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coronavirusTaimí Mestre Arnaud jamás pensó que a sus 32 años estaría en una situación tan difícil. Como ama de casa veía en la televisión las noticias del nuevo coronavirus, las víctimas que dejaba a su paso, y aunque lamentaba tales desgracias, veía ese peligro como algo lejano, en el hogar se sentía protegida.

Sin embargo, a mediados de abril, el escenario en su vivienda cambió de repente. Hombres de blanco y verde llegaron al domicilio para comunicarle que un querido amigo (casi hermano) había sido confirmado con la COVID-19, la enfermedad de la que tantas cosas había escuchado y leído. Le informaron que ella y su familia eran sospechosos, que no se alarmaran.

Mestre Arnaud se comportó de manera equilibrada, le explicaron que en el momento que se detectaba algún infectado, el protocolo obligaba a localizar y aislar los contactos directos, por eso debían quedarse en casa.

A su familia se le hizo el test rápido y dieron negativo, sin embargo, había que prevenir; el 17 de abril se les ingresó en el centro de aislamiento ubicado en la Escuela Profesional de Música Antonia Luisa Cabal, en la ciudad de Guantánamo, y el 18 les extrajeron las muestras para las pruebas de PCR en tiempo real.

Tres días duró la espera, entonces los reunieron con una comisión médica y anunciaron la terrible noticia: Taimí era positiva a la nueva infección respiratoria aguda y debía trasladarse inmediatamente al Hospital Militar Joaquín Castillo Duany, de Santiago de Cuba, para recibir tratamiento.

En ese punto hace un alto en el relato, respira profundo, mira al periodista y subraya: le doy estas declaraciones, me parecen importantes para que las personas interioricen la situación de peligro para sí mismas y la familia, pero por favor nada de fotografías. Retoma el hilo de la conversación y exclama:

“¡Mis hijas!” -instintivo pensamiento al conocer la dramática noticia. “Ellas no pueden tener ese virus, ni mis padres ¿y mi esposo? –se cuestionó internamente, mientras lloraba, deprimida, por la duda y el temor.

El dictamen médico fue claro, Taimí debía estar en Santiago de Cuba, no había tiempo que perder, de hecho, apenas pudo despedirse, entonces aparentó ser fuerte, la verdadera batalla apenas comenzaba.

Días largos y solitarios9460 abrir eva milla

El 21 de abril fue hospitalizada en el Joaquín Castillo Duany, en la sala 3D, junto a otras dos mujeres, tan distantes que apenas hubo oportunidad para conocerlas.

“Los médicos me entrevistaron, midieron los signos vitales (presión arterial, temperatura, pulso y respiración) y, de entrada, me pusieron el primer interferón intramuscular, el medicamento era tan fuerte que me provocó fogaje, dolor de cabeza, diarreas, vómitos…, pero el personal siempre estuvo atento hasta de las picadas de mosquitos y cada tres horas verificaban cómo estábamos”, narra la guantanamera y observa atentamente los brazos donde colocaban las agujas.

“Yo me mantuve estable en el periodo que estuve allí, pero era imposible bajar la guardia, personas aparentemente sanas, sin síntoma alguno, se complicaban, se deshidrataban, les subía la presión, y la situación era peor para los pacientes con enfermedades crónicas, quienes salían y entraban de Terapia Intensiva a veces críticos, otras graves.

“Yo vi niños allí, con las manitas adoloridas por los pinchazos, porque la mayoría de las medicinas las pasaban en vena. Todo eso lo viví y me hizo jurarme a mí misma que nadie cercano iba a pasar por allí.

“El hospital tenía todos los recursos y condiciones, las enfermeras convivían con uno como si fueran el familiar acompañante; llegué a sentir afecto por los que estaban alrededor, aún cuando desconocía los rostros: las auxiliares de limpieza y del pantry; los enfermeros Víctor, Idael y Mayelín de San Luis, Santiago de Cuba y Segundo Frente, respectivamente, y los médicos Luis Ángel y Hermes Luis, de Granma, a todos les debo mucho”, comenta.

Aquellos 21 días en el centro médico fueron más largos que de costumbre, pues, aunque tenía el apoyo fraternal de quienes la rodeaban, cada hora y minuto lejos de sus amores (padres, hijas, marido) le era insoportable.

“Siempre mantuve la comunicación con la familia, con los amigos. Pero al principio yo creí que iba a enfermarme de los nervios, solo me sentí viva cuando supe que las pruebas de todos mis contactos habían sido negativas. ¡Mi gente, con la que compartí besos, abrazos, estaba libre de contagio!

Cuba salvaUn halo de esperanza

Mayo del 2020 quedará grabado en la biografía de Taimí para toda la vida, ya que a solo seis días de iniciado el mes, le informaron la maravillosa noticia de que el primer PCR en tiempo real, realizado posterior al ingreso, era negativo. Solo quedaba repetirlo y así se hizo; el martes 12 de mayo recibiría el alta clínica que le permitió regresar al seno del hogar.

“Sentí una alegría indescriptible, estaba ansiosa, desesperada, en ese momento es que uno comprende el valor de la vida, de la familia…

“Yo tuve que pasarme el Día de las Madres ingresada -aclara, y un nudo se forma en su garganta- pero al ver a las demás mujeres como yo, junto a mí, quienes también añoraban estar con los suyos, supe que no estaba tan sola.

“Antes de irme del hospital me hicieron una despedida, como si de mi graduación se tratase, me felicitaron, nos felicitamos, fue una victoria de todos, salí con el orgullo de ver que quedaban pocos con el virus, y llevábamos varios días sin nuevos casos.

“Ahora estoy en casa contenta, debo permanecer 14 días aislada, sin visitas, cumpliendo las medidas higiénico-sanitarias, porque es una enfermedad nueva, y no todos los organismos evolucionan igual. Agradezco que me pudieran ayudar a tiempo, porque yo ignoraba que tenía el coronavirus.

Al momento de este testimonio, Taimí Mestre Arnaud esperaba los resultados del PCR que la declararía libre del patógeno -que ya llegaron y fueron negativos-, pero igual asegura que permanecerá aislada el tiempo que sea necesario:

“Porque uno no se puede confiar, cualquiera puede estar enfermo, mírenme a mí, el virus entró a mi nido y amenazó a todos, imagínese el riesgo al que se exponen quienes andan por las calles. Lo digo por experiencia propia, lo mejor es quedarse en casa, resguardados a puertas cerradas contra el coronavirus”.