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Dr Irbel

A mediados de abril, cuando las autoridades sanitarias decidieron que el campismo Playita de Cajobabo sería el sitio donde se alojarían los casos sospechosos de COVID-19 de Baracoa y Maisí, junto a un equipo de tres médicos, cuatro enfermeras, una nutrióloga, estadística, farmacéutica y un epidemiólogo, estaba Irbel Mosqueda Martínez, especialista en Medicina General Integral.

Fue de los primeros del policlínico Ciro Frías Cabrera, en Imías, en dar su disposición para integrar el ejército de batas blancas consagrado a prevenir y enfrentar el nuevo coronavirus en Guantánamo, cuando la provincia apenas reportaba los primeros positivos.

Sin conocer el lugar, el municipio o el tiempo que llevaría cumplir con esa misión, aceptó la encomienda, con la certeza de contribuir a salvar vidas.

“En los medios de comunicación escuchaba a diario que miles de personas fallecían o estaban desatendidas, porque los sistemas sanitarios de diferentes países no daban abasto, pero sabía que en Cuba el escenario epidemiológico sería diferente”, comenta el médico, quien actualmente labora en la sala de Terapia Intensiva del policlínico imiense.

Nuestra Zona Roja

Aunque Imías fue de los territorios libres de COVID-19, los trabajadores de la Salud de allí participaron de la lucha contra el enemigo biológico.

“Nos enfrentábamos a algo nuevo, peligroso por su alto nivel de contagio y el carácter asintomático de la mayoría de los casos confirmados en el país. Los pacientes que atendíamos eran primeros contactos de personas positivas al virus, lo cual exigía cumplir con los protocolos de bioseguridad para evitar la propagación del SARS-CoV- 2”, enfatiza el galeno.

Más de 40 personas estuvieron bajo la atención del imiense, con quienes estableció una relación muy cercana y fraternal, transmitiéndoles confianza ante la incertidumbre de ser posibles portadores del virus como consecuencia de haber sido contacto de familiares infectados.

“Los habitantes del Consejo Popular de Cajobabo se sumaron de manera indirecta a los médicos, enfermeras y trabajadores del centro de aislamiento en la atención a los pacientes sospechosos; además contribuyeron con donativos de frutas, viandas y hortalizas”, comenta Mosqueda Martínez.

Al recordar aquellos aciagos días, exalta los momentos más felices, cuando llegaban los PCR negativos y se daban las altas médicas. “Indescriptible la alegría y agradecimiento en el rostro de los egresados”.

El Irbel de siempre

Mosqueda Martínez no titubeó un segundo cuando semanas atrás tuvo que trasladarse a trabajar por 10 días al consultorio de Explanada de Duaba, una de las zonas más intrincadas del Plan Turquino del municipio. Allí, como en todos los Consejos Populares en los que ha estado dejó su huella y nuevos amigos que siempre lo recordarán.

Graduado en 2010 cómo técnico medio en Enfermería, su crecer profesional no se detuvo: se hizo licenciado y no conforme aún emprendió la carrera de Medicina, y tras recibirse como Médico General Integral cursó diplomados en Urgencia y Emergencia Médica, tras lo cual cumplió misión internacionalista en la República Bolivariana de Venezuela.

Ahora comienza la especialidad de Medicina Interna, “una batalla dura, pero estoy seguro que venceré con el apoyo de mi familia, motor impulsor de mis triunfos”, dice optimista.

“La vida me ha premiado, cumplí mis propósitos, siempre enfocándome en los objetivos y con mucho sacrificio. Gracias a este proyecto social, desde un lejano municipio he logrado mis sueños, por eso cuando las personas me llaman médico, les aclaro: soy, sobre todo, un obrero de la Revolución”, concluye.