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1 cuando lo pequeóLa minindustria de Mabujabo “asume” la producción de diferentes helados: entre ellos, sorbete, a partir de la pulpa de frutas que les suministran nueve formas productivas del territorio. Son seis en la brigada, ahora hay dos. Deberían tener tres neveras en funcionamiento y, como parte de un proceso de transformación de las cámaras frías, solo disponen de un par… Mas, a pesar de los peros, la minindustria de helado de Mabujabo no se detiene.

Desde hace dos meses, la rotura del homogenizador detiene la mayoría de las producciones en el establecimiento principal, donde queda, también, la sede administrativa de la UEB Productos Lácteos Baracoa y se echan encima los planes de helado para la venta en divisa, los Mercados Ideales, la heladería local.

Hay, como en el resto del país, atrasos en la llegada de las principales materias primas, así que los hombres sacan las pulpas de fruta de los congeladores -que les proveen nueve formas productivas de la localidad-, arman la mezcla y producen sorbete, un postre frío anterior en la historia del helado y que no requiere grasas ni leche.

Si hay leche descremada, se aventuran con el helado de mayor calidad, de leche y hasta de crema. El día que vamos, nos lavamos manos y suelas con cloro fuerte, ya están listo para envasar sendos lotes de helados de plátano y fresa, y logramos ver el inicio del proceso del segundo.

Les llega leche de coco y se afanan en el helado de ese sabor que, además de sabroso, genera un ahorro de saborizantes, colorantes y grasa; aunque raramente, producen el coco glasé.

2 cuando lo pequeñoLa minindustria de Mabujabo “asume” la producción de diferentes helados: entre ellos, sorbete, a partir de la pulpa de frutas que les suministran nueve formas productivas del territorio. Fabrican igualmente paletas. Con cobertura de chocolate o sin ella. De coco, de naranja…, que luego deben venderse a la población a cinco pesos. El envase, una especie de nylon grabado graciosamente con el nombre de Tolón, y el palo que las sostiene, una invención que les quita apuros y gastos de encima.

Roelvis Ramírez Rodríguez explica que, en vez de esperar que la empresa los proveyera de esos aditamentos, a uno de los obreros -Carlos Aranda- y él, jefe de la brigada, se les ocurrió usar el plástico con que se sellan las tanquetas de helado y otros surtidos… y funciona.

Tendrían que presentarlo en algún fórum, les digo. “Deberíamos”, dicen a dúo y se ríen. Son una minindustria enclavada entre grandes fábricas de producciones tradicionales de Baracoa: la chocolatera inaugurada por el Che y la conservera donde coge su punto el cucurucho. Y solo esperan avanzar.

Su mayor producción, hasta ahora, 850 galones de helado en un turno de trabajo, que de las ocho horas habituales se estira casi siempre tres o cuatro más. Pero lo regular, son 750 unidades de productos de diferente calidad.

“Y podrían ser mil, pero nos falta una nevera, que no está rota, sino en medio de un mejoramiento. Estas cámaras refrigeradas -explica el jefe- no están preparadas para un golpe de frío como el que necesita el helado cuando acabamos el envasado, así que la estamos preparando para bajarle la temperatura”.

El viceministro de la Industria Alimentaria, unas horas antes, visita la heladera de Mabujabo, y así la describe a esta reportera: “Acabamos de pasar por una minindustria magnífica, que aprovecha las frutas de la localidad, que logró encadenarse con varias formas productivas, que elabora helado, paleta…”

Se lo menciono al jefe de brigada y vuelve a sonreír, una sonrisa enmarcada en un abrigo doble -el necesario para adentrarse en las neveras, donde el termostato marca 16 grados bajo cero. “Sí, periodista, la verdad es que vino y le gustó”, me dice y sigue con lo suyo: la producción del día espera.

Sueños grandes los suyos, de esos que hacen crecer hasta las industrias más pequeñas…