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1 MarlenisMarlenis (a la derecha) tiene múltiples padecimientos y gracias a los mensajeros no tiene que hacer las largas colas, caldo de cultivo para el contagio de la enfermedad.Domingo, 8 y 30 de la mañana, 1 Norte entre 12 y 13 Este, San Justo, en la ciudad de Guantánamo.-¡Marleniiis, vamosss!-, llaman en la calle, guardando distancia. La confianza al abrir la puerta denota familiaridad con la ronca voz, una señora de avanzada edad responde expectante:

-¿Qué traen?-

-Plátano burro, diez libras-, contesta el hombre. Ella, Marlenis López Hechavarría, regresa para buscar el dinero y a la vuelta cuenta a la visitante con grabadora en mano, por qué recibe ese beneficio.

“Mire, yo tengo 69 años, padezco de hipertensión arterial y de una cardiopatía isquémica, además a mi hijo Alexis Faure López de 37, le diagnosticaron Parálisis Cerebral Infantil al nacer. Que yo no tenga que salir a enfrentarme a las colas exponiéndome a la COVID-19 representa salud, mayor calidad de vida”, explica.

Ella valora la importancia de dotar al ser humano de beneficios mínimos indispensables para su desarrollo y bienestar, y reconoce el trabajo que están haciendo los mensajeros, “eso demuestra la preocupación del Estado cubano por su pueblo”, concluye.

El recorrido continúa. Ahora dos cuadras más arriba de un interior sale un hombre de mirada consumida por el tiempo pero profunda, sincera y agradecida.

Se llama Mártires Luciano Samón, tiene 64 años y es cardiópata, hipertenso, afectado de la visión, de la columna vertebral y tiene una enfermedad pulmonar obstructiva crónica. “La Revolución ha sido muy preocupada con los casos vulnerables, ningún país en el mundo ha tomado las medidas que se aplican en el nuestro para proteger a los niños, a los ancianos, las embarazadas, las personas con problemas como yo, que además, vivo solo”.

“A los compañeros mensajeros los felicito por el trabajo que están haciendo y los exhorto a que sigan cumpliendo con ese gran deber que la Revolución ha puesto en sus manos”, finaliza.

La travesía es larga, el sol aprieta, dos mujeres, un hombre, la reportera buscando el detalle. Detrás de estos rostros enmascarados por necesidad hay mucho humanismo. Se trata de los mensajeros que distribuyen los alimentos y artículos de primera necesidad a los contactos de casos positivos y a las personas que no pueden hacer las colas para adquirirlos por poseer determinada vulnerabilidad.

“A nivel de Consejo Popular se organizó ésta tarea en conjunto con el Combinado Deportivo del área, del que nos fueron asignados 10 Licenciados en Cultura Física y dos profesores del mismo sector, que laboran fuera del municipio y quedaron interruptos, cuenta Belkis García Cipriano, Delegada de la Circunscripción 11 del Consejo Popular San Justo.

“Cuando los recibimos nos reunimos con ellos y planificamos la tarea otorgándole a cada uno la zona que debía atender. Iniciamos el trabajo en un momento difícil pues sólo en una cuadra prestamos servicio de mensajería a los familiares de 19 casos positivos. Los fines de semana hacemos un recorrido por la demarcación para conocer los criterios de los beneficiados y todos poseen una buena opinión sobre el trabajo que se realiza”, argumenta.

Raubel Venega Mendoza es trabajador de la Dirección municipal de Deportes en Niceto Pérez, pero ante el cierre del municipio, como parte de las medidas de contención de la enfermedad, no pudo continuar trabajando y ahora apoya en la Circunscripción 11 el enfrentamiento a la COVID-19.

-¿Indicación o disposición?-

“Las dos cosas; cuando se hizo el llamado a los profesores del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación a trabajar en la lucha contra la pandemia, al momento fui a ver a la delegada para2 mensajerosMensajeros de la Circunscripción 11 del Consejo Popular San Justo. incorporarme a ésta tarea. Es una experiencia muy bonita al ver el agradecimiento de las personas, dentro de su pesar, por las difíciles circunstancias en las que pueden encontrarse.

“A veces vivimos situaciones de incomprensión en las colas, la gente se molesta cuando nos ve llegar a algún establecimiento y lo único que podemos replicarles es que se cuiden para que nunca tengan que necesitar nuestro servicio. Trabajamos con dos grupos: los sospechosos y los vulnerables”.

Venega Mendoza es padre de una chica y un joven, ambos se desempeñan en el sector de la Salud y con orgullo cuenta que el mayor de ellos también trabajó directamente en la lucha contra la COVID-19. Sostiene que nunca sintió miedo porque se preparó sicológicamente y confía en el autocuidado para prevenir la enfermedad.

Uno de los mensajeros más activos a decir de los beneficiados, el de la voz ronca, Miguel Cardona Vargas, más conocido por “Tata”, es trabajador por cuenta propia.

“Me sumé a la mensajería por iniciativa de la compañera Magaly Salazar Echavarría, presidenta del Consejo Popular San Justo, quien me hizo la propuesta y acepté. Trabajamos desde las siete de la mañana hasta bien entrada la noche sin importar la lluvia o el sol. Mi compromiso es llevarles los alimentos a las personas que no pueden salir de su casa”.

Cuenta Tata que solamente en la cuadra de Jesús del Sol entre 11 y 12 Este, hubo más de 15 familias que precisaron de su apoyo a la unísono. Lograron atenderlas con organización y la contribución de los administradores de los Mercados que están ubicados en la demarcación. “Nunca tuve miedo de contagiarme, mi miedo era que no les llegaran los alimentos a esas personas que no podían salir a buscarlos”.

Junto a ellos va también Marelis Rojas Ramírez, quien es asistente educativa de la Escuela de Integración Deportiva de Guantánamo, pero también van muchos otros héroes anónimos que en tiempos de carencias, dificultades y oportunismos han cambiado sus rutinas, convirtiendo el bienestar de otros en su prioridad.