2 el dulce sueño La leche de coco ahorra recursos importados y es un producto de gran calidad y demanda entre la población, asegura la directora de la UEB de Productos Lácteos en Baracoa.La prueba, durante los días en los que Baracoa recordaba su fundación, fue buena. “Excelente”, me dice Ileana Guilarte Velázquez, directora de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Lácteos Baracoa y agrega que, entre el jolgorio propio de esas fechas, el helado de coco de sabor natural fue de lo más celebrado por quienes pueblan la Primera Villa.

Cierto que no duró mucho. Pero lo que sí perdura es la aspiración de lograr un suministro estable de esa materia prima, proveniente de la industria conservera La Primada y de algunos campesinos de formas productivas dedicadas al cultivo del llamado Árbol de los Cien Usos.

Fue, también, una orientación del Consejo de Defensa Municipal que -hasta hace unos días funcionaba a tiempo completo, como parte de las medidas para frenar el avance de la COVID-19 en el país.

Sobre todo, empero, es un llamado del buen sabor y la economía que ahora mismo encuentra sus mayores trabas en la debacle causada por el huracán Matthew -a inicios de este mismo mes, hace cuatro años- en los cocales de ese municipio.

Dicen los que saben

1 el dulce sueñoPara cada kg de leche de coco es necesario moler 95 kg del fruto, explican especialistas de La Primada. “Es simple. El helado con leche de coco ahorra leche en polvo, grasa, y sustituye totalmente la esencia para el sabor y el colorante”, explica Guilarte Velázquez, quien tiene a su cargo dos establecimientos con capacidad para producir casi una decena de surtidos, además del mencionado, varios tipos de yogurt, queso untable…

Lo que dice, no es poco. Ahora mismo, el déficit de leche en polvo descremada es un hecho dentro de la industria láctea que, en Baracoa y en otros establecimientos similares del territorio se sortea con la elaboración del llamado helado sorbete, un postre frío a base de pulpa de frutas.

Claro que si la leche de coco llegara, sería para productos de mayor calidad: helado de crema y paleta, los dos surtidos estrellas que actualmente produce la minindustria de Mabujabo, inaugurada hace poco más de un año, como parte de la estrategia municipal de desarrollo tras el huracán Matthew.

La industria principal, en plena ciudad, donde también radica la sede administrativa de la UEB, desde hace varias semanas no produce helados, por la rotura de parte del equipamiento de esa línea.

De modo que, si ahora mismo llegara leche de coco -como debía pasar al día siguiente de estas entrevistas, según la directora de la UEB-, iría directamente a la citada minindustria.

El jefe de Brigada, Roelvis Ramírez Rodríguez, confirma la “rentabilidad” de la leche de coco, que allí podría convertirse, además de paleta con o sin cobertura de chocolate -que hoy producen de ese sabor artificial, naranja…, y en coco glasé.

“Aquí todo o casi todo es importado. Tener un producto nuestro, que puede sustituir total o parcialmente alguna de esas materias primas, y que además es más sabroso y aceptado por la población, sería una maravilla”, explica.

La leche que espera proviene de la minindustria de una de las dos Cooperativas de Crédito y Servicios que, hasta ahora, negocian con Lácteos por esa materia prima. “Cada kilogramo (kg), ilustra la empresaria, lo pagamos a 4.20 pesos, y necesitamos 95 kg para obtener 960 galones de mezcla, de los cuales obtenemos 490 de helado”.

Si le preguntan, empero, la directora de Lácteos prefiere los suministros de la UEB Conserva La Primada, de la Industria Alimentaria, cuya “leche es más espesa y como se produce industrialmente, tiene mayores estándares de calidad y garantía de inocuidad”. Pero esta vía, al parecer, es un poco más complicada.

Hablando con los productores

3 El dulce sueñoEl principal obstáculo para incrementar las producciones derivadas de la materia prima es la lenta recuperación de los cocales que fueron arrasados por MatthewEn la Fábrica de Conservas La Primada, Yaquelín Cantillo, jefa de Producción, explica que el “problema de la leche de coco” -lo llama así- es que desde Matthew, a esa industria le asignan una tonelada del fruto, y que en el corriente, posiblemente, esa cifra se elevaría a tres, cuando necesitan unas 15 para suplir sus compromisos.

Y que para producir una tonelada (t) de la materia prima que requiere la fábrica de helados, serían necesarias 5,5 t de masa. Lo que quedaría, tras el proceso de pelado del coco, rallado y prensado, es “fibra de coco, cuyo único destino es la repostería, así que lo vendemos a los establecimientos de la propia Alimentaria”.

La competencia, con el resto de los productos de la industria -barras, turrones, cucuruchos, masa de cucurucho de varios sabores, horchata, ralladura en almíbar- es dura y desigual.

“En estos momentos, no tenemos contrato para hacer leche de coco. La hemos producido, y entregado a la heladera en cinco ocasiones, pero si tenemos poco coco, y varias producciones que sí están pactadas por cumplir, es muy difícil”, expresa.

“Antes, continúa la jefa productiva, los acuerdos eran directos. La fábrica nos demandaba y nosotros producíamos. Pero es necesario un contrato que le permita a la Alimentaria demandarle a la Agricultura el fruto necesario.

“El problema es que los cocales ahora es que va recuperándose, incluso si hacemos el contrato, y la Alimentaria hace su demanda, habría que ver si alcanzan las producciones en el campo”, razona.

Para Adrián Paumier, productor y presidente de la CCS René Gamboa, de Los Hoyos de Sabanilla, las ventas a la Empresa Láctea y la gastronomía -donde se usa para la elaboración de platos típicos a base de pescado, cangrejo…- suman los mil 300 kg.

El principal obstáculo es la lenta recuperación de los cocotales. “En estos momentos, tenemos selladas las 58 hectáreas que dedicamos -la CCS aúna a 62 propietarios y 412 ha de tierra- a ese cultivo, pero ahora solo producen las que Matthew dejó vivas y las primeras que sembramos tras el huracán”.

¿Habrá más leche de coco de esta cooperativa para la producción de helados, entonces?, pregunto. “Nosotros sí queremos, claro, al nuevo precio que nos aprobaron, de cinco pesos el kilogramo, de acuerdo con nuestros gastos y una pequeña ganancia. Lo principal es prestar el servicio”, asegura.

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