienes padecen insuficiencia renal crónica.
“Aumentamos el número de taxis, pues antes en cada vehículo viajaban cuatro pacientes y ahora solo pueden hacerlo tres; esos autos cubren todos los turnos del día, incluso la madrugada, porque el servicio es indetenible, de él depende la vida de esas personas”, subraya la especialista.
La transportación desde los municipios también se mantiene y por supuesto, todos cumplen las medidas de seguridad para evitar el contagio con la peligrosa pandemia.
En busca del final feliz
Yorgenis hoy está en casa, alegre con su familia, pero también preocupado por cuanto implica su trabajo -al cual volverá en días- y el riesgo que supone, “ya una vez me tocó llevar un caso confirmado hasta Santiago de Cuba y el temor y la incertidumbre que se siente es indescriptible”, asegura.
Casi siempre le ha tocado trasladar casos sospechosos o contactos de positivos, pero nunca baja la guardia, sabe que debe mantenerse saludable por su familia, por su pequeña y por su trabajo: hoy más que nunca lo necesitan en la batalla, con las manos en el timón, porque cada minuto cuenta cuando se trata de vidas humanas, al fin y al cabo quiere que todos, como él, puedan volver sanos y felices a casa.