El pesquisaje en las comunidades resulta vital.María Eugenia vive en un apartamento del reparto Caribe, de la ciudad de Guantánamo, junto a sus dos hijos de 14, varón, y 15 años, hembra. Trabaja como custodio al otro lado de la urbe, en jornadas alternas de dos días. Asegura que normalmente los pequeños se mantienen en el apartamento cuando ella no está. “Si salen por alguna razón con mi conocimiento tienen que ponerse el nasobuco y lavarse las manos antes de entrar de nuevo”, asegura la madre.
Normal para ella no fue, sin embargo, el último caluroso lunes, después de que permaneció con ellos hasta el último sábado, cuando la provincia, con ascendentes de contagios por el SARS CoV-2, fue amenazada por el paso del fenómeno meteorológico Elsa.
“Cuando regresé por la tarde, no estaban. Los vecinos me dijeron que se habían ido con unos amiguitos del edificio a bañarse en el río cercano, y volvieron casi de noche. Nunca pensé que se atreverían a desobedecer mi advertencia de no salir. Pero usaron el nasobuco todo el tiempo”, afirma la madre.
La situación quedó en una reprimenda materna y el compromiso de los chiquillos de no volver a infringir el distanciamiento social y permanecer aislados en casa. Mientras permanecieron afuera, trasladándose de ida y vuelta al río y entretenidos en el baño en grupo, estuvieron severamente expuestos a contagiarse con el virus de la pandemia, que en la provincia ha visto crecer en los últimos días las infecciones entre menores de edad y sus indeseables consecuencias, que incluyen riesgo para la vida.
Advertencia profesional
El alza de los casos en la provincia se relaciona con el aumento de la dispersión y transmisión del virus, y que en muchos contagios no pueden identificarse las fuentes, lo cual ha hecho sonar las alarmas en las matutinas sesiones del Grupo Temporal de Trabajo en la provincia para la prevención y el control de la COVID-19, y las autoridades han derramado advertencias reiteradas de la importancia de cumplir en la comunidad los protocolos establecidos para evitar la propagación.
El descuido de los padres y tutores con los menores a su cargo es uno de los resultados de minimizar el riesgo de contagio en la comunidad, lo que los hace incumplir las elementales medidas sanitarias establecidas, como son el distanciamiento social y el uso correcto del nasobuco, declaró recientemente el doctor José Alfredo Estevan Soto, especialista en Medicina Interna y Emergencia que coordina la atención al paciente grave en el territorio, vitalmente preocupado en que la población se cuide de llegar a este grado en una unidad de terapia.
Menores que van a los ríos con familiares o sin ellos, se reúnen en grupos o juegan fuera de sus casas en áreas comunes de edificios e instalaciones, calles y aceras de las cuadras, con conocimiento y permisividad de sus mayores y vecinos, favoreciendo la transmisión viral, alarman también a la doctora Arianna Benech Jiménez, directora del Centro provincial de Higiene y Epidemiología.
“Esto se refleja luego en el incremento de muestras positivas en el total de las analizadas diariamente en el laboratorio provincial”, dice la especialista, quien además comparte con otros de Salud Publica el llamado a la población a prevenir la COVID-19, e informar a las unidades del sector cualquier síntoma de la enfermedad para adoptar los comportamientos correspondientes.
Unos y otros se pronuncian, igualmente, por atender con esmero a los enfermos, a la vez que ayudar con prevención, a que cada quien cuide de su salud, y contribuya a disminuir los gastos al Estado y la sociedad en la habilitación y atenciones en los centros de aislamiento e ingreso.
Las manos de la comunidad
En la base, sin embargo, la percepción suele ser distinta, favorable a la gestión de los funcionarios del sector asistencial de policlínicos y consultorios médicos, aunque no necesariamente coincidente con el consenso de los directivos. Muchos vecinos interrogados al azar, presencialmente o por la red, aprecian que en su área de base no funciona el consejo comunitario de salud, o sencillamente desconocen su existencia.
“Diariamente, vienen a la verja de mi casa, como a las de los demás vecinos de este barrio, estudiantes de Medicina, técnicos de la Salud o médicos, y personalLa calidad de la labor de los mensajeros también depende de la correcta gestión del consejo comunitario. del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Índer), para preguntar por nuestra salud”, dice María Luisa, una vecina de la zona sur de la ciudad, sin mencionar la gestión del delegado y su consejo, aunque supone tiene que ver.
