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Roman“Cada año, son más los ciclones que nos afectan, así como los que se convierten en huracanes y tienen alguna influencia sobre Cuba”, alerta Carlos Román González.Hace unos cuatro años, Carlos Román González, director del Centro Meteorológico Provincial de Guantánamo, me dijo por primera vez que el clima estaba cambiando y la intensidad de los fenómenos climáticos era la muestra más evidente de ello: las sequías eran más largas y los ciclones más intensos, por solo citar dos ejemplos.

Varias entrevistas después, estamos sentados en el mismo sitio y la aseveración resurge, justo cuando iniciamos la temporada ciclónica, del primero de junio al 30 de noviembre.

“Esta, como ocurre desde el año 2016, será muy activa. Se deben formar alrededor de 16 ciclones tropicales, de los cuales ocho tienen probabilidad de convertirse en huracanes”, aseveró al iniciar el diálogo.

Como constante de los últimos años, en 2021 también tuvimos un ciclón antes del inicio formal de la etapa de huracanes, “un evento con el nombre de Ana que, aunque inofensivo para nosotros, sí es una muestra clara de cómo se va activando la etapa”.

Según el pronóstico “ciento por ciento cubano”, precisa, “se espera que 10 se originen en el oceáno Atlántico, que es la zona ciclogenética más activa para nosotros, y tres en el mar Caribe y el golfo de México, respectivamente”.

La probabilidad de que alguno se forme e intensifique en el mar Caribe, por otra parte, “es del 60 por ciento, y de que alguno originado en el Atlántico entre a nuestra área geográfica, del 70 por ciento, que se considera alta, pero la mayor de todas (85 por ciento) es la relacionada con la posibilidad de que Cuba sea afectada por un ciclón tropical, que puede ser una depresión o un evento más fuerte”.

Moderado, empero, “es el riesgo de que alguno de ellos se intensifique y se convierta en un huracán con vientos sostenidos superiores a los 118 km por hora, solo del 45 por ciento”.

Mientras, el experto señaló entre las condiciones propicias para los ciclones, el incremento de la temperatura del mar por encima de lo normal, superior a los 26 grados Celsius, que se mantendrá durante todo este período. “Y eso, el calentamiento de la superficie marina es el combustible de los ciclones”.

El segundo elemento que destaca es que “estaremos en un período neutro en la atmósfera. O sea, sin la influencia de los fenómenos de El Niño o La Niña, sobre todo, del primero, cuyas corrientes en chorro desde el Pacífico Ecuatorial sobre el Atlántico, corta la circulación de los ciclones, a 11 y 12 kilómetros de altura”.

Es, dice, la combinación perfecta para la actividad que se espera. “Calor en el mar y frío en la atmósfera superior”.

Sobre el predominio del anticiclón del Atlántico, el rector del tiempo en el Caribe, explicó que de su intensificación o debilitamiento sobre nuestra área geográficaTemporada Ciclónica dependerá, sobre todo, la trayectoria de los eventos que se formen. “Si se aproxima, por ejemplo, los ciclones rodearán esa área de grandes presiones y es más probable que se acerquen a Cuba”.

Otra novedad de la actual etapa, explicó, será que tras dos años usando el alfabeto griego para bautizar a esos eventos, esta vez se retomará una lista de nombres, como se hace regularmente.

El meteorólogo alertó sobre la necesidad de que las personas conozcan las vulnerabilidades de los sitios donde viven, “pues la prevención, dentro o fuera del periodo, será nuestra principal arma”.

Ratificó como los principales fenómenos que afectan la provincia, a las Tormentas Locales Severas (TLS), cuya presencia se ha incrementado, y de la cual este año se reportó una, leve, en el municipio de Yateras.

Recordó que las TLS tienen elementos de severidad como lluvias intensas (más de 50 mm en menos de una hora), tormentas eléctricas, vientos superiores a los 90 km por hora, granizadas y tornados, “aunque no todos necesariamente aparecen”, que causan daños a las personas y al Estado.

“Hay que prestar atención -señaló- a las inundaciones súbitas, favorecidas por el rápido escurrimiento del agua desde las montañas hacia las zonas llanas, como sucede en Baracoa y Guantánamo, donde además influyen las dificultades con el drenaje de las aguas pluviales”.

Las inundaciones costeras, reconoce, es otro escenario recurrente en el territorio. “Sobre todo, afectan la costa norte de la provincia, el malecón de Baracoa, la zona de La Playa, y Yumurí, donde hay un asentamiento en zona baja y puede darse una contención de agua fuerte con la crecida del mar y del río..., por citar algunos ejemplos”.

Y finalmente, los ciclones tropicales, “no por gusto, en cinco años hemos tenido cuatro afectaciones por huracanes de gran intensidad, de forma directa e indirecta”, y la lluvia, en dos sentidos: cuando falta y provoca las extensas sequías que sufrimos en los últimos años, y cuando aparece de forma intensa”.