Reynaldo Duvergel Moya reconoce el cambio radical en sus condiciones de vida.Esas firmes paredes nunca formaron parte del hogar de José Fuentes Nieto, en Luz Caballero entre 9 y 10 Sur, en la ciudad de Guantánamo, tampoco el piso de cemento pulido, mucho menos, su sueño era cómplice del colchón que reluce como nuevo. Aquella vivienda completamente de madera es historia.
Fuentes Nieto es una de las más de 10 personas con conducta deambulante que transitaron por el centro habilitado temporalmente en la ciudad de Guantánamo -en la escuela Batalla de Jobito- para atender esos casos, en los meses de abril a agosto. Tras el Gobierno local evaluar la situación del señor de 50 años, este volvió a su vivienda, luego de que esta recibiera una reparación capital.
“Encantado de la vida. Antes, las ventanas eran de madera, ahora de aluminio”, es de las pocas frases que comparte durante la visita del reportero. Sus palabras son escasas, aunque denotan consciencia de las nuevas comodidades que lo rodean.
La estrategia para cambiar la cotidianidad de estas personas, que tenían las calles como espacio de vida, incluyó el retorno de unos 34 individuos a su núcleo familiar, con el consiguiente trabajo para hacer cumplir la responsabilidad de quienes deben velar por su cuidado. Otros se ubicaron en hogares de ancianos, y varios fueron trasladados a sus provincias y municipios.
La Ley 286, del Manual de Procedimiento para el Trabajo de Asistencia, Prevención y Trabajo Social, rige los trámites o métodos a seguir en estos casos y, como parte de ello se rehabilitaron seis viviendas.
“Se repararon cinco inmuebles en la ciudad de Guantánamo y uno en Baracoa. En San Antonio del Sur hay otro en proceso. Allí un caso, por no tener familia, se ubicó en un Hogar de Ancianos, y otro se tramita para darle igual tratamiento, pues tiene más de 60 años.
“La mayoría presentan problemas de alcoholismo”, comenta Lida Pico Pérez, especialista de la Dirección provincial de Trabajo y Seguridad Social.
Cinco personas con conducta deambulante que no tienen hogar permanecen de forma temporal en un centro habilitado en la localidad de Cecilia, con las atenciones de salud necesarias y otras garantías para su estancia, en tanto se determine su definitiva ubicación.
Abriendo puertas
Al entrar a la residencia de Reynaldo Duvergel Moya todavía se percibe un fuerte olor a pintura. Él cuenta que ninguna de esas paredes tenía repello, hasta queYudith Soza Delisle, hija de Félix Evelio Soza Verdecia, resalta la agilidad con que se trabajó para mejorar la vivienda. hace poco el cemento las cubrió junto al color gris, y el rostro del hogar se transformó por completo.
“Bueno, mira… mira tú mismo”, afirma Duvergel Moya como si todo fuera obvio, aunque las preguntas de la prensa insisten en conocer más sobre el antes y el después de esa vivienda. Él solo se queja por un problema en la instalación hidráulica del baño que revela un salidero, pero habla sobre la nueva meseta fundida, el fregadero, y también exhibe con placer el colchón nuevo.
Las transformaciones en los domicilios incluyeron el cambio de techos, por tejas de zinc y fibrocemento, también se sustituyeron puertas y ventanas, se mejoraron las instalaciones eléctricas, se garantizaron bombillos para el alumbrado, además de colocar un juego de baño nuevo.
Los beneficiados de las reparaciones, al regreso a sus hogares recibieron, además, cama y colchón, junto a una muda de ropa, sábana y toalla, explica Claudia Feliú Pérez, psicóloga del Centro de Salud Mental, en la ciudad de Guantánamo, y señala que la inclusión de algunos en los comedores del Sistema de Atención a la Familia es parte del procedimiento.
Cada detalle de esas atenciones también lo confirman las palabras de Yudith Soza Delisle, hija de Félix Evelio Soza Verdecia, otro de los que convive entre los nuevos rostros de su vivienda.
Mientras Soza Delisle conversa con Venceremos muestra el hogar, señala que en un mes ese espacio se independizó de otro inmueble, en la agenda quedan sus palabras de agradecimiento por el esfuerzo estatal en el mejoramiento de las condiciones de la casa para su padre.
La otra cara del asunto
Dice Georgibell Ramos Muguercia que cuando Pedro Reyes Ávila regresó al barrio, luego de ser atendido en el centro temporal habilitado para los deambulantes en la ciudad de Guantánamo, ese día él y los vecinos lo recibieron con caldosa, júbilo, y con la esperanza de que ya en un hogar con nuevas condiciones este cambiara su vida, pero la realidad confirma otra cosa.
La vivienda conserva los rostros de la reparación, pero ya no están ni la llave del fregadero, ni los bombillos, y afirma Georgibell Ramos que en la noche la oscuridad invade ese espacio por completo. Otros recursos como el colchón y los elementos de baño o las instalaciones eléctricas corren el riesgo de irse a la venta.
José Fuentes Nieto, quien anteriormente vivía en una casa completamente de madera, hoy posee un domicilio más cómodo y seguro.Fredy Ávila Calzado, a la llegada nuestra, barre el balcón de su vivienda; conversa sin reservas y reconoce que la bebida le hizo cometer errores, pero gracias a la bondad del Estado, cuando salió del centro donde se atendió de forma temporal a los deambulantes de la capital provincial también encontró su casa con mejores condiciones.
La pintura, la puerta y las ventanas de aluminio muestran cuánto invirtió allí el Gobierno en la atención a estas personas. Ávila Calzado invita a recorrer la vivienda y se notan algunas ausencias:
Unos cables sobresalen desde la placa y delatan que hubo ahí un bombillo. Donde estuvo el fregadero solo queda un enorme agujero, tampoco pudo mostrar el colchón nuevo, aunque en la plática entregó varias justificaciones que sembraron dudas sobre el real paradero de cada cosa.
La atención a los deambulantes entraña complejidades, Martha Marcillí Hernández, subdirectora de Trabajo y Seguridad Social en la provincia, explica que en ocasiones basta una crisis nerviosa ocasionada por cualquier situación para que una persona asuma esa conducta.
Independientemente de los esfuerzos del Gobierno en el tratamiento a estas personas, la realidad constatada por Venceremos muestra que desafortunadamente las inversiones a veces no las acompaña la consciencia de los beneficiados, y ya hay recursos que fueron a parar muy lejos de las manos a las que se les entregaron para mejorar su calidad de vida.
La provincia no cuenta todavía con un centro específico para atender a esas ciudadanos “dueños” de las calles, aunque crearlo evitaría, por ejemplo, lamentar los errores de aquellos que no valoran los materiales y el dinero con que el Estado apuesta por transformar realidades, y consolidaría un poco más la estrategia de seguimiento a los casos más críticos.