En este personal que insiste en el aislamiento, evitar el contacto físico externo con otras personas y el lavado de las manos, reconoce esta persona de la tercera edad la ocupación del sistema por la vida y la salud de las personas ante la recrudecida amenaza de la pandemia. “Tuvimos casos de contagio en la cuadra, se atendieron y manejaron bien y los vecinos cooperaron, pero luego se relajó la disciplina y la gente pierde la noción del peligro”, considera.
Celebra la actuación de la policía y los inspectores en la aplicación de multas y dispersión de ocasionales aglomeraciones injustificadas de personas, sobre todo, niños y jóvenes, en la cercana Plaza 28 de Septiembre, sin guardar la distancia aconsejada, usando mal el nasobuco o sencillamente comportándose contrario al distanciamiento social recomendado.
José Cuenca Sosa, delegado a la Asamblea municipal del Poder Popular, en la cabecera provincial, por una circunscripción electoral en el populoso barrio La Loma del Chivo, en el Consejo Popular Centro, testimonia el funcionamiento del consejo comunitario de salud durante un reciente evento de transmisión en dos cuadras de su circunscripción.
“Tuvimos una buena respuesta de los vecinos, promotores culturales, activistas, los organismos, para la distribución de recursos de primera necesidad, los mensajeros, los representantes de las organizaciones de masas, organizados en el consejo comunitario de salud, en las cuadras con cinta amarilla.
“No hay problemas con la pesquisa, por el personal de Salud y el Índer, pero siempre es posible mejorar la precisión, la sistematicidad y constancia en la información y vigilancia cotidiana, para casos de viajeros en cuarentena y contactos con visitantes sospechosos, que controla el consejo comunitario”, dice Cuenca Sosa.
Si el delegado es líder, los factores siguen
La también delegada de circunscripción y diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular, Inés Planche Martínez, defiende el trabajo del consejo comunitario de salud que encabeza a nivel de base. “Yo lo presido, pero cuenta con la trabajadora social, la coordinadora de los Comités de Defensa de la Revolución, dos secretarias de bloques de la Federación de Mujeres Cubanas, la doctora del consultorio médico, cinco mensajeros y tres electores activistas de la comunidad”.
Explica que todos están actualizados de la pesquisa diaria a la totalidad de la población de la circunscripción, y se reúnen en el área para intercambiar información, todos los días a las seis de la tarde. Así conocen en cada momento las viviendas en aislamiento, casos positivos y sospechosos, definen las estrategias a seguir para apoyar el trabajo preventivo.
“Realizamos recorridos tres veces en el día: por la mañana para la pesquisa y en la tarde-noche para que las personas no deambulen y permanezcan en sus viviendas, y se observen las medidas orientadas por el Grupo Temporal de Trabajo desde la provincia.
El incumplimiento de los protocolos de salud en el barrio, en las casas, y en las colas de los comercios del centro, sin cuidarse de que están obligados al aislamiento y el distanciamiento físico, incluso teniendo ingresos hogareños y visitantes sospechosos, son observados por el activista Marcos Samuel Jackson Mena, desde su óptica, como contrariedades y falta de supervisión por directivos de Salud y otros organismos.
Dinámico representante de los CDR en el Consejo Popular Centro considera que falta energía en el enfrentamiento a las indisciplinas sociales y al incumplimiento de las medidas sanitarias, como el tumulto en las tiendas y supervisión en la vigilancia a los viajeros y otros casos que requieran de ingreso domiciliario. “Se orienta, sí, pero luego muchas personas no hacen caso y deben aplicársela”.
En general, la población aporta y colabora con la pesquisa activa, aprecia Yaida Castro Betancourt, de 73 años y larga vida laboral como educadora.
“Veo a muchos sin darse cuenta del peligro. Transitan con la mascarilla mal puesta, sobre todo, adolescentes y jóvenes. Me incomoda saber que son de familias con cultura. Andan de tarde y de noche o conversan en los corredores sin distancia ni protección nasobucal. Aunque menos, incluso personas mayores. Debían verse más inspectores rondando en el barrio. Supe que pasaba una guagua y le temían que los multaran o recogieran”, resume sus inquietudes esta profesora.
Unos y otros están de acuerdo en que los consejos comunitarios de salud deben hacerse más perceptibles en la población, en las cuadras y los barrios. El enfrentamiento a la pandemia necesita de todos allí para vencer. Sobre todo, las personas vulnerables, entre ellos, los niños y adolescentes, percibirán mejor el riesgo y los compromisos que la COVID-19 representa ahora mismo para cada uno.