En el Centro Meteorológico provincial de Guantánamo el clima se vigila desde los ojos de la ciencia. Tras el rostro de la naturaleza y las sensaciones que esta le regala a la piel hay números y teoría. Allí laboran personas acostumbradas a lidiar con el clima y sus variables, saben el valor de la información que el pueblo espera.
Andrés Aragón Matos define el trabajo en equipo como esencial para la efectividad de los resultados del centro.En el silencio del Departamento de Pronósticos solo se cuelan las palabras del doctor Durán, anunciando las nuevas estadísticas de la COVID-19. La mirada de Andrés Aragón Matos, jefe del Grupo provincial de Pronósticos, reposa fija en el monitor de la computadora, mientras abre uno de esos archivos que hablan, desde las cifras, de temperatura, punto de rocío, presión atmosférica…
“Los partes emitidos por el centro tienen de 8 a 10 salidas diarias por los medios de prensa, sobre todo, radio y televisión, con precisiones de acuerdo con los municipios que solicitan la información”, explica Aragón Matos en el interior de un local donde las 24 horas se actualiza la situación climática del territorio. Guantánamo duerme, pero allí hay ojos pendientes de cada valor.
De la interconexión en la provincia de cinco estaciones meteorológicas convencionales y otras nueve automáticas ubicadas en zonas estratégicas, fluyen datos que le toman el pulso al clima. En tiempos de calma, cada tres horas se chequean los parámetros en esos puntos, pero la historia es otra cuando se avecina un huracán y los relojes alertan de compromisos con más frecuencia.
“En esos momentos el flujo de datos desde las estaciones hasta el centro es cada una hora, la rutina cambia, se genera mucha información. Hay especialistas que comparecen en los medios de comunicación, otros asesoran a los Consejos de Defensa.
“También tributamos los partes a las emisoras que se comunican con nosotros, algunas lo hacen dos y tres veces en el día, incluso llaman desde Radio Surco, en Ciego de Ávila, por la cantidad de guantanameros que viven allá y desean saber la situación de nuestra provincia”, añade Aragón Matos.
En Guantánamo, además, la estación de Maisí es de las pocas en el país a la que la Organización Meteorológica Mundial le solicita reportes sobre la situación climatológica, lo que también habla del prestigio de ese servicio.
Enrique Perigó Román es otro de los especialistas que le sigue las pistas a la naturaleza, conoce bien de las conspiraciones de esta, esas que transforman horas de sueño en jornadas de trabajo. Habla con goce por la evolución tecnológica que acompaña al centro, el cual pasó de tener imágenes satelitales estáticas a otras animadas y más precisas.
“Nubosidad, temperatura máxima y mínima, precipitaciones, dirección y fuerza del viento son algunos de los parámetros que informamos en los partes. La mayor satisfacción de esta labor es alertar tempranamente a la población sobre los peligros de fenómenos meteorológicos, para mitigar las consecuencias de estos”.
En la provincia la tarea es más compleja, debido a la existencia de tres tipos de clima que incluyen los de las zonas con mayor y menor nivel de“Las estaciones automáticas en zonas de importancia económica y social de la provincia fortalecen el sistema meteorológico”, explica Carlos Román González. precipitaciones en Cuba, por lo que hay mucha variabilidad, reconoce Andrés Aragón Matos.
A lo anterior se suma la geografía montañosa, independientemente de lo cual el Centro Meteorológico cerró 2020 con un 91,7 por ciento de efectividad en los pronósticos, resultado que su director Carlos Román González valora como positivo y ubica a la institución guantanamera entre las más destacadas del país.
Horas de faena
Más allá de un lugar donde se pronostica si el frío sorprenderá en la madrugada, si lloverá o no, si la naturaleza será bondadosa con sus caprichos... el Centro Meteorológico provincial irradia conocimiento, puntualiza Rodelkis Hernández Turcás, especialista principal del Grupo de Meteorología Aplicada.
“Aquí préstamos servicios a personas naturales y jurídicas, entre ellos, la caracterización climática de los territorios, lo cual permite saber las potencialidades para la agricultura. También están los análisis del impacto, por ejemplo, de la sequía y las lluvias, en ese sector”, explica Hernández Turcás.
Hay en este sitio compromisos para el cuidado del medio ambiente, pues mediante la comunicación estrecha con el cuerpo de guardabosques de la provincia se alerta cuando se detectan focos de calor que podrían significar incendios en alguna zona, otra forma de salvar.
Desde este centro se lucha, asimismo, contra un enemigo silencioso: la sequía, esa que cuando sus efectos se delatan sobre los cultivos y avisoran las pérdidas, hace que el lamento y la alarma lleven manos a la cabeza.
“Trabajamos en un sistema para mejorar la alerta temprana de la sequía e informar a los decisores de los inicios de este fenómeno y su permanencia. Es necesario ese monitoreo, porque debido a las características montañosas del territorio en muchos lugares no se cuenta con sistemas de regadío y las siembras dependen de la lluvia”, añade Rodelkis Hernández Turcás.
Loexis Rodríguez Montoya, subdirector técnico, habla de otro proyecto sobre el cual ponen atención en estos momentos: el clima de montaña, el cual prevé transformar métodos de trabajo y que ello se traduzca en más efectividad de los pronósticos para las zonas rurales donde se dificulta un poco más la tarea.
La producción de alimentos bajo condiciones de sequía es también de los estudios en los cuales se trabaja en los municipios guantanameros de Niceto Pérez, El Salvador y en el santiaguero de Palma Soriano. Es un proyecto financiado por la Oxfam -organización no gubernamental- y que dispone de recursos básicos para monitoreo climático en las cooperativas agropecuarias para planificar mejor las labores.
Los reportes de las estaciones tienen que ser tan precisos como puntuales.Son muchas apuestas por la ciencia, pura gestión del conocimiento para que teoría y saberes toquen la realidad, sean capaces de transformarla y las personas lo perciban a su alrededor, son de los tantos rumbos trazados desde la investigación en el centro.
Acción
Osmany Tamay Otamendy, uno de los operarios de la estación meteorológica de la ciudad de Guantánamo, habla con placer de lo que hace, aunque sus jornadas de trabajo desafíen a veces el frío de la madrugada y la lluvia para chequear los parámetros climáticos.
“Aquí se combina el análisis visual con el instrumental, observamos los tipos de nubes, si hay precipitaciones, relámpagos… con equipos como el anemómetro medimos velocidad del viento, otros registran nivel de precipitaciones, temperatura, humedad relativa… explica Tamay Otamendy.
A los ciclones este operario los define como experiencias que presionan, hacen sentir sobre quienes trabajan en las estaciones el peso de una responsabilidad mayor, las exigencias de los chequeos puntuales para que cada dato viaje oportunamente al Centro Meteorológico provincial.
Como todo trabajo en equipo hay muchas manos e inteligencia tras la exactitud de lo que se informa. Yurielki Durán Díaz, especialista principal del Grupo de Instrumentos y Métodos de Observación, explica que los equipos de las estaciones reciben mantenimiento tres veces al año y la calibración se realiza en Camagüey o La Habana. Él es parte de quienes vigila que la información no esté en riesgo de alejarse de la realidad.
Esfuerzos ignorados que a veces se enfrentan cara a cara a las inclemencias del clima, horas de miradas fijas sobre cifras capaces de advertir peligros para desnudar con la ciencia parte del comportamiento de la naturaleza y destapar sus misterios, así se define en gran medida el quehacer de quienes encuentran en la meteorología motivos de su día a día.