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amenaza a la vida 1Las últimas máquinas para diálisis entraron a la provincia en el 2019, el resto son del 2015.Según fuentes de la Organización Mundial de la Salud, una de cada 10 personas sufre de enfermedad o Insuficiencia renal crónica (ERC), de ahí que los gastos en diálisis y trasplantes consuman del dos al tres por ciento del presupuesto anual de atención médica en países desarrollados. Las naciones subdesarrolladas, por su parte, apenas brindan tratamiento a esa temática.

En ese escenario, Cuba se erige como excepción de la regla en el tercer mundo, al defender un sistema de salud universal y gratuito, al que destina más del 25 por ciento del presupuesto estatal, y en el que los servicios de Nefrología desempeñan un papel primordial, incluso siendo de los más costosos.

La doctora María Victoria Vega de la Torre, jefa de esa especialidad en el Hospital General Docente Doctor Agostinho Neto, de Guantánamo, da fe de la nobleza del sistema sanitario cubano.

“Por ejemplo, son 120 los guantanameros con ERC, quienes tres veces por semana acuden a los puestos de diálisis. Provienen de los 10 municipios, y se les atiende en la capital provincial o en Baracoa, dependiendo de la cercanía, y se les garantiza no solo el cuidado, sino también el traslado y el alojamiento, de ser necesario. Todo gratis”, apunta la especialista.

Añade que una persona recibe alrededor de 12 sesiones de diálisis al mes, que le permiten limpiar la sangre de sustancias como la urea y la creatinina que se alojan en el organismo cuando el riñón funciona incorrectamente. La mayoría de los enfermos no orinan, así que el tratamiento ayuda a disminuir la presencia de líquidos, controla la tensión arterial, y otros beneficios, por eso, a las máquinas se les llama riñones artificiales.

“El cuidado de los pacientes con ERC, internacionalmente suele costar cerca de 300 dólares, por sesión. ¡Imagínese, al año se pagarían 43 mil 200 USD! Nuestro país no pide remuneración -aclara-. Sin embargo, todo el mérito no radica ahí, sino en que los recursos para atender a los enfermos son importados y adquiridos a precios cada vez más elevados, debido a las limitaciones del bloqueo estadounidense contra Cuba”.

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Según explica Vega de la Torre, la tecnología empleada hoy fue adquirida en Europa y Asia, al costo aproximado de 11 mil dólares por cada riñón artificial. Insumos imprescindibles como las agujas para fístulas, líneas arteriovenosas (ramas), y los dializadores (filtros), se consiguen en mercados aleatorios, porque la cacería de Estados Unidos impide mantener un abastecedor fijo.

También se dificulta adquirir jeringuillas, guantes. Hay casos con Hepatitis B y C y VIH que demandan extremar las medidas de bioseguridad. Igualmnete, escasean medicinas como la eritropoyetina recombinante humana o Epogen, una hormona que debería sintetizarse en los riñones, pero al no funcionar, los pacientes deben recibirla, sino desarrollan anemia. El preparado se administra dos veces a la semana, y todos la necesitan después del tratamiento.

En el peor de los casos, una anemia mal tratada obliga a recurrir a transfusiones de sangre con urgencia, un proceso que ahora ante la COVID-19 se ha complejizado, debido a la disminución de los donantes voluntarios.

Actualmente, como consecuencia directa del bloqueo, empresas como la Fresenius Medical Care AG, de Alemania, una de las líderes en la producción de suministros médicos, en especial para diálisis renales, dejaron de comercializar con Cuba, pues tenían lazos con la estadounidense National Medical Care.

En la provincia, la mayoría de las máquinas son de esa marca alemana, cuyo costo estimado es de no menos de 15 mil USD. Hoy funcionan gracias a la innovación y esfuerzo de los electromédicos liderados por el ingeniero Yamel Estévez, “la luz del team de Nefrología en Guantánamo”.

“A finales de 2020 e inicios de 2021, 10 máquinas se paralizaron por falta de piezas durante cuatro meses, obligando a reajustar los tratamientos y a trabajar de lunes a lunes para evitar complicaciones en la salud de los pacientes. Por suerte, llegaron insumos, pero la situación se puede repetir”, afirma la doctora con 13 años de experiencia en la rama.

amenaza a la vida 2Los pacientes con insuficiencia renal crónica requieren la diálisis con frecuencia o presentan desnutrición, falta de aire, convulsiones y, hasta coma, en casos severos.

María Victoria espera que este año se logre sustituir parte de la tecnología de la sala de Diálisis, mediante un financiamiento francés. Pero lo mejor sería contar con una nueva planta de tratamiento de agua por ósmosis inversa, con mayor capacidad, pues la actual tiene casi 10 años de explotación, y alimenta a 18 riñones artificiales, de 14 que es su capacidad real.

“Somos un servicio colapsado, pues hay muy pocos equipos para la cantidad de pacientes que atendemos, pero nada se detiene aquí. Laboramos hasta las 5:00 am, con cinco turnos cuando deberían ser tres, es necesario por nuestros pacientes. Este año tuvimos tres niños, una de las cuales espera por trasplante en Santiago de Cuba; los demás se recuperaron”, agrega la médica.

Pese a los riesgos que implica mantener la hemodiálisis, causante de hipotensión severa, arritmias y hasta paros cardíacos, para los 120 guantanameros que acuden al Hospital General, constituye la principal esperanza, mientras aguardan por un trasplante, muy difícil, pues desde hace 13 años el número de beneficiados no sobrepasa los dos o tres pacientes. Ahora son menos, por la vulnerabilidad ante la COVID-19.

Mientras tanto, los nefrólogos guantanameros, bajo la guía de la doctora Vicky, como le dicen cariñosamente, se mantienen celosos al resguardo de cada aquejado, acompañándolos durante las tres o cinco horas que están conectados a la máquina de diálisis. Les toca asegurarse que regresen a casa sanos, salvarles la vida, esa que cada día se pone en riesgo, por el empecinado capricho de la nación norteña de tenernos bloqueados.