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La Fe de Imías 1Generalmente, hay un promedio de siete u ocho ofertas en el negocio. El guanimo, a base de plátano, casi siempre es una de ellas. Llegamos sin avisar, “alertados” por las redes sociales con fotos de una tablilla llena en tiempos difíciles, y comprobamos que La Fe no era pose para foto promocional sino minindustria eficiente y estable que, a poco más de tres meses de fundada, es parte de la solución a la producción de alimentos en el municipio de Imías.

Puré de ají, trozos de calabaza, pulpa de tamarindo, piña en rodajas, y guanimo (una preparación a base de plátano con similitudes con el bacán baracoeso), reza la tablilla de ofertas que, asegura Aroldis Olivero Osorio, dueño de ese emprendimiento ubicado en el Consejo Popular de Jesús Lores, “no está tan surtida como es habitual”.

La suya, empero, es una idea a celebrar: un espacio donde se ocupan una decena de personas –antes sin vínculo laboral- que es capaz de procesar y vender a la población las producciones de una finca en usufructo del propio Aroldis y de otros campesinos, cuando terminan de cumplir sus compromisos con el estado.

Porque la historia de La Fe, no es un salto; sino un proceso....

Desde el principio

El principio de La Fe fue Aroldis. Él, entonces porcicultor –antes había sido cuadro de la UJC y el Partido-, y su “olfato” para entender que la crianza necesitaba de un suministro de alimentos propio, y luego, darse cuenta de que las 10 hectáreas daban para los animales, pero también podían aportar a la población.

Claro que ese proceso se dice más fácil de lo que fue. “La tierra me la dieron el año pasado, y era monte, era nada y está situada en Las Clavellinas, en Los Calderos de Explanada, que es como decir la Sierra Maestra pero en Imías, lejos no tanto debido a los casi 30 kilómetros de distancia sino por los caminos imposibles...”.

Siendo así, hubo que pagar bien a mucho brazo joven y dispuesto a desbrozar monte, armar lo necesario, preparar la tierra, sembrar, crear donde mucha gente pensó que no era posible..., durmiendo en casas de campaña y en toldos, en condiciones difíciles.

“Empecé sembrando para los puercos y las personas. Porque usted planta malanga, y el chopo y los restos de cosecha lo destina a los animales, pero la vianda es para la población, y así introduje el repollo, el ñame, y el plátano vianda, fruta y burro”, refiere.

En la machera de La Ceiba, ahora a cargo de su padre “que es inspiración y fuerza”, los puercos seguían mermando, a pesar de los esfuerzos en la finca, y con esa preocupación en la cabeza “maduró” la idea de La Fe, en una noche entera sin dormir.

“Yo me dije, con tanta fruta, vianda y vegetales que se pierde en Imías, desde la guayaba, la naranja agria, el mango..., por qué no armar una industria para procesar mis producciones y las de los demás”, rememora.

A la mañana, “confrontó” aquel pensamiento con un amigo, y dijo en voz alta, por primera vez, todo lo que había imaginado durante esa madrugada reveladora. Y encontró apoyo, e impulso.

Raudas, fueron las manos a la obra. Tampoco tuvo, asegura, grandes contratiempos ni trabas. “Con la tierra en la mano, presenté el proyecto, lo aprobaron, yLa Fe de Imías 2“El trabajo es duro, sobre todo cuando hay pedidos grandes, pero hay incentivo y los trabajadores responden”, aseguran Aroldis y su esposa, quien administra la minindustria. arrendé este local de la Empresa provincial de la Construcción –una carpintería que adaptó, poniéndole casi todo, piso, mesetas, fogones, paredes, techo...”.

Empezó a trabajar en La Fe en noviembre y en diciembre, “mientras hablaba con un antiguo compañero que hoy está en el Partido, me dijo que si me atrevía a inaugurarla para el 11 de abril, día del desembarco de Martí y Gómez y otros tres valientes, por Playita de Cajobabo. Una fecha importante para nosotros. Yo dije que sí”.

Tuvo que aguantar que le dijeran loco. “Los entendí. Porque faltaban cuatro meses y esto –y señala el espacio donde nos encontramos, confortable, pintado graciosamente, con un mostrador lustroso- estaba sin nada. Pero lo logramos y abrimos con 12 ofertas, incluyendo macho asado, de La Ceiba, por supuesto”.

