internacionalistaYarina, licenciada en EnfermeríaSalir de casa, de Cuba, dejar el confort del sitio donde naciste, la familia, aún por decisión propia y para cumplir la labor de internacionalista, requiere determinación, porque toca adentrarse en sitios desconocidos, interactuar con personas con las que ni siquiera tienen en común la misma lengua, crecer como profesional, pero, ante todo, como ser humano.

Así lo experimentó la guantanamera Yarina Verdecia Winter, licenciada en Enfermería, a quien por azares de la vida y el trabajo le tocó celebrar el cumpleaños 42 a más de mil kilómetros de sus seres queridos, en Antigua y Barbuda, donde desde el pasado 26 marzo cumple la primera misión colaborativa que le ha sido asignada.

Ella forma parte del equipo de 26 profesionales de la Salud que, por solicitud del Gobierno de ese país antillano, arribaron para apoyar la lucha contra el nuevo coronavirus, una más de las batallas que enfrentan los cubanos mientras ayudan a 37 naciones de todo el mundo.

“Arribamos acá en un vuelo chárter de Conviasa (Venezuela) y quedé maravillada por la belleza de esta isla -comenta Verdecia Winter, con quien intercambiamos online. Somos un equipo completo, con especialistas en Hemodiálisis, Pediatría, Atención a la Maternidad, Terapia Intensiva, Emergencia, Medicina General e Integral, y Cirugía”.

Ya Antigua albergaba a docenas de médicos cubanos, sin embargo, necesitaba refuerzos. Los especialistas recién llegados aliviarían las tensiones generadas por el nuevo patógeno, sobre todo, porque la mayoría del personal es experto en el manejo de enfermedades infecciosas, algunos con experiencia en África en el combate a males tan terribles como el ébola.

“En Cuba laboro en el Consultorio 23 del área centro, perteneciente al policlínico Omar Ranedo Pubillones, soy profesora Instructora, diplomada en Cuidados Intensivos, entrenada en Oftalmología quirúrgica, máster en Enfermedades Infecciosas, con 17 años como enfermera, y mis compañeros tienen, incluso, más aval”.

Enfrentamiento a la COVID-19

Yarina, como el resto de los cubanos recién llegados, fueron asignados para aumentar el número de personal en el Centro Médico Mount St John's y el Barrio Margetson, actualmente reutilizados como instalación de cuarentena y aislamiento.

“Mount St John's es el único hospital que tiene este país -aclara la entrevistada- aunque se prepara otro llamado Holberton, para los pacientes con COVID-19, pero aún no está listo. Además, no aparecen muchos casos, en las últimas tres semanas fueron 25, de los cuales 20 se recuperaron y tres fallecieron.

“Antigua ha tenido mucha suerte en medio de la pandemia, porque a mi consideración el nivel de riesgo acá es alto. Aquí no existe Atención Primaria de Salud, no se realiza pesquisaje a grupos vulnerables y el trabajo se centra en la curación, no en la prevención; aunque se decretó la cuarentena con todas las medidas de distanciamiento social, el uso de nasobucos, el cierre de aeropuertos y la limitación de la entrada de barcos.

“Para mal de males, la población es mayoritariamente obesa, desde los niños hasta los adultos. Predominan la diabetes mellitus, las enfermedades renales y la hipertensión arterial, y otras patologías crónicas no transmisibles. De hecho, es increíble el número de pacientes que reciben hemodiálisis y también hay casos de afecciones respiratorias (tuberculosis, neumonía, etc).

A diario en el terreno

Según Yarina, desde que inició la misión, el principal obstáculo para todos ha sido el idioma, pues los habitantes hablan el inglés, pero con elementos propios, casi otro dialecto. Cuesta imaginar aquellas consultas iniciales.

“Muchos de mis compañeros no tienen estudios de inglés. Yo sí tengo nivel de B2 o avanzado, pues he pasado múltiples cursos en la Universidad, pero igual es complejo entender todo, porque atropellan mucho las palabras, se les va cogiendo el paso, el diarismo te obliga a aprender.

“Acá, por ejemplo, yo pongo la transfusión de sangre y realizo la extracción de muestras para estudios de laboratorio, tareas que en Cuba desempeña otro personal, y ello me obliga a superarme constantemente.

“Porque, además, debo cumplir con detalle mi rutina diaria normal: el lavado de las manos apenas llego a la sala; la entrega y recibimiento del turno; el chequeo de los signos vitales con los equipos provistos para este fin; realizo las glicemias; alimento a los pacientes por vía oral o sonda; baño en cama a algunos aquejados…

“Ah, y al finalizar, me incorporo a la entrega de medicamentos, que requieren un horario estricto, porque está en juego la vida de las personas”.

Realmente son jornadas intensas, tanto que apenas se divisa el paso del tiempo. Dos meses han transcurrido en la vida de Yarina, y mantiene un ímpetu envidiable, así se percibe en los videos que cada mañana y tarde graba como recuerdo de este periodo.

“Me sé de memoria el trayecto hasta St John's desde el hotel Heritage, donde nos hospedamos. Tengo las imágenes del recorrido guardadas y cuando puedo las comparto con mi familia. Acá Internet es gratis 24 horas y mantenemos comunicación con Cuba.

“Paso algún trabajo con las comunicaciones, pues mi madre, mi esposo e hijo carecen de celular, pero gracias a familias vecinas (Dairen y su hija Claudia Elena) puedo ver a mis amores un par de veces a la semana.

“Y, por cierto, aquí no se da el aplauso de las 9 de la noche. Solo nosotros mismos en nuestros cuartos del hotel, y a veces se nos unen familiares que llaman justo a esa hora. Agradezco ese regalo, y sé que en mi Patria me esperarán muchas más palmadas y muestras de amor; por eso, mientras esté acá daré lo mejor de mí, para cuando regrese, abrazarlos a todos orgullosa del deber cumplido”.

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