Pese a los escollos que impone el cerco estadounidense, los trabajadores de la UEB de Semillas fomentan la producción de simientes como maíz y frijol.La imposibilidad de acceder en el exterior a mercados de semillas certificadas, tecnologías y equipamiento para su beneficio y conservación, debido al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos a Cuba por más de seis décadas, entorpece la producción de alimentos agrícolas en la provincia.
La brutal política prohíbe al Estado cubano incursionar en el mercado estadounidense, a pesar del interés de empresarios y organizaciones norteñas por favorecer el comercio e intercambio con agricultores antillanos. Ello obliga a Cuba a adquirir simientes en países distantes, a elevados costos y altas sumas de dinero por flete y demás operaciones.
En declaraciones a Venceremos, Juan Carlos Martínez Azahares, director de la Unidad Empresarial de Base (UEB) de Semillas de Guantánamo, explicó que tales dificultades limitan la compra en cantidades y variedades suficientes de simientes y provocan afectaciones directas al sistema de la Agricultura.
“Los núcleos de col, cebolla, zanahoria, lechuga..., renglones muy demandados por los guantanameros, deben ser comprados en otros países, porque las condiciones climáticas en el nuestro no permiten producirlas, sin embargo, en los últimos años prácticamente es imposible importarlas debido a la severidad de la política imperial, que aplicó más de 240 medidas para estrangular la economía y matar de hambre al pueblo cubano”.
Asimismo, ha sido seriamente afectada la producción de hortalizas en las más de 60 casas de cultivo tapado de la provincia, las cuales eran abastecidas con semillas importadas. “Ante esa dificultad hemos utilizado simientes tradicionales, pero los rendimientos son mucho más bajos”, apuntó.
El directivo añadió que también resulta muy deprimida la entrada al país de insumos para la atención a las plantaciones destinadas a la producción de semillas, las cuales requieren de adecuado tratamiento fitosanitario para lograr su calidad certificada y eficaz germinación.
“Es nulo el suministro de fungicidas, bactericidas, insecticidas, herbicidas... a las fincas municipales de semillas y los 64 campesinos que comercializan sus producciones con nuestra UEB, los cuales emplean en su lugar materias orgánicas para fertilizar los suelos y medios biológicos para controlar plagas y enfermedades”.
Otra de las dificultades señaladas por Martínez Azahares es el insuficiente e inestable suministro de combustible a la provincia, debido a la persecución desatada por el Gobierno estadounidense, que provoca afectaciones en las actividades para garantizar las semillas, e interrupciones en el desempeño de las actividades administrativas.
Comentó que como consecuencia del recrudecimiento del bloqueo se paralizó, desde hace tres años, un proyecto mediante el cual la UEB tenía previsto importar equipamiento para viabilizar y mejorar las condiciones del proceso de extensión de semillas, por lo que tuvieron que seguir trabajando con tecnología de más de 20 años de explotación.
“Los procesos de selección, secado... en nuestra planta de beneficio se realizan con equipos, tecnologías y maquinarias muy obsoletos, debilidad que sin duda conspira contra los rendimientos, los ingresos y la distribución de las utilidades a los obreros, que se esfuerzan y no siempre pueden recibir salarios en correspondencia con el resultado de su trabajo”.
No obstante, exaltó la consagración, entrega y creatividad de la mayoría del colectivo que, pese a las limitaciones materiales provocadas por el bloqueo y agravadas por la COVID-19, se esfuerza por cumplir el objeto social de la entidad: garantizar semillas para incrementar la producción de alimentos en la provincia.
Con tal de contribuir a alcanzar dicho propósito, el directivo mencionó entre las prioridades de la UEB el fomento de simientes de maíz y frijol, renglones básicos en la alimentación de los guantanameros, así como de plátano, yuca, ñame, calabaza, pepino, quimbombó, habichuela y otros surtidos, que ayuden a mejorar el plato familiar, aún muy deprimido.
Insistió en la necesidad de estar preparados para producir aquí cuantas semillas sean posibles, para disponer de ellas en momentos que pudieran tornarse más complejos y evitar costosas importaciones desde Europa, por ejemplo, donde debe pagarse un millón 800 mil dólares por una operación, que desde Estados Unidos costaría solo 700 mil dólares.