Desde entonces, aunque con menos opciones –se mantienen regularmente entre siete y ocho productos en tablilla- consolidan como los productos estrellas las pulpas de frutas y el puré de tomate.

“Seguimos procesando lo que cosecho en la finca, y tenemos un tractor y un comprador que adquiere –a precios negociados entre las partes- excedentes de cosechas a otros usufructuarios”.

Para completar el ciclo productivo, mientras la tierra alimenta a los lechones, la cochiquera también aporta a las variedades de La Fe. “Tenemos un surtido muy aceptado que le llamamos caldosín, con varios productos listos para hacer caldosa, incluida carne de cerdo fresca”, explica.

El resultado

El mostrador rectangular de La Fe se abre y los clientes no tardan en llegar. Un nailon con trozos de piña es la primera venta de la tarde. “Es así, la gente en cuanto sabe que abrimos viene, porque siempre ofertamos algo”, me dice, cuando termina de atenderla, Dania Cobas Castro, la dependienta.

Le pregunto cómo es trabajar allí y responde que bien, pero la argumentación tiene que esperar. Un hombre, en sus cuarenta, pide varios guanimos y la chica entra hacia el área de elaboración.

A la espera, Ernol Lobaina Vera, vecino de Jesús Lores, asegura ser un cliente regular. “Vivo muy cerca y vengo a comprar caldosa, jugo, viandas, puré y guanimo, como ahora mismo... Todo tiene buena calidad y los precios asequibles, cualquiera puede comprar”.

La preparación de plátano, envuelto en hojas del mismo cultivo, asegura, “viene a reforzar un poquito la alimentación, así como todo lo demás. Los productos de La Fe que más gustan a mi familia son los jugos, los refrescos..., la pulpa también es muy buena”, y se despide, con su pedido en la mano.

Aroldis nos invita al área de elaboración donde, ahora mismo, un muchacho jovencísimo remueve la masa del guanimo en un fogón de leña al rojo vivo que lanza trazas de humo y, en la parte de atrás, dos muchachas se afanan en limpiar de cáscaras montones de tamarindos.

La Fe de Imías 3La idea de La Fe bien vale ser “clonada” como experiencia válida para aprovechas las producciones que, a pesar de todo, todavía se pierden en el campo. Un área intermedia, también para la producción, es más “mecanizada”. “Tenemos, por ejemplo, una máquina que le compramos a Comercio para enfriar algunos productos, y otros elementos que adaptamos, arreglamos; pero lo demás es obra de un inventor de Yacabo Abajo, quien hizo un molino de plátano, y una despulpadora capaz de separar la masa de la semilla”, detalla Aroldis.

Sin embargo, el trabajo no deja de ser duro. “Pero hay incentivo, claridad en el manejo del negocio, y estos muchachos –10 en total- saben que entre más hacen más ganan. Además, organicé el pago cada 15 días, porque las necesidades no llegan una vez al mes, y cada vez les pago unos 2 mil pesos”.

La producción diaria, asegura el joven emprendedor, ronda la tonelada de productos terminados, “eso cuando no hay pedidos más grandes, sobre todo a empresas y entidades” y enumera, entre algunas de sus clientes, a la comercializadora Artex, Cultura Provincial, Muebles Imperio, Divep, Acopio Baracoa...

Justo con la Empresa de Productos Lácteos de la Ciudad Primada, prevé el primer encadenamiento importante más allá de sus predios. “Existe la intención expresa de hacer un contrato con nosotros, para proporcionarles pulpas de frutas..., pero el incremento de casos de COVID-19 frenó el negocio, por ahora”.

Pregunto por aspiraciones. “La idea es crecer, humanizar el trabajo, beneficiarnos con algún proyecto de colaboración que nos permita adquirir una marmita, por ejemplo, para eliminar el fogón de leña..., o una línea de producción para enlatar el tomate. Lo importante es aprovechar la tierra, y producir alimentos para la población”.

Agradezco y nos vamos: Otras historias nos esperan. Ya en casa, frente a la hoja en blanco, caigo en la cuenta de que, en medio de los apuros, no pregunté por qué ese nombre que, en la minindustria, está en letras grandes de grey cerámico y ya tiene toda una reputación bien forjada entre sus coterráneos.

La primera reacción es llamar y preguntar. No sería la primera vez, y claramente, tampoco será la última. Pero, en realidad, no hace falta...