Desde aquel domingo 29 de marzo, la provincia de Guantánamo no fue la misma, la confirmación de las sospechas del primer caso positivo a la COVID-19 nos puso a todos en disyuntiva; aunque ya era la noticia más comentada y legitimada a vox populi: la epidemia estaba entre nosotros.
Las fuerzas de la Salud estaban listas para actuar, nunca fue motivo de confianza, según explican fuentes de la Dirección provincial del sector; la enfermedad era nueva y las estadísticas que la circundaban resultaban alarmantes.
Sin desesperos ni improvisaciones, el Alto Oriente apostó por una misión fundamental: preservar la vida y cumplir el plan para detener al patógeno, con énfasis en el chequeo epidemiológico y el control sanitario en los puntos de arribo de pasajeros a la provincia, el chequeo en los aeropuertos de Guantánamo y Baracoa, la terminal interprovincial y la estación de ferrocarriles.
La reorganización del Sistema de Salud, la información oportuna, el reforzamiento de los equipos médicos y de vigilancia, las alianzas con las organizaciones políticas y de masas, las audiencias sanitarias en centros laborales y estudiantiles, cuadras, barrios y asentamientos poblacionales rurales, formaron parte de la primera línea contra el enemigo biológico.
Más de 10 centros para la atención epidemiológica, con capacidad para unas mil 500 personas, se activaron para aislar durante 15 días a todos los viajeros que ingresaran al territorio. Una medida para protegernos y garantizar el regreso seguro de los más siete mil guantanameros que estaban fuera del país.
Se redujo la actividad en instalaciones asistenciales, se suspendieron las cirugías electivas -no así las emergentes-, las consultas especializadas se acercaron a la atención primaria… para evitar aglomeraciones. Igualmente, se creó un Centro de Clasificación en la Escuela de Integración Deportiva Rafael Freyre, para chequear a los viajeros sospechosos y descartar cualquier peligro.
Mientras, en la comunidad, la reclusión domiciliaria a quienes llegaban del exterior o de otras provincias, las pesquisas activas con apoyo de otros sectores y de los laboriosos estudiantes de Ciencias Médicas, y la atención diferenciada a los ancianos en hogares y Casas de Abuelos, a los que viven solos y a los deambulantes, permitió mantener protegidos a grupos que son más vulnerables.
En la batalla contra el SARS CoV-2 el personal médico guantanamero fue de los primeros en prestar ayuda a La Habana y Santiago de Cuba, e incluso apoyar a otros países (Italia, Barbados, México…). Encomiable fue la labor en la montaña, pues incluso en los más intrincados parajes se visitaron pacientes para diagnosticar afecciones respiratorias, como parte de las acciones de prevención para reducir vulnerabilidades.
El propio Hospital General Docente Dr. Agostinho Neto cambió sus rutinas diarias y estructura, al crear un Cuerpo de Guardia solo para personas con síntomas respiratorios y una sala para esos casos.
Luis Armando Venereo Izquierdo, epidemiólogo de la Dirección provincial de Salud, se convirtió en el enlace con los medios, un canal de constante diálogo, para alertar, educar, prevenir del peligro que significaba y significa el nuevo coronavirus y notificar día a día de los nuevos casos.
Aunque solo cinco municipios reportaron casos positivos, Guantánamo también se sumó a la investigación para el análisis de la seroprevalencia (presencia de anticuerpos) y prevalencia de la COVID-19 en la población, en respuesta a recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El resultado fue favorable, pero aún así el territorio se mantiene alerta.
En estos momentos, aunque no se han detectado más personas infectadas en la provincia, y se dan pasos claves hacia la nueva normalidad, Salud se mantiene a la cabeza de la etapa recuperativa pos-COVID-19, con la vigilancia de las Infecciones Respiratorias Agudas (IRA) y de los viajeros, así como el llamado constante al cumplimiento de las medidas higiénicas y de protección en centros sanitarios, laborales y servicios provinciales.
La batalla no cesa para quienes se afanan por preservar la vida, incluso, ahora en el gigante asistencial guantanamero está habilitada un área, con el equipamiento necesario para atender en el tercer piso a enfermos sospechosos de portar el SARS-CoV-2. Allí les aguarda el buen servicio a los aquejados, para quienes por lo que Guantánamo seguirá siendo una trinchera humanitaria contra la COVID-19 y cualquier mal que desafíe la vida.