Beatriz Echavarría CorderoBeatriz asegura que tan importante como cortar caña es protegerse de la pandemia.Quien no la conoce y ve a Beatriz Echavarría Cordero, nunca podría imaginar que la diminuta mujer, delgada y de apenas metro y medio de estatura, corta más caña que el resto de sus compañeros.

Oriunda de La Dorada, apartado sitio del guantanamero municipio de Manuel Tames, lleva siete zafras cortando caña.

Cuenta que antes de dedicarse a la ruda actividad estuvo vinculada a labores agrícolas, fundamentalmente siembra de la gramínea, chapea y cuantas tareas le asignaran.

Empezó a picar caña como integrante de la brigada Las Marianas, reconocido colectivo de 25 macheteras que, años atrás, se distinguió por su destacado aporte a la zafra.

Cuando esa estructura, perteneciente a la Unidad Básica de Producción Agropecuaria (UBPC) Honduras, se desintegró tras dedicar parte de sus áreas al corte mecanizado, ella volvió a las labores agrícolas.

"Estuve un tiempo de cocinera, pero el trabajo quedaba muy distante de la casa y tenía que levantarme todos los días a la una de la madrugada, esfuerzo extraordinario que no resistí".

Ante el inconveniente regresó a los cañaverales en cuanto se dio la oportunidad. "Pude buscar otra cosa o quedarme en casa cuidando a los nietos, pero la vida está dura y sé la importancia que tiene la producción de azúcar para el país". Desde entonces la laboriosa mujer se levanta todos los días a las cuatro de la madrugada y se monta en un camión que la traslada hasta el cañaveral, donde el corte inicia a las 6:00 am y termina a las 5: 00 de la tarde.

"Cortar caña es una tarea dura que exige de sacrificio y preparación física, sobre todo porque hay que permanecer mucho tiempo encorvado y al sol. También requiere de voluntad y habilidades, que no tienen todas personas.

"Felizmente yo reúno esas cualidades, me gusta lo que hago y no pierdo tiempo cuando entro al campo. Tan es así que muchos hombres, incluido mi esposo, pareja en el corte, tienen que afincarse duro porque me les voy por delante.

"Algo parecido sucede con las cuatro macheteras restantes de la UBPC, son productivas, pero ninguna se empata, que siempre sobrecumplo la norma diaria", comentó.

El activismo de la agenciosa mujer no se circunscribe solo a su ejemplar desempeño laboral. "Cuando llego a casa suelto la mocha y engancho con los quehaceres domésticos, mientras mi esposo atiende los animales.

Para Beatriz las horas de descanso son escasas, sin embargo, la reconforta trabajar por el bienestar propio y de su familia, sobre todo, en tiempos difíciles como los impuestos por la COVID-19.

"Si cada guantanamero se esforzara al máximo y entregara lo mejor de sí en su puesto de trabajo o estudio, los resultados económicos y sociales de la provincia indudablemente fueran superiores".

"Actuando de esa forma estaríamos pensando como país, que significa entregarnos en cuerpo y alma al servicio de la nación", apuntó.

Atendiendo a los relevantes resultados de las macheteras, se proyecta rescatar la brigada Las Marianas para que, en vez de cinco, sean más guantanameras las que aporten a la producción de azúcar y al crecimiento económico del territorio.